Este libro no sería lo que es sin el ingenio, la sabiduría, el humor y las lágrimas de tantas personas—tanto amigos queridos de toda la vida como pobres seres desafortunados que tuvieron la mala suerte de ser nuestros compañeros de vuelo—que compartieron con nosotras sus historias. Nuestros agradecimientos más sinceros a todos ustedes, que, aunque permanecerán por siempre anónimos, nos permitieron dar un vistazo a sus corazones, sus mentes, sus cocinas y sus alcobas.
Gracias también a nuestro agente, Richard Abate, de ICM, por sus sabios consejos, su apoyo incondicional y su estricta fidelidad a la perspectiva masculina. Nunca entenderemos lo que lo llevó arriesgarse con estas tres principiantes, pero siempre tendrá nuestro agradecimiento por su osadía. Gracias a Kate Lee, nuestra agente adicional, y a todas las demás personas talentosas del personal de ICM. ¿Dónde estaríamos de no ser por Allyn Magrino, nuestra gran amiga y una de las mujeres con mayores conexiones importantes es Nueva York?
Todos en HarperCollins han hecho de esta experiencia un verdadero placer. Estamos especialmente agradecidas con la editora Mary Ellen O’Neill, por su entusiasmo y su apoyo, por su amabilidad, su talento y su amor, y porque siempre nos impulsó a continuar, nos obligó a repensar nuestros planteamientos y nos hizo reír de principio a fin. A Joe Tessitore que nos sorprendió con su incesante energía y compromiso para hacer de este libro un éxito. A Paul Olsewski, Shelby Meizlik, Jean Marie Nelly, Felicia Sullivan y Laura Dozier, son simplemente los mejores en su campo.
Queremos darle las gracias a Larry Martin por sus fabulosas ilustraciones y su extraordinaria paciencia, así como por el humor con el que siempre respondió a nuestras excéntricas solicitudes de último momento, como, “¿Podrías hacer que el conejo macho se viera un poco más cornudo?”
Quisiéramos agradecer a nuestros amados padres—Richard y Judy Harris, Brendan y Mary O’Neill, y Lou y Julie Pirkey—por toda una vida de amor, apoyo y entusiasmo extremo. También estamos profundamente agradecidas con nuestros fabulosos suegros: Susan Cockrell y Will Lapage, Mohinder y Krishna Kadyan, Jerry y Evelyn Stone, y Tom y Weezie Duff, que no se parecen para nada a nuestros Parientes Políticos del Capítulo 5, y que se han desvivido por ayudarnos durante todo este proceso. Nuestros más profundos agradecimientos también a esas maravillosas mujeres que nos han ayudado a mantener la paz en nuestros reinos y, por lo tanto, en nuestras mentes: Dorina Hinosja, Sharlene Parker, Barbara Timko y Brandy McDonald.
También a nuestros hijos: Jaclyn, James, Ross, Kate, Mueve, Theo y Henry; en cierta forma, este libro lo escribimos para ustedes. Queremos ser las mejores mamás (y los mejores papás) que podamos, esperamos que este libro nos ayude a lograrlo. Gracias por su (ocasional) paciencia y por su (limitada) comprensión. Es más de lo que merecemos. Gracias por ayudarnos a hacer este sueño realidad. Prometemos que un día haremos lo mismo por ustedes.
Queremos ante todo dar las gracias a nuestros esposos, Ross, Mike y Gordon, nuestros mayores admiradores ( ¿Todavía no terminan el libro ?), nuestros más duros críticos ( Este es un diagrama de lo que está mal en el Capítulo 3 ), y nuestra principal fuente de inspiración (¡ Yo no dije eso !). Gracias por todas las veces que tuvieron que quedarse los fines de semana cuidando los niños; gracias por ir al supermercado a buscar pañales, leche y aserrín para la caja del gato; gracias por haber adornado a la princesita con todas sus joyas en un último y desesperado esfuerzo por mantener entretenidos a los niños, al final del día, sin ustedes no hubiéramos podido hacerlo. Este libro surgió de lo mejor que tenemos en nuestros corazones y de la felicidad que encontramos en estar casadas con ustedes.
STACIE COCKRELL, CATHY O’NEILL Y JULIA STONE son esposas, madres y buenas amigas que se abren camino, hombro a hombro, por las primeras etapas de la maternidad.
Stacie Cockrell trabajó como profesional en finanzas y mercadeo en Dell, Inc., y fue cofundadora de una empresa de alta tecnología, antes de convertirse en mamá de tiempo completo. Cathy O’Neill, proveniente de Dublín, Irlanda, es una abogada que trabaja como asesora de gerencia. Julia Stone fue gerente de producto en el campo de servicios educativos, y se convirtió también en una mamá que permanece en el hogar. Entre las tres tienen siete niños, el mayor de los cuales acaba de entrar al jardín de infancia. Todas tuvieron su segundo (o tercer) hijo mientras escribían este libro. No recomiendan combinar estas dos experiencias.
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Bien, ¿Aprendimos Algo?
Las tres comenzamos a escribir este libro con múltiples interrogantes y muy pocas respuestas. Ahora, sin embargo, tenemos todas las respuestas y nuestros matrimonios son perfectos en todos los aspectos…
Eso quisiéramos.
Digamos que las cosas mejoraron en gran medida, pero aún nuestros matrimonios siguen en proceso de mejorar, y siempre será así. Hoy somos más felices que hace dos años, de eso no hay duda. Y a excepción de los momentos difíciles de alto dramatismo, “¿Cómo así que debo cuidar los niños de nuevo para que tu puedas escribir? ¡No te parecería mejor escribir algo que se llamara Proteja Su Matrimonio, No Permita que Escribir un Libro lo Destruya!,” nuestros esposos también están más felices (sí, se lo preguntamos). Escribir este libro nos ayudó (y, gracias al fenómeno de ósmosis, ayudó a nuestros esposos) a convertirnos en mejores navegantes de los peligrosos mares de la paternidad temprana.
Es así como después de dos años y tres niños más (uno en cada uno de nuestros hogares), cientos de conversaciones y educacionales períodos de desaliento, podemos preguntarnos, ¿qué hemos aprendido?
A Veces, Es Mejor Aceptar la Enorme División
Entre Mamá y Papá
Esto fue algo que nos resultó muy difícil a todas. Pero cuando oímos las mismas quejas una y otra vez, como nos ocurrió en este proceso, “Simplemente no entiende lo difícil que es para mí,” “¿Por qué se molesta ella tanto si compro los pañales que no son?,” nos vamos dando cuenta de que deseamos y necesitamos cosas distintas, y de que eso está bien. El comportamiento compulsivo de la mamá es algo normal. El papá que busca formas más fáciles de hacer las cosas, está mostrando también un comportamiento normal. El comportamiento de perros callejeros de los esposos es normal. El comportamiento de la mamá que se encierra en sí misma es normal. Ante estas diferencias inevitables, lo mejor que podemos hacer a veces es soportar algunos de los comportamientos incomprensibles de nuestros cónyuges (la obsesión de la esposa por el aerosol contra los insectos y el protector solar) y las exigencias de él (el deseo de hacer el amor con regularidad).