INTRODUCCIÓN
Fecha de composición
La Vida de Julio Agrícola fue publicada, evidentemente, tras la muerte de Domiciano. Su contenido no permitía otra cosa. Así se nos dice al comienzo del capítulo 3: «ahora renace la vida». Según el mismo capítulo, parece que está vivo Nerva; se le llama César, y a Trajano, Nerva Trajano. Es decir, Nerva vivía aún, puesto que no se le llama «divino», título reservado a los emperadores muertos, y Trajano simplemente habría sido adoptado por Nerva, de ahí que llevase antepuesto el nombre de éste. De acuerdo con todo ello, podríamos fechar la obra entre octubre del 97 y enero del 98, año de la muerte de Nerva; pero se ha demostrado que este argumento de los títulos nos es fiable: en el capítulo 44 se llama a Trajano «Princeps», es decir, Emperador. Gudeman, en su Introducción al Agrícola, dice que se comenzaría al final del otoño del 97 y se terminaría y publicaría al comienzo del verano del 98, pocos meses antes que la Germania.
Fuentes
Tácito cita a autores como Fabio Rústico y Tito Livio (cap. 10). Para datos más técnicos, geográficos y etnológicos, pudo utilizar tanto autores griegos como romanos, pero para los sucesos inmediatamente anteriores tendría referencias directas de su tiempo. Según Marín Peña, en su Introducción a esta obra, «es probable, dado el carácter poco científico de sus referencias, que diera prelación a los romanos, peor informados en ese aspecto». Creemos que esta opinión hay que atenuarla un poco, en el sentido, por ejemplo, de que Tácito pudo consultar, por un lado, archivos romanos (y ahí sí habría quizá inexactitudes), pero, por otro, pudo hablar directamente con oficiales de generales como el mismo Agrícola, y éstos sí que serían testimonios fidedignos. Además no es cierto que sus referencias sean poco científicas (para su época, claro), como veremos más adelante, y como el mismo Marín reconoce respecto a algunos pimíos. De todos modos, la actitud que adoptaban los autores clásicos a la hora de escribir una obra de carácter histórico era muy distinta a la de nuestra época y, por tanto, no puede examinarse su labor con un enfoque actual. Suponemos que es innecesario insistir en este punto.
Tema y contenido
Tras un breve comienzo de aire justificativo (tres capítulos), comienza a hablar directamente de su suegro Agrícola: su origen y educación (4), carrera militar y política anterior a su nombramiento como gobernador en Britania, citado ya en el 9; noticias elementales sobre Britania y actuación de la Administración romana hasta el nombramiento de Agrícola como gobernador (del 10 al 17), sus primeras actuaciones (18 y 19) y sus siete campañas (del 20 al 38); vicisitudes políticas posteriores, con intercalación de diversas reflexiones (del 39 al 42); muerte y elogio fúnebre (del 43 al 46).
Carácter e intención de la obra
Se han sustentado varias teorías. En este punto hay obligación de citar la extraordinaria introducción que el profesor Marín Peña hace a esta obra. Pero este libro tiene finalidad diferente que la obra de este profesor y, de otro lado, no he logrado hallar estudios realmente importantes sobre este problema, aparte los reseñados y expuestos por Marín. Hagamos, por tanto, un breve resumen:
1) Algunos han pensado que se trataba de una laudado funebris real. A esto hay que objetar que Agrícola había muerto cinco años antes y que gran parte del contenido no responde a tal propósito.
2) Sería una laudado funebris destinada a la lectura, o «de salón». Hipótesis sostenida por E. de Saint-Denis en su introducción al Agrícola. Según él, esta diversidad de contenido, las numerosas y cuidadas digresiones, tendrían su justificación precisamente en una lectura posterior. Hay otro factor y es lo que este autor francés llama «le mélange des genres litteraires», que estaría de moda por aquel tiempo. En realidad, las razones que aduce pueden servir para defender su tesis, pero al tiempo no impiden sostener otra distinta, por ejemplo la biográfica. El capítulo primero no demuestra nada: se habla de mencionar los hechos de hombres ilustres repetidas veces; éste es uno de los apoyos de Saint-Denis. Nosotros creemos que todo ello es sólo un justificante de no haber publicado —o escrito— antes la obra; que no es una alusión a la historia del género, sino una comparación de los tiempos de Domiciano con los anteriores: «me ha hecho falta…»; antes, en cambio, era algo normal.
3) Obra de carácter político. Esta hipótesis es ya más complicada. Evidentemente, carga política tenía que tener. Primero, porque Agrícola fue un político; Tácito, también. Por otro lado, las circunstancias, de transición de unos comportamientos políticos a otros con gran rapidez, sensibilizaban más los ánimos en este sentido. En definitiva, todos los escritos de Tácito tienen, entre otras, intencionalidad política. Así lo vimos en la introducción a su obra. Ahora bien, qué intencionalidad política concreta tenga ha sido muy debatido:
A) Supondría una protesta contra la pasada tiranía y una manifestación de alegría por la libertad recuperada. Algo de eso podría haber; ya hemos visto la constante lucha interior que sostiene nuestro autor entre libertad y orden; si se pueden conjugar ambos principios, el elogio era obligado hacia Nerva y Trajano, frente a la mera opresión del régimen anterior, lo que le hace exclamar aquello de «ahora renace, por fin, la vida», aunque la caída de la República parecía demostrar que libertad e Imperio eran incompatibles; se intentaba un compromiso entre el Príncipe y el Senado para lograr una situación de libertad sin libertinaje, de orden sin despotismo; como esto no se logró, Tácito resalta en el comportamiento de su suegro un obsequium, una actitud de deferencia hacia la jerarquía política. En todo caso, hay que decir que las posibles alusiones a esta intencionalidad se dan en demasiado pocos pasajes como para justificar esta tesis, y esto mismo podría predicarse respecto a las otras posiciones políticas, como la que vemos a continuación, y que es consecuencia de la anterior.
B) Es apuntada por Marín Peña, citando a Furneaux. Nuestro autor habría pretendido quitarse de encima la posible acusación de colaboracionismo con el régimen anterior en una época de especial exaltación vengativa y, de paso, anota ciertos propósitos utilitarios. Lo primero que se nos ocurre es que no es necesario detenerse mucho en aquella Roma; baste decir que esto lo decía Furneaux en 1922, y luego échese una brevísima ojeada a algún país cercano en 1979.
C) Porque esta última ojeada, en definitiva, es la que expone Paratore. Según él, se aprovecha del cadáver de Agrícola para insertarse en la reacción contra Domiciano muerto; lo mismo que hizo Tácito bajo Domiciano con Agrícola vivo e influyente; su suegro sería así «el último mártir de la libertad»; sería un gesto similar al de Marco Antonio sobre el cadáver de César. Pero hay más: Tácito sufrió un revés para sus aspiraciones políticas al volver a Roma tras la muerte de Agrícola, y eso le tenía que estimular; por eso dice (cap. 43) que visitó a Agrícola mucha gente, que sería recordado…, y realmente Agrícola es poco conocido; Suetonio ni lo menciona. Esto explicaría contradicciones como el que Tácito fuera pretor bajo Domiciano y que lo atacase; Paratore piensa que heredaría el odio de la familia de Agrícola contra Domiciano a causa de no haberlo honrado debidamente por su triunfo en Britania, y por su posterior relegación. El estudioso italiano considera el Agrícola como la culminación de la libelística antiimperial; Tácito utilizaría muy hábilmente los rumores: posible envenenamiento, el relevo de Agrícola, las coacciones para que no acepte el gobierno de Siria… Pero la política exterior de Domiciano sí habría sido acertada en muchos aspectos. Según Paratore, esta técnica de utilización de los rumores a la propia conveniencia culminaría con el examen de la personalidad de Tiberio.