Paul Strathern - Darwin y la evolución
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- Libro:Darwin y la evolución
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- Editor:ePubLibre
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- Año:1998
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Darwin y la evolución: resumen, descripción y anotación
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La formulación de Charles Darwin de la teoría de la evolución, y su tan asumida idea fundamental de la «supervivencia de los más aptos» es, hoy en día, si no algo perfectamente demostrado, algo generalmente aceptado como lógico y evidente. En su tiempo, sin embargo, su revolucionaria obra El origen de las especies y la noción de que la humanidad es solo un paso más en un proceso de supervivencia y selección en desarrollo fueron escandalosas. Darwin y la evolución constituye un brillante repaso a la vida y obra de Darwin, y ofrece una explicación clara y accesible del significado y la importancia de la teoría de la evolución y de lo que implica para el mundo en el que vivimos.
Paul Strathern
Los científicos y sus descubrimientos - 00
ePub r1.2
smonarde 26.09.15
Título original: Darwin and Evolution
Paul Strathern, 1998
Traducción: Antón Corriente
Diseño de portada: Juan José Barco y Sonia Alins
Editor digital: smonarde
ePub base r1.2
PAUL STRATHERN (Londres, 1940), estudió Física y Química y Matemáticas en el Trinity College de Dublín antes de dedicarse a la Filosofía. Sus series Filósofos en 90 minutos y Los científicos y sus descubrimientos han sido traducidas a una docena de idiomas. En la actualidad es lector en la Kingston University, donde ha sido también profesor de matemáticas, filosofía y poesía moderna italiana. Una de sus obras de mayor éxito es Los Médici: padrinos del Renacimiento, y también ha escrito varias novelas, biografías y libros de viajes.
En nuestros días el concepto de evolución parece algo tan evidente que es difícil concebir la aparición del mundo sin él. Darwin ha corrido la suerte que deseara para sí Freud, que dijo: «Espero que algún día la gente se pregunte: ¿Qué tenía de particular ese Freud? Todo lo que dijo era perfectamente obvio». Por otra parte (como ocurre con Freud) cuando las ideas de Darwin se examinan detenidamente, pueden parecer poco científicas o incluso carentes de significado. A fin de cuentas, «la supervivencia del más apto» no significa más que «la supervivencia de los que sobreviven».
En cualquier caso, es innegable que Darwin es uno de los pocos pensadores que han cambiado por completo nuestra concepción de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Tras él, nada volvería a ser igual, y no habría retorno posible. Después de Darwin, el hombre dejó para siempre de ser una especie privilegiada.
Darwin llegó al final de la revolución que comenzó en el siglo XVI con Copérnico. La Tierra giraba alrededor del Sol: ya no éramos el centro del Universo. Más significativo aún, se descubrió que las leyes científicas eran aplicables a los cielos. (Hasta entonces se creía que solo valían para la Tierra). Darwin completó esta revolución mostrando cómo la ciencia se aplica incluso a la vida misma. Todo era científico, y la humanidad no era ya el centro de nada, solo otra especie en un proceso científico en evolución. Al principio esto era inaceptable y escandaloso, porque minaba nuestra idea misma de lo que éramos. Pero los seres humanos son criaturas resistentes: no en vano los factores genéticos de los que son resultado han durado cinco mil millones de años. En contra de lo esperado, este autoconocimiento no nos ha reducido a «autómatas científicos». Al igual que el hombre que nos metió en esta situación, permanecemos «humanos, demasiado humanos».
Charles Robert Darwin nació el 12 de febrero de 1809. Su árbol genealógico es excepcionalmente rico en figuras eminentes. Entre ellas está el famoso diseñador y fabricante de cerámica Josiah Wedgwood, así como Francis Galton, físico y fundador de la eugenesia (el estudio científico de la mejora hereditaria de la raza humana, luego desacreditado por sucesos del siglo XX).
El más interesante de todos fue el abuelo de Charles Darwin, Erasmus Darwin, hombre de enorme energía intelectual y cierta originalidad. Junto con Wedgwood, el inventor de la máquina de vapor James Watt y el estadista e inventor americano Benjamin Franklin, Erasmus Darwin formó la Lunar Society, el club científico con sede en Birmingham que fue considerado como el más prestigioso de su tiempo después de la Royal Society (pese al inevitable mote que recibieron sus miembros). Parece que fue Erasmus Darwin el primero en ofrecer al mundo una explicación seria de la evolución, pero sin profundizar demasiado en la idea. Esto se debió en parte a que el medio elegido para difundirla no invitaba demasiado al sesudo análisis. Erasmus Darwin fue uno de los pocos científicos serios que después de Lucrecio (siglo I a. C.) eligieron la poesía épica para difundir sus ideas. (Jorge III estuvo a punto de nombrarle poeta laureado, pero se enteró a tiempo de que era partidario de la abolición de la monarquía).
Con tal profusión de originalidad en la familia, tenía que haber una excepción antes o después. Esta llegó en la forma de Robert Darwin, el padre de Charles, un hombre que aspiraba a la mediocridad y que habría de convertirla en el logro de su vida. No está mal, teniendo en cuenta su apariencia: medía casi 1,90 y pesaba unos 152 kilos (hasta el momento en que, harto ya, dejó de consultar la balanza). Hombre autoritario, alternativamente iracundo y afable, tras recibir una herencia se convirtió en médico. Su especialidad fueron los pacientes ricos, y su estilo le hizo famoso en todo Shropshire (solo si podían pagar sus elevados honorarios hacía algún caso a los pacientes). La generosa gratitud de algunas mujeres ricas que padecían diversos «males» en una época prepsicológica bastó para hacerle un hombre muy rico, y así Robert Darwin se hizo un lugar entre los emergentes y pudientes miembros de las profesiones liberales.
Los refinamientos de la vida social (o el aburrimiento) descritos por Jane Austen iban cediendo a los modos más sofocantes de la «respetabilidad» victoriana. Aparte de sus rasgos ridículos, este convencionalismo autocomplaciente no se conquistaba sin dificultad, y así fue para los Darwin en particular. La situación social en la Inglaterra de los primeros años del XIX era turbulenta: estos fueron los tiempos de la masacre de Peterloo y de los mártires de Tolpuddle. También parecía haber una vena de inestabilidad mental latente en los Darwin: Erasmus fue descrito como «volátil», y el hermano de Robert (tío de Charles) se suicidó.
El joven Charles hizo lo posible por emular a su padre, y no tardó en convertirse en un mediocre en ciernes. Incluso escribía un diario solemne. (Pese a su vuelta al mundo y sus demoledoras ideas, desde el principio, el estilo autobiográfico de Darwin parecía más bien el del «Diario de un Don nadie»). Charles fue criado en gran medida por sus hermanas mayores hasta la edad de ocho años, cuando murió su madre. En adelante estuvo al cuidado exclusivo de sus hermanas, que le tenían bien provisto de mantas, bebidas calientes y mimos, hasta el punto de inducirle una hipocondría que le duraría toda la vida y su idea de lo que era la educación. Los Darwin, Wedgwood y Galton formaban una especie de familia extensa, y las primas y tías se turnaban en el cuidado de este muñeco humano.
Con el tiempo Charles fue desalojado del centro del universo y enviado a Shrewsbury, la escuela privada victoriana local. Esta era la imagen en negativo de la educación ofrecida por sentimentales señoritas victorianas. No se enseñaba más que los clásicos, y los alumnos —azotados por sistema— eran en su mayoría ingobernables hijos de la nobleza dedicados a aterrorizar las granjas vecinas secuestrando cerdos, lecheras, y otras cosas por el estilo.
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