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“La congoja abate el corazón del hombre; la buena palabra lo alegra”.
¡Guao! Estoy muy emocionada por este libro. Espero con toda el alma que de verdad pueda ayudarle a manejar, incluso a eliminar, el estrés de su vida. Permítame decirle por qué Sobrecarga: cómo desconectarse, relajarse y librarse de la presión del estrés me emociona de forma particular.
En todos mis años de ministerio, he enseñado y escrito sobre una gran variedad de temas. Conozca a Dios íntimamente, Palabras de poder, Cómo oír a Dios, ¡Ayúdenme, siento miedo! ¡Viva con esperanza!, El campo de batalla de la mente, Pensamientos de poder, Adicción a la aprobación; por solo nombrar unos pocos.
Y como cada tema que Dios me ha impulsado a escribir o enseñar es importante, siento que hay algo especial en este libro. El estrés es algo con lo que estoy muy familiarizada, no es solo un tema que estudié, no es solo un tema del que leí, y no es solo un tema del que fui testigo distante.
El estrés es algo que he tenido que enfrentar personalmente.
Es un enemigo contra el que he tenido que luchar en repetidas ocasiones. Algunas veces he ganado y otras he perdido, pero el estrés es definitivamente un adversario que he conocido en el pasado… y al que a veces tengo que confrontar y manejar en mi vida presente.
Ha habido días en los que el estrés ha tratado de robarme la paz y secuestrar mi alegría. El ritmo frenético de la vida, las agendas apretadas y las malas decisiones, han sido las formas en las que el estrés ha irrumpido en mi vida. Y en verdad ha irrumpido. El estrés nunca entra a nuestra vida por la puerta de atrás. Prefiere ingresar por la puerta principal.
Es probable que usted sepa de lo que hablo. De hecho, creo que usted sabe exactamente a lo que me refiero. Estoy segura de que también ha experimentado frustraciones, presiones y situaciones estresantes. Probablemente ha tenido una pila de facturas que llega hasta el techo, los niños han estado a punto de enloquecerle, su jefe no ha querido entrar en razón, el automóvil ha empezado a hacer ese ruidito de nuevo (puede que hoy sea uno de eso días).
Así que, al parecer, usted y yo estamos en el mismo barco. Puede que usted no conozca los detalles (aunque compartiré algunos en las próximas páginas), aun así puede entender el tipo de estrés que yo he sufrido. Y aunque yo no conozca todos los detalles, puedo entender el tipo de estrés que ha sufrido usted.
Creo que esa es la razón por la cual me emociona tanto escribir este libro, y que usted lo esté leyendo. Porque siento que estamos juntos en esto. Usted y yo somos compañeros en este viaje para reducir los niveles de estrés. Ambos nos hemos sentido exasperados, ambos nos hemos sentido desanimados, y ambos hemos considerado la idea de escaparnos a alguna playa para estar aislados de todos (es en broma… creo).
Pero permítame abrir el espectro más allá de usted y yo. Quiero que vea un cuadro más amplio. ¿Sabía que hay alguien más que entiende las presiones del estrés? ¿Alguien más que se puede identificar con lo que usted sufre cuando la vida se pone de cabeza y las cosas se salen de control?
Esa persona es Jesús.
Si esa respuesta lo sorprende, considere por un momento algunos de los elementos estresantes que Jesús tuvo que enfrentar:
1. Su variado grupo de discípulos necesitaba corrección constante.
2. Los fariseos y saduceos trataban continuamente de desacreditar su ministerio en público.
3. Dondequiera que Él llegaba, se formaban inmensas multitudes de personas deseosas de recibir milagros.
4. La gente de su propia tierra natal, Nazaret, rechazó sus enseñanzas.
5. Uno de sus discípulos escogidos lo traicionó por treinta monedas de plata.
A mí eso me parece bastante estresante. Y eso sin tomar en consideración el hecho de que Jesús estaba en una misión divina para salvar a la humanidad de sus pecados y reconciliarnos con Dios. Jesús sabía que iba a sufrir una muerte cruel; para Él no fue ninguna sorpresa. Sin embargo, nunca se detuvo en su camino hacia la cruz. Ese es un tipo de estrés que ninguno de nosotros puede imaginar. Puede ser difícil de creer que Jesús sufriera estrés, pero la Biblia nos enseña que Él comprende todas nuestras debilidades y flaquezas, porque sufrió todas las tentaciones que sufrimos nosotros, pero nunca cayó en pecado (Heb. 4:15).
Pero en medio de todo el estrés y la presión, Jesús decía cosas como estas:
“La paz os dejo, mi paz os doy”.
Juan 14:27 (negritas añadidas)
“En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”.
Juan 16:33 (negritas añadidas)
“Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo”.
Juan 15:11 (negritas añadidas)
También, en medio de una tormenta huracanada, reprendió a los vientos para que se calmaran, y luego les dijo a los discípulos: