En este libro te invito a hacer un recorrido por un edificio muy particular. Visitarás las distintas viviendas de una finca repleta de psicología, en cada una de las cuales habitan personas tan sanas o tan vulnerables como tú y como yo. Con un guiño al gran Ibáñez y a su 13 Rue del Percebe (¡qué grandes ratos me hizo pasar cuando era un niño!), a lo largo de su lectura comprobarás que en este inmueble conviven personas con dificultades para autocontrolarse con otras que tienen tendencia a procrastinar; personas con baja autoestima con otras que facilitan la vida a las demás y que pisan fuerte sin chafar a nadie. En cada una de las puertas hallarás vida, amor, dolor, sufrimiento, cambios, humor positivo, planes de acción para cada uno de sus ocupantes y, por supuesto, mucha psicología. Es muy probable que en algunas de ellas te veas representado, o puede que alguna de las historias te recuerde a alguien cercano. Y es que estos vecinos, que a partir de ahora serán tus vecinos, son muy similares a ti y a mí. Probablemente seamos tú y yo. Espero que disfrutes de la lectura y que tengas bien presente el lema «menos mente y más vida». Y recuerda siempre que, como te indicamos en el título del libro, vivir nunca falla.
PUERTA 1
AUTOESTIMA
Cómo quererse más y no parecer un narcisista
El extraño caso de una mujer a la que se le apagó el amor propio de no usarlo y dijo basta
El cinturón de seguridad del coche, los catorce semáforos de ida al trabajo más otros tantos de vuelta, las líneas continuas y las incontables señales de tráfico, la declaración de la renta, las contribuciones, la luz, el agua, el gas y el seguro de la casa. La hipoteca, el wifi, la comida, el aparcamiento, la bebida, Spotify, aguarrás, dormir, escuchar, pagar, ir al baño, Netflix, vestirse, hacer compras, limpiar, óleos, abrir, cerrar, ir y llegar. Enfadarse, volver a pagar, pinceles, el coche a plazos, lienzos, reír, subir y bajar, pagar por enésima vez… y así hasta el infinito. Después de seis años y un día sin ser del todo consciente de sus obligaciones, la vecina que vive en la puerta 1 ha adoptado el modo analítico creativo y ha padecido un auténtico revés al ponerse a pensar en sus obligaciones imaginarias. Funcionaria de la Diputación Provincial con una jornada laboral de ocho a tres y sin fichar jamás por las tardes, estaba harta de pagar y cansada de aguantar al jeta de su marido. Y ante todo eso, ha dicho basta. Esta mañana ha finiquitado su relación marital tras tres años de noviazgo y ocho de convivencia. Abrumada por las deudas, angustiada por las obligaciones y estresada por las actuales rutinas, ayer tomó la decisión de derrotar al amoroso ayer, confiando en conseguir la victoria del mañana.
Su marido, un tipo entrado en años, calvo, con una barba que navega entre lo hipster y el descuido, es un caminante sin camino enfundado en una camiseta gris y con calcetines a rayas que no trabaja desde hace seis años y medio. Y, como suele ocurrir en este país, no es por falta de oportunidades laborales (algo bastante habitual). Aficionado a la pintura pero con escaso nombre en el mundo del arte, tuvo la buena (o, mejor dicho, la mala) suerte de exponer su obra hace siete años. Vendió bien vendidos ocho de sus cuadros, y esa fue su mala suerte. La galería de arte que acogió la exposición le consiguió una buena crítica en uno de los dos periódicos locales y un par de reseñas en una gaceta de arte de tirada nacional en la que los artistas plásticos marcan tendencias. «Un pintor cotizado y de éxito nacional», pensó. Gracias a los 20.000 euros que sacó de la exposición, junto a los 2.000 que tenía ahorrados, y contando con la seguridad que le daba el empleo de su mujer, se convenció para mandar a hacer puñetas su trabajo de contable. Un puesto que le aportaba dinero y cierta seguridad, que propiciaba la estabilidad matrimonial, pero le impedía aplicar color a su escala de grises. Con el apoyo incondicional de ella y sabiendo que no hay que dejar escapar el carro del éxito esa única vez en la que pasa por la puerta de tu casa, se lanzó a perseguir fama y dinero con la ayuda de los óleos y un pincel. La frase «La vida es como un lienzo en blanco en el que tú puedes pintar» parecía creada para él.
Durante todos estos años, ella no ha dejado de animarlo y de remar en su mismo sentido. Sin más dinero que aportar a la casa que el suyo, ha ido viendo cómo se vaciaba la cuenta corriente y reducía cada vez más los gastos superfluos. Pocos caprichos, cero viajes a excepción de la escapada a la casa del pueblo de sus abuelos, cenas contadas y casi ningún otro dispendio más allá de la suscripción a Netflix, que comparte con sus dos hermanas. Le chiflan las series y es de las pocas cosas que ha consumido en los últimos años. Ella, que cuando llegaba septiembre se dejaba convencer por los anuncios de coleccionables de libros o de casitas de muñecas, se olvidó de los fascículos. Desde hace tres años, solo colecciona exposiciones anodinas y sordas críticas en alguna gaceta artística.
Durante estos años de estudio, viajes, cursos de perfeccionamiento, litros de aguarrás, lienzos, pinceles y exposiciones, él solo ha conseguido vender cuatro cuadros. Tras haberse encargado de todo mientras su marido pintaba a la nada, ella por fin ha dicho basta. No se han producido cambios, ni ha habido un regreso a la contabilidad a media jornada. Ella ha firmado contratos de permanencia mientras él supervisaba las ausencias. Ella ha vivido para el ahora y él se ha sumergido en alcoholes destilados. Ella soñaba con los pagarés mientras él difuminaba sus lienzos. Ella ha mantenido los pies en el suelo mientras él intentaba volar sin lograr trascender. Él pinta sus proyectos mentales y ella va a empezar a proyectar sus deseos reales.
Esta tarde ha tenido la tercera sesión en línea con su terapeuta. El estrés, el desajuste psicológico y emocional, las dudas, el exceso de ataduras y responsabilidad, la culpa y la tristeza son síntomas que la han empezado a poner en jaque. Ha vuelto a hacer ejercicio, se ha lanzado a añadirle un poco de color a su vida y se ha abierto una cuenta en Tinder. Le ha dicho a su marido que se larga de casa, que ya está harta de domingos de lienzos metida en casa. Dado que la Administración permite coger excedencias laborales muy flexibles, acaba de solicitar un permiso de seis meses sin empleo y sueldo. Ha decidido aprovechar la oportunidad y ha hecho la mochila, ha dejado una nota de despedida en un lienzo sin estrenar que había en la entrada de la casa y se ha fugado a perseguir sus sueños. Se ha dado cuenta de que de la «jetanosis» también se sale.
Veamos cómo va tu proyecto vital.
Tu proyecto vital: los demás son más grandes que tú porque te pones de rodillas
Me gustaría que dedicaras unos minutos a observar las diferentes áreas vitales de la imagen. ¿Qué áreas son importantes en tu vida y cómo están hoy? ¿En cuáles te gustaría trabajar? ¿Qué clase de persona quieres ser? ¿En qué quieres que consista tu vida? No tienes que abordarlas todas ni sentir identificación con cada una de ellas. Por ejemplo, para una mujer que no es madre, porque ha decidido no serlo o porque no ha podido, obviamente no existirá el área de la maternidad. Lo mismo puede pasar con la espiritualidad. Hay personas que cumplen con sus preceptos espirituales y santifican las fiestas; otras que solo lo hacen de tanto en tanto y que rezan sus oraciones de uvas a peras, o cuando lo necesitan, y otras desarrollan su espiritualidad abrazando árboles o acudiendo a retiros en mitad de la naturaleza. Incluso hay áreas que se solapan con facilidad, como es el caso del ocio, la diversión y la amistad, o del ocio y la espiritualidad.