• Quejarse

Amiano Marcelino - Historia del Imperio Romano del 350 al 378

Aquí puedes leer online Amiano Marcelino - Historia del Imperio Romano del 350 al 378 texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2015, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

No cover
  • Libro:
    Historia del Imperio Romano del 350 al 378
  • Autor:
  • Genre:
  • Año:
    2015
  • Índice:
    4 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 80
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Historia del Imperio Romano del 350 al 378: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Historia del Imperio Romano del 350 al 378" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Amiano Marcelino (c. 332-398) señala al terminar su obra: «Esta narración, comenzada en el reinado de Nerva, concluye en la catástrofe de Valente. Viejo soldado y griego de nación, he hecho cuanto he podido por desempeñar bien mi cometido; presentando mi trabajo al menos como obra sincera, y en el que la verdad, que profeso, en ninguna parte, que yo sepa, se encuentra alterada o incompleta. Que consignen lo demás otros más jóvenes y doctos, a los que aconsejo que escriban mejor que yo y eleven el estilo.» Por su parte, Narciso Santos Yanguas, en su artículo El pensamiento historiológico de Amiano Marcelino nos presenta así al autor y su obra: «Con Amiano Marcelino la historiografía antigua, y más concretamente la romana, produce su último gran representante; es el historiador por excelencia de la decadencia de Roma en esta época tan conflictiva del Bajo Imperio; decadencia que ya puede rastrearse, no obstante, en los historiadores de los siglos anteriores, como Tácito, aunque no de manera tan patente como en el historiador antioqueno del que nos ocupamos. (…) Amiano Marcelino, natural de Antioquía de Siria, de cultura griega por tanto, historiador de un emperador principalmente, Juliano, griego en sus gustos y deseos, escogió como medio de expresión el latín. Calificándose a sí mismo de miles quondam et Graecus, precisa el ángulo de su visión histórica. Los historiadores modernos han insistido sobre su competencia militar, pero no han logrado retener de la palabra Graecus más que la acepción étnica (...). Hemos de considerar, en efecto, que bajo tal apelativo se encuentra el antecedente griego Ἔλλην, cuyo sentido evolucionó y que en el siglo IV d. J. C. se oponía no sólo a “bárbaro”, sino también a “cristiano”. »Inmediatamente después de concluir su carrera política, marchó a Roma, donde instaló su lugar de trabajo y encontró una buena compañía de amigos, entre quienes sobresalía la familia de los Símacos. En tal situación, resaltan su aprobación del pasado glorioso de Roma y su crítica de la situación y desprecio de las estructuras socioeconómicas y políticas e ideología contemporáneas. Pese a todo, la obra de Amiano aparece mucho más enraizada de lo que en un principio se pensaba en estos conflictos político-religiosos de fines del siglo IV, con una orientación muy cercana a los medios senatoriales paganos de tiempos de los emperadores Graciano y Teodosio. Tomando a Tácito como modelo, ya que une su obra histórica a las Historiae de dicho historiador, que a su vez son una prolongación de los Annales, la estructura de las Res Gestae amianeas se explica en parte por una toma de posición sobre la política de los emperadores a quienes estudia. De este modo, cuando, al final de su obra, emplea la citada expresión, lo que intenta expresar no son sólo sus dos principales características como escritor, sino también las dos líneas de fuerza de su doctrina y el doble programa del emperador de quien Roma tenía necesidad y de quien ha trazado el retrato ideal, Juliano (…). »Las Historias de Amiano nos han llegado mutiladas, pues, de los 31 libros de que en principio constaban, han desaparecido los trece primeros. La obra total abarcaba un período de casi tres siglos, desde los años 96 a 378 d. J. C., es decir, desde el reinado de Nerva a la muerte del emperador Valente en Adrianópolis; pero lo que se nos ha conservado no contiene más que los sucesos acaecidos durante el cuarto de siglo que transcurre entre los años 353 al 378, es decir, a lo largo de la ultima parte del reinado del emperador Constancio II, de los de Juliano, Joviano, Valentiniano y Valente y de la primera parte del de Graciano.» Desde los primeros libros conservados «se nos presenta la estructura que será típica en los restantes, con puesta en relación de los acontecimientos interiores y exteriores, orientales y occidentales, así como excursus religiosos, moralizadores y geográficos. Con ello es, pues, llevada a sus últimas consecuencias la técnica empleada por Tácito en los Annales.»

Amiano Marcelino: otros libros del autor


¿Quién escribió Historia del Imperio Romano del 350 al 378? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Historia del Imperio Romano del 350 al 378 — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Historia del Imperio Romano del 350 al 378 " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

AMIANO MARCELINO
HISTORIA DEL IMPERIO ROMANO DEL 350 AL 378

TRADUCCIÓN DE F. NORBERTO CASTILLA

MADRID 1895 (I) Y 1896 (II)

LIBRO XIV

Crueldad del césar Galo.—Irrupción de los isaurios.—Tentativa fracasada de los persas.—Incursiones de los sarracenos.—Sus costumbres.—Suplicio de los partidarios de Magnencio.—Corrupción del Senado y del pueblo romano.—Barbarie y furores de Galo.—Descripción de las provincias de Oriente.—Nuevas crueldades del césar Galo.—Constancio concede la paz a los alemanes, que la imploran.—Llama el Emperador a Galo y le hace decapitar.

Habíanse corrido los azares de interminable lucha, y el cansancio se apoderaba de los dos bandos después de aquella terrible serie de esfuerzos y de peligros; pero apenas había cesado el clamor de las trompas y los soldados habían regresado a sus cuarteles de invierno, cuando, por adversa fortuna, los atentados del césar Galo daban origen a nueva serie de calamidades para el Estado. Por inesperado cambio de suerte, habiendo subido desde extraordinario abatimiento al rango más elevado después del supremo, este príncipe rebasó en seguida los límites del poder que se le había confiado, y manchó su administración con actos de salvaje crueldad. El brillo de su parentesco con la familia imperial, realzado con el nombre de Constancio, con que acababa de ser honrado, exaltó en modo extraordinario su arrogancia, siendo cosa clara para todos que solamente le faltaba la fuerza para llevar sus furores hasta en contra del mismo autor de su elevación. Los consejos de su esposa irritaban más y más sus feroces instintos. Hija de Constantino, que la casó primeramente con su sobrino el rey Annibaliano, se enorgullecía sobremanera llamando hermano al Emperador reinante: y esta Megera mortal, tan sedienta de sangre humana como su esposo, le excitaba continuamente a derramarla. La edad aumentó en ellos la ciencia del mal; habían organizado tenebroso espionaje, compuesto de agentes pérfidamente hábiles para envenenarlo todo con lisonjeros relatos; debiéndose a sus ocultos manejos las acusaciones de entregarse a las artes nefandas o de aspirar al trono, acusaciones que caían sobre los varones más inocentes. La repentina catástrofe de Clemacio, eminente personaje de Alejandría, señala especialmente el alcance de una tiranía que no se limita a los crímenes vulgares. Dícese que, sintiendo su suegra violenta pasión por él, y no habiendo podido conseguir que le correspondiese, había conseguido penetrar en palacio por una entrada secreta; y que allí, mostrando a la reina un collar riquísimo, consiguió se enviase una orden de ejecución a Honorato, conde del Oriente. Recibida la orden, fue ejecutado Clemacio, sin darle tiempo para pronunciar una palabra.

Después de este acto inaudito, prueba de desenfrenada arbitrariedad, podía temerse por otras víctimas; y en efecto, por sombra de sospecha se multiplicaron las sentencias de muerte y de confiscación. Los desgraciados a quienes se arrancaba de sus lares sin dejarles otra cosa que los gemidos y las lágrimas, tenían que vivir de limosna; y hasta las sencillas prescripciones de orden público venían a ser auxiliares de una autoridad inhumana, cerrando a aquellos infelices las puertas de los ricos y de los grandes. Desdeñábanse las ordinarias precauciones de la tiranía; y ni un acusador, ni siquiera de oficio, dejó oír su voz comprada, aunque no fuese más que para tender un velo de formas jurídicas sobre aquel montón de crímenes. Lo que el implacable César había dictado era considerado como legal y justo, siguiendo inmediatamente la ejecución a la sentencia. Pensóse también en recoger hombres desconocidos, de condición bastante vil para que no llamasen la atención y enviarles a espiar en las calles de Antioquía. Aquellos malvados paseaban afectando indiferencia, se mezclaban especialmente en los grupos de las personas distinguidas y penetraban en las casas ricas so pretexto de pedir limosna. Terminado el paseo, cada uno de ellos entraba en palacio por una puerta excusada y daba cuenta de lo que había visto u oído: existiendo previo concierto, primeramente para mentir o amplificar los relatos, y además para suprimir toda palabra laudatoria que el terror hubiese podido arrancar a algunas bocas. Ocurrió más de una vez que una frase dicha, al oído, en el secreto de la intimidad, por un esposo a su esposa, hasta sin testigos domésticos, la conocía a la mañana siguiente el César, que parecía poseer las facultades adivinatorias que se refieren de Amphiarao y de Marcio; llegándose a temer que las paredes se enterasen de los secretos. La reina, que parecía empujar con impaciencia a su esposo al precipicio, estimulaba más y más este furor de averiguación; cuando, mejor inspirada, hubiese podido traerle a las vías de la clemencia y de la verdad por medio de la facultad de persuasión que la Naturaleza ha dado a su sexo; pudiendo imitar el excelente modelo que le ofrecía la esposa del emperador Maximino, princesa a quien presenta la historia de los Gordianos constantemente ocupada en el cuidado de dulcificar a su feroz marido.

Últimamente vióse que Galo no retrocedía ante un medio tan peligroso como infame, que, según dicen, usó ya Galieno en otro tiempo en Roma para deshonra de su gobierno, el de recorrer de noche las encrucijadas y las tabernas con corto número de acompañantes, que ocultaban espadas entre las ropas, preguntando a cada cual en griego, lengua que le era familiar, qué pensaba del César. Esto osó hacer en una ciudad cuya iluminación nocturna rivalizaba con la claridad del día. A la larga se descubrió el incógnito, y viendo entonces Galo que no podía salir del palacio sin que le conociesen, no realizó ya excursiones sino en pleno día y solamente cuando se creía llamado por grave interés: pero fue necesario el transcurso de mucho tiempo para que se olvidasen aquellos horribles excesos.

Thelassio, que era entonces prefecto presente del pretorio, de tan rudo carácter como el príncipe, estudiaba la manera de irritar aquel ánimo cruel y de impulsarlo a mayores excesos. En vez de procurar atraer a su señor a la benevolencia y a la razón, como a veces han intentado con éxito los que se encuentran cerca de los poderosos, adoptaba, al menor disentimiento, actitud de oposición, que provocaba infaliblemente accesos de ira. Thelassio escribía con frecuencia al Emperador, exagerando el mal y procurando, ignórase con qué objeto, que supiese Galo que así lo hacía. Esto aumentaba la exasperación de Galo, que se precipitaba ciegamente entonces contra el obstáculo; sin detenerse más que un torrente en el camino de crueldad a que se había lanzado.

Otras muchas calamidades azotaban al Oriente en esta época. Conocido es el carácter inquieto de los isaurios: en tanto tranquilos, en tanto llevando a todas partes la desolación con repentinas correrías, por haberles dado buenos resultados algunos actos de depredación realizados de tarde en tarde, se enardecieron con la impunidad hasta el punto de lanzarse a grave agresión. Su turbulencia había sido hasta entonces la causa de las hostilidades; pero ahora apelaban con cierta jactancia al sentimiento nacional, sublevado por un ultraje extraordinario. En contra de la costumbre, algunos prisioneros isaurios habían sido arrojados a las fieras en el anfiteatro de Iconio, en Pisidia. Cicerón dijo: «El hambre atrae a las fieras al punto donde una vez encontraron pasto.» Multitud de aquellos bárbaros abandonaron sus inaccesibles montañas y cayeron sobre las costas. Ocultos en el fondo de barrancos o en profundos valles, acechaban la llegada de las naves de comercio, esperando, para atacarlas, a que cerrase la noche. La luna, en creciente, les daba bastante luz para observar sin descubrirles. En cuanto suponían dormidos los marineros, trepaban con pies y manos por los cables de las anclas, asaltaban en silencio las naves, sorprendiendo de esta manera a la tripulación; y, excitados por la avidez, su ferocidad no perdonaba a nadie, hasta que, exterminados todos, se apoderaban del botín sin distinguir lo bueno de lo malo.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Historia del Imperio Romano del 350 al 378»

Mira libros similares a Historia del Imperio Romano del 350 al 378. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Historia del Imperio Romano del 350 al 378»

Discusión, reseñas del libro Historia del Imperio Romano del 350 al 378 y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.