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Jake Adelstein - Tokyo Vice

Aquí puedes leer online Jake Adelstein - Tokyo Vice texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2009, Editor: ePubLibre, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Jake Adelstein Tokyo Vice
  • Libro:
    Tokyo Vice
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2009
  • Índice:
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Tokyo Vice: resumen, descripción y anotación

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Agradecimientos

Me gustaría dar las gracias a una serie de personas que me han ayudado a escribir este libro, seguir con vida y mantener a mis amigos y a mi familia a salvo. Las mencionaré sin ningún orden en particular.

A quince hombres del cuerpo de policía de Tokio y de la Agencia Nacional de Policía, especialmente la Banda de los Cinco.

A unos cuantos yakuzas buenos. Sí, existen.

A la valiente Michelle Johnson, que se quedó conmigo cuando todos los demás se fueron y que me vendó cuando lo necesité.

A Howard Rosenberg, por cuidar tanto de mi padre como de mí a lo largo de los años.

A Sunao Adelstein, que ha aguantado mucho, ha criado a nuestros hijos casi sin ayuda, ha sido una gran esposa, una madre fantástica y es una de las mujeres más guapas e inteligentes que he conocido nunca. Ojalá yo hubiera hecho las cosas bien o que todo hubiera acabado de otra manera.

A Beni, mi preciosa y brillante hija, y a Ray, mi inteligentísimo y muy valiente hijo. Espero que cuando sean lo bastante mayores como para leer este libro aprendan de mis errores y lleven una vida mejor.

A Bob Whiting, un gran escritor y un amigo excelente. No podría haber acabado el libro sin él.

A Tim O’Connell, de Pantheon Books, un gran tipo, un magnífico cocinero de sushi y el mejor editor que un autor podría desear.

A Katie Preston; su notable dominio de la lengua inglesa, su íntimo conocimiento de la lengua y la cultura japonesas y su sensibilidad editorial no tienen precio.

A Christina Kinney, chica para todo, investigadora y superheroína.

A Michiel Brandt, que venció cuatro veces a la leucemia y fue la investigadora más risueña del mundo. Fue toda una inspiración para mí y la mejor amiga que he tenido nunca.

A Asako Ichisaka, mi mejor amigo y confidente y el mejor ayudante del mundo.

A Su Santidad el Dalái Lama, por sus buenos consejos. Siento haberle hecho esa pregunta en el avión, pero necesitaba saberlo. Espero que los auriculares con cancelación de ruido sigan funcionando.

Al Yomiuri Shinbun, por darme una oportunidad en primer lugar.

A Boting Zhang, que ha sido mi editor y asesor de guardia las veinticuatro horas y mi Kannon Bosatsu particular. Gracias a mi editora ronin Tama Lung y a su marido Phil, que me ofrecieron un lugar donde esconderme y su apoyo incondicional cuando todo era una locura, y especialmente a Tama, que ha disfrutado de la experiencia de escribir conmigo.

Merci beaucoup también a Kaori Shoji, escritora brillante en dos idiomas —«la Dorothy Parker de Japón»— y buena amiga y confidente cuando más lo necesitaba.

Al orgullo de Montana, Kathy Laubach, y en especial a Sarah Noorbakhsh, que no solo contribuyó en gran medida al libro, sino que puso en marcha el blog relacionado, , con gran entusiasmo y profesionalidad. Es una periodista maravillosa y una amiga en la que se puede confiar.

Gracias a John Pomfret y a Emily Langer, de la sección «Mirador» del Washington Post, por revisar y publicar mi artículo en mayo de 2008.

A Andrew Morse, el responsable de la delegación de San Francisco de Dow Jones Newswires, por su apoyo y por presentarme a John Glionna, alias Mosca, de Los Angeles Times. Fue un placer trabajar con él y con Charlie Ornstein.

Un agradecimiento especial a Lara Logan, cuyos sinceros comentarios ayudaron a pulir el manuscrito. Vanessa Mobley, una maestra de la palabra, también me orientó en la dirección correcta.

Los agentes especiales del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas Jerry Kawai y Mike Cox merecen un reconocimiento particular por dejarse la piel recuperando el dinero manchado de sangre de Kajiyama y devolvérselo a sus víctimas en Japón. Son increíbles. Tiene también mi agradecimiento el exagente especial Jim Moynihan, por ser sincero conmigo y por todo lo que ha hecho para que Japón prohíba de forma parcial la pornografía infantil.

Debo darles las gracias a mis compañeros periodistas y antiguos jefes en el Yomiuri: Maruyama, Komatsu, Yamamoto, Shimizu, Murai, Hirao, Mizoguchi, Yamakoshi, Wakae, Misawa, Inoue, Umemura, Kurita, el loco de Nakamura, Endo, el presidente Mizukami, Cabeza de Piedra Ishima y todos los demás. Les agradezco el tiempo que pasé allí y todo lo que aprendí de ellos.

Gracias también a los que me ayudaron durante mis años como estudiante en Japón. A Ryogan Adachi, el monje budista que me dejó vivir en su templo cuando yo estaba en la universidad. A Laurence Moriette, que me enseñó modales europeos en la mesa. A mis profesores de la Universidad de Sophia, sobre todo al profesor James Shields, que me enseñó a apreciar la literatura japonesa, y al profesor Richard Gardner, que me mostró que Japón puede ser un lugar loco y místico. Speer Morgan, escritor, editor y mentor, también me dio valiosos consejos.

Un saludo también a Action y a su compañero, dos personas a las que no puedo nombrar pero que han estado conmigo en las alegrías y en las penas. Gracias por estar siempre ahí. A Ikuru Kuwajima, mi protegido, un fotoperiodista fantástico y un amigo intrépido. A Rod Goldfarb, que siempre me ha cubierto las espaldas, y a Tim y Gina Overshiner por aguantarme. A Arianne, excompañera de banda y mi segunda escorpio favorita. A Shannon Loar, mi vecina cuando era niño y una buena amiga hasta hoy. A J. T. Rogers, dramaturgo y senpai. A Aya Yoshikawa, supervillana, supermadre y buena amiga, y a la increíble P-rama, que baila con los ojos cerrados. Gracias de nuevo a Greg Starr y Elmer Luke, que hicieron posible el primer borrador. Y, por supuesto, a mi madre, Willa Adelstein, que me llevó en el vientre durante nueve meses, como no deja de recordarme. Gracias a mis hermanas, Jennifer y Jacky, que siguen pensando que soy un ser moralmente reprobable y un imbécil y consiguen, así, que no se me suba la fama a la cabeza. Me gustaría expresarles mi agradecimiento a ciertos amigos de la Oficina de Investigaciones Especiales de las Fuerzas Aéreas (OCI, por sus siglas en inglés), del Servicio de Investigación Criminal Naval (NCIS) y de la Administración de Control de Drogas (DEA), que se desvivieron por ayudarme. Pete, Joe y Miki han hecho un gran trabajo impidiendo que las drogas de Corea del Norte inunden Japón. Una mención especial para Miles Saverin, experto en la yakuza y notable agente de inteligencia, y para Aki Adachi, un fantástico compañero periodista. Le debo mucho a Anna Przeplasko por hacer las fotografías para la cubierta. Kou Sundberg no tiene precio como investigador de la yakuza Keizai. Gracias también a la maga de la biblioteconomía e investigadora del tráfico de personas Courtney Waters. Y a Jean Ren por la revisión adicional del manuscrito y por sus consejos de máster del universo.

Me gustaría dar las gracias asimismo a Dan Frank, Pat Johnson, Paul Bogaards, Edward Kastenmeier, Chris Gillespie, Michiko Clark (que pasó como yo por Saitama), Altie Karper, Catherine Courtade, Virginia Tan, Suzanne Smith y el Departamento de Venta de Derechos al Extranjero y al resto de los trabajadores de Pantheon Books que han ayudado a que todo esto sea posible.

Me inclino ante ellos y les doy las gracias también a algunos de los esforzados periodistas que aquí en Japón sido buenos amigos y fuente de inspiración para mí en los últimos años. Al experto en la yakuza David McNeill, al intrépido Justin McCurry, al hábil periodista económico Leo Lewis, a la especialista Coco Masters, al experto en crimen Mark Schreiber, al genio de la subcultura Hiroko Tabuchi, a Dan Slater, a Allison Backham, a Marsha Cooke, a Richard Lloyd Parry, a Julian Ryall, a la superestrella de AP Tomoko Hosaka, al experto en juego Benjamin Boas, a la estupenda entrevistadora, escritora y blogger Lisa Katayama y a todos los que quedan fuera del sistema de las salas de prensa. No sé si es habitual que haya disculpas en los agradecimientos, pero yo voy a incluirlas. Debo pedir disculpas a mi familia y a algunos de mis amigos por someterlos a tanto estrés y también por ponerlos quizá en peligro. Me volví loco durante un tiempo, y en esa época es probable que fuera muy irritante y causara muchas molestias a mucha gente. Lo siento.

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