Sana locura
© Valentina Lizcano, 2020
© Editorial Planeta Colombiana S.A., 2020
Calle 73 No. 7-60, Bogotá
www.planetadelibros.com.co
ISBN 13: 978-958-42-8759-5
ISBN 10: 958-42-8758-3
Primera edición en el sello Diana: mayo de 2020
Fotografía de cubierta: Hernán Puentes
Diseño de cubierta: Paula Vargas Salazar
Departamento de diseño Grupo Planeta
Desarrollo E-pub
Digitrans Media Services LLP
INDIA
Impreso en Colombia- Printed in Colombia
Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados.
Quiero dedicar este libro a mi hijo, el motor de mi vida, quien inspira en mí esas ganas de ser un mejor ser humano para poder guiarlo por este mundo y sembrar semillas positivas en su ser, en su alma. Aunque, de manera inconsciente, él ya sepa qué es lo que viene a hacer, me gusta sentir que hago parte de todo su proceso.
A mi madre hermosa, con quien he tenido el proceso de sanación más duro. Aunque en algunos momentos de estás páginas se pueda creer que ella cometió mil errores, bendigo nuestro camino juntas porque nos ha traído hasta donde estamos, y no tengo una mejor amiga en este plano que ella.
Finalmente, a todos los que estas palabras, esta historia de vida y estas herramientas traigan luz; aunque la llegada de esa luz a sus vidas pueda mover muchos cimientos y, dependiendo de la resistencia que cada uno ponga, sea una experiencia más o menos agradable. A ti, querido lector, te dedico estas páginas.
Introducción
Le tenemos pánico al cambio; es un hecho. No hay sino que ver la cara de quienes sacan la carta de La Muerte cuando les echan el tarot para entenderlo. Si la persona no sabe lo que significa, seguramente se pondrá pálida. El Arcano Sin Nombre indica cambio, y cambios es lo que experimentamos todos los seres humanos día a día, mes a mes, año a año. Lo que hay que pedir es la conciencia suficiente para entenderlos y no sufrir.
Pasa igual cuando un astrólogo anuncia al tan temido “Mercurio retrógrado”. Se dispara una alerta máxima: “¡Cambios! ¡Vienen cambios!”. El miedo surge porque muchos están aferrados al momento. Hay que acostumbrarse a él; pero el que no acepta el cambio está condenado al sufrimiento, punto.
Tú tienes el poder de que ese cambio sea todo lo negativo o todo lo positivo que se te pegue la gana. “Pero cuando llegó estaba casada y me separé”. Bueno, eso puede ser tan positivo como tú lo quieras ver. “No, pero es que era el hombre de mi vida…”. Sí, era el hombre de tu vida pero hasta ahí llegó; ahora viene otro hombre de tu vida. ¡Qué delicia! Vas a volver a sentir mariposas en la barriga, vas a volver a sentir miedo e inseguridades, que también desencadenan cosas maravillosas. Entonces, ¿por qué el miedo? Porque nos educaron pensando que el cambio es malo.
Este libro es la representación de mi gran cambio, la gran transmutación que he venido experimentando hace muchos años, pero, más conscientemente, los últimos once. Es la consolidación de un trabajo de metamorfosis que no termina con su escritura.
De aquí saldrán más historias. Aun así, es un gran paso abrir ese cuarto útil lleno de cucarachas y dejar que todo el mundo las vea, al mismo tiempo que lo hago yo. ¿Por qué quiero que sea así? Porque soy una mujer con una fuerte energía comunicativa, por mi signo (Tauro), por el poder que tiene mi quinto chacra (vishuddha, el de la expresión artística), porque nací con este don de hablar y hablar… Y porque, después de consolidar una comunidad en redes sociales como la que tengo, es casi una obligación.
En Instagram, particularmente, pongo muchas ideas, pero es algo que llega y pasa; no es fácil consultarlas después si alguien quiere. De hecho, a veces sucede que encuentro contenido muy bueno y empiezo a hacer carpetas en mi cuenta que luego no hallo y pierdo cosas que realmente quiero leer, sobre todo si no puedo hacerlo inmediatamente.
He creado una comunidad que se ha acostumbrado a mis largas pastorales –y muchos se las leen–, pero cada vez más personas prefieren IGTV. Otras, sin embargo, necesitan consultar. En ocasiones, sobre un post en el que hablo acerca de cómo supero mis momentos difíciles hay quienes hacen preguntas meses después.
Creo que la mejor manera de que las personas puedan tener una herramienta a mano y consultarla cada vez que deseen es un libro. Tengo varios que he leído cinco o seis veces y otros que ya no leo completos, pero voy al capítulo que me concierne o me interesa en ese momento de mi vida porque necesito algo especial y sé que ahí está. Y es por eso que quiero que la gente tenga un ejemplar de Sana locura.
Este libro relata mi camino de transformación, habla de cómo salí de la adicción a la cocaína, al sexo y a las relaciones tóxicas, y decidí cambiar mi vida; ese camino lo diseñé para mí, pues no soy profeta, pero quiero que sirva de inspiración para quienes deseen construir el suyo y quiero compartirles las herramientas que a mí me funciona para lograrlo.
Todo comenzó la noche del lanzamiento de la segunda temporada de Playboy en Colombia. Luego de casi ser abusada por dos “amigos” del medio de la actuación llegué a mi apartamento y me descontrolé: bebí y consumí cocaína hasta que el cuerpo casi se da por vencido. Esa madrugada, por poco muero de sobredosis y ahogada en una tina. Ahí dije: No más.
Haber llegado hasta ese punto me obligó a hacerme las preguntas que iniciaron mi proceso de sanación: Si me voy para allá, ¿qué pasa? ¿Qué hay? Sin este momento de “vida o muerte” quizás no me hubiera formulado los interrogantes que, supongo, muchos se han formulado, ya sea porque pasaron por algo parecido, se enfrentaron a la muerte o simplemente tuvieron la inquietud: ¿Qué pasa con todo lo que he hecho aquí? ¿Qué pasa con mi familia, con mi mamá? ¿Será que si me muero ella se mata a causa de ello? ¿Será que para el otro lado me llevo culpa? ¿Qué sigue? ¿Cuál es ese otro lado? ¿Dios me va a juzgar porque consumí drogas? ¿No me va a querer porque no he tenido una vida sexual ordenada, porque no he cumplido con crecer, casarme y tener hijos? ¿Qué pasa con todo esto? Y, sobre todo, no hubiera llegado al fondo del asunto: ¿Será que Dios no me va a querer porque no soy la buena católica, la buena samaritana que ha cumplido con los diez mandamientos, que nunca ha dicho una grosería, que no ha pecado, que no ha consumido drogas, que no ha tomado, que no ha robado, que no ha mentido, que ha honrado a sus papás?
He faltado a todos los mandamientos. Por supuesto, no he matado, aunque si vamos a la letra menuda lo he hecho indirectamente con otros seres porque como carne. Le robaba a mi mamá, también le mentía, y no solo a ella, en mis relaciones lo hacía. Puse los cachos, me drogué lo que quise, fui infiel y me metí con un tipo casado en algún momento de la vida.
Vamos a ver, la he cagado hasta el fondo. Creo que ese desasosiego de creer que Dios no me amaba y que no me iba a querer recibir al otro lado, sino mandarme directo al infierno, hizo que al final no me fuera de este plano: No, espérate... Necesito entender cómo es esto. No puedo seguir creyendo que Dios no me quiere, porque si eso es así ahí sí estoy jodida. Que no me quiera nadie: que no me quiera mi mamá, que no me quiera mi novio, que no me quieran mis amigas, que no me quiera la sociedad, pero ¿Dios?
Estas fueron las preguntas clave que hicieron que dejara las drogas y que quisiera llegar a la raíz del problema. En el recorrido me encontré con diferentes culturas y maneras de ver la vida y la espiritualidad. Lo que he tratado de hacer a lo largo de este proceso es ir al fondo de ellas, aprender y tomar lo que me sirve, lo que vibra conmigo. Entender las enseñanzas, sin embargo, no es algo que ocurra instantáneamente. En mi caso, han pasado años antes de que hagan ‘clic’.
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