Vlasov - TrifonovQuímica recreativa
Capítulo 1. Los habitantes de la gran casa.
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Capítulo 2. La serpiente mordiendo su cola.
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Capítulo 3. Museo químico.
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Capítulo 4. Con sus ojos.
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Capítulo 5. La química se extiende ampliamente…
Capítulo 1. Los habitantes de la gran casa.
Contenido:
El sistema periódico de los elementos químicos a vista de pájaro
Cómo los astrónomos prestaron un mal servicio a los químicos
El elemento de dos caras
El primero y el más sorprendente
¡Cuántos hidrógenos existen en la tierra!
Química = física + matemáticas
Un poco más de matemática.
Cómo los químicos tropezaron con lo inesperado.
Solución que no daba consuelo
En busca de una idea "loca" o cómo los gases inertes dejaron de serlo
Nueva disconformidad y cómo vencerla
El "omnívoro"
La "piedra filosofal" de Hennig Brand
El olor a frescura o un ejemplo de cómo la cantidad pasa a calidad
Tan simple y, sin embargo, tan asombroso.
"El hielo naciente sobre las aguas del río".
¡Cuántas aguas existen en la tierra!
Los secretos de un carámbano.
Algo del campo de la lingüística o "dos grandes diferencias"
¡Por qué "dos grandes diferencias"!
Otros dos "por qué"
Arquitectura original
Catorce hermanos gemelos
El mundo de los metales y sus paradojas
Metales líquidos y un metal gaseoso (¡!)
Compuestos insólitos
El primer "programista"' de la química
Breves palabras sobre el renio
La "máquina cibernética" se ha detenido
Cómo convertir un elemento en otro
La muerte y la inmortalidad en el mundo de los elementos
Uno, dos, mucho.
¡Es que la naturaleza tiene razón!
El sendero de soles falsos
El destino de uno entre 104.
¡Dónde está tu lugar, uranio!
Pequeños episodios del campo de la arqueología
Uranio y sus oficios
¡Un edificio no acabado!
Un himno a los alquimistas de hoy
En el umbral de lo desconocido
Noticias del cosmos
El "santoral" de los elementos
Números imprescindibles para la química
El sistema periódico de los elementos químicos a vista de pájaro.
sa mirada fugaz y la primera impresión que se forma es, por lo común, de poco valor. A veces el observador queda indiferente, a veces se siente sorprendido y hay casos en que reacciona como el personaje de una anécdota muy en boga que, al ver en el parque zoológico a una jirafa, exclamó:
"¡Esto no puede ser!"
Sin embargo, puede ser provechoso incluso un conocimiento en rasgos generales de un objeto o fenómeno; por decirlo así: "un conocimiento a vista de pájaro".
El sistema periódico de los elementos químicos de D. Mendeléev de ningún modo se puede denominar objeto o fenómeno.
Es, más bien, una especie de espejo que refleja la esencia de una de las leyes más importantes de la naturaleza, la Ley Periódica.
Esta es un código que reglamenta la conducta de más de cien elementos que abundan en la Tierra o que han sido creados artificialmente por el hombre, un ordenamiento sui géneris que reina en la Gran Casa de los elementos químicos.
La primera mirada permite ya captar muchas cosas. Lo primero que sentimos es admiración, como si entre edificios triviales, construidos con grandes bloques, surgiera de súbito una casa de arquitectura insólita y extraña, y muy elegante.
¿Qué es lo que asombra en la tabla de Mendeléev?
En primer lugar, el hecho de que sus períodos (que hacen las veces de pisos) son muy desiguales.
El primer piso (primer, período de la tabla de Mendeléev) tiene sólo dos casillas. El segundo y el tercero, ocho. El cuarto y el quinto están arreglados a modo de un hotel: dieciocho piezas en cada uno; lo mismo que el sexto y el séptimo, cada uno con treinta y dos habitaciones.
¿Han visto Uds. en su vida una edificación así?
Empero, precisamente con ese aspecto se nos presenta el sistema periódico, la Gran Casa de los elementos químicos.
¿Por qué ese aspecto insólito? ¿Por antojo del arquitecto? ¡De ningún modo!
Cualquier edificio se construye de acuerdo con las leyes de la física. De no seguirlas, se derrumbaría al primer hálito del viento.
La idea arquitectónica del sistema periódico también se corrobora por las rigurosas leyes físicas. Estas dicen: Cualquier período de la tabla de Mendeléev debe contener un número perfectamente determinado de elementos, por ejemplo, el primero debe tener dos. Ni más, ni menos.
Así afirman los físicos, en pleno acuerdo con los químicos.
Hubo otros tiempos.
Los físicos no afirmaban nada y no se rompían la cabeza con los problemas de la ley periódica. En cambio, los químicos, que casi cada año descubrían nuevos elementos, estaban muy preocupados: dónde encontrar domicilio para estos novatos. Hubo casos desagradables, cuando una sola casilla de la tabla la pretendían, alineándose en cola, varios elementos.
Entre los científicos hubo no pocos escépticos que afirmaban con plena seriedad que el edificio de la tabla de Mendeléev estaba construido sobre arena. Entre éstos figuraba el químico alemán Bunsen, que junto con su amigo Kirchhoff descubrió el análisis espectral. Pero en cuanto a la ley periódica Bunsen manifestó una miopía científica asombrosa.
"Con el mismo éxito se puede buscar regularidad en las cifras de los boletines de Bolsa" – exclamó con furor en una ocasión.
Antes que Mendeléev, se hicieron intentos de imponer algún orden en el caos de los sesenta y tantos elementos químicos. Pero todos fracasaron. Probablemente, el que más se acerca a la verdad fue el inglés Newlands. Este sugirió la "ley de las octavas". Tal como en la escala musical cada octava nota repite la primera, en la escala de Newlands, que dispuso los elementos en serie de acuerdo con la magnitud de sus pesos atómicos, las propiedades de cada octavo elemento eran parecidas a las del primero. ¡Pero qué reacción irónica despertó su descubrimiento! ¿Por qué no trata de disponer los elementos en orden alfabético? ¿Puede ser que en este caso también se pone de manifiesto alguna regularidad?"
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