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Julia Cameron - Nunca es demasiado tarde para ser un artista: Descubre la creatividad y el sentido de la vida después de la jubilación

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Julia Cameron Nunca es demasiado tarde para ser un artista: Descubre la creatividad y el sentido de la vida después de la jubilación
  • Libro:
    Nunca es demasiado tarde para ser un artista: Descubre la creatividad y el sentido de la vida después de la jubilación
  • Autor:
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    Penguin Random House Grupo Editorial España
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    2017
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Nunca es demasiado tarde para ser un artista: Descubre la creatividad y el sentido de la vida después de la jubilación: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Nunca es demasiado tarde para ser un artista: Descubre la creatividad y el sentido de la vida después de la jubilación" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

«Este libro es el resultado de un cuarto de siglo enseñando. Es mi intento por dar respuesta a la pregunta: Y ahora ¿qué? para quienes entran en el segundo acto de sus vidas.»

Julia Cameron ha inspirado a millones de lectores con su superventas sobre creatividad El camino del artista.Nunca es demasiado tarde para ser un artista es un libro dirigido a ese segmento de población formado por personas, los jubilados, que, paradójicamente, aunque tienen más tiempo para ser creativos, a menudo se sienten escépticos o intimidados respecto al proceso de creación. Cameron demuestra que la jubilación puede ser el periodo más fructífero, satisfactorio y creativo de sus vidas.

Cuando nos jubilamos estrenamos una libertad que puede resultarnos emocionante, pero también abrumadora. Nuestra vida ha cambiado y la que llevaremos a partir de ahora aún está sin definir. En este libro Cameron demuestra a sus lectores que cultivar su yo creativo puede ayudarlos a navegar estas nuevas aguas. Cuenta historias inspiradoras de personas jubiladas que descubrieron nuevos intereses artísticos y pasiones que hicieron algo más que llenar sus vidas: alimentaron sus almas.

Estructurado como un curso de doce semanas destinado a definir, y crear, la vida que quieres tener a partir de ahora, Nunca es demasiado tarde para ser una artista incluye herramientas sencillas que te guiarán e inspirarán para que aproveches al máximo esta nueva etapa de tu vida:

-La autobiografía ofrece la oportunidad de reflexionar, y celebrar, tus experiencias pasadas. Este libro te guiará mediante pasos sencillos y factibles en la aparentemente difícil tarea de escribir tu vida.

-Las páginas matutinas son un ejercicio escrito y privado de libre fluir de conciencia que ha de hacerse diariamente. En ellas podrás expresar deseos, placeres, rencores y alegrías, que a su vez teayudarán a enfrentarte al día con más claridad y concentración.

-Las citas con el artista promueven la diversión y la espontaneidad.

-Los paseos en soledad mitigan la ansiedad y despejan la mente. Este proceso divertido, relajado y gradual te ayudará a explorar tus sueños creativos, tus deseos e ilusiones y pronto comprobarás que nunca es demasiado tarde para volver a empezar.

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Este libro está dedicado a Jeremy Tarcher cuya vida de creatividad nos inspiró - photo 6

Este libro está dedicado a Jeremy Tarcher, cuya vida de creatividad nos inspiró a todos.

Introducción

Hace veinticinco años escribí un libro sobre creatividad titulado El camino del artista. En él explicaba, paso a paso, exactamente lo que tenía que hacer una persona para recuperar, y ejercitar, su creatividad. A menudo me he referido a ese libro como «el puente», porque permitía a las personas pasar de la orilla de sus constricciones y miedos a la tierra prometida de una creatividad profundamente satisfactoria. El camino del artista tuvo lectores de todas las edades, pero quienes más me conmovieron fueron mis estudiantes recién jubilados. Detecté en ellos una serie de problemas específicos que venían con la madurez. A lo largo de los años, muchos de ellos me pidieron que los ayudara a abordar problemas específicamente relacionados con el final de una vida profesional activa. El libro que tienes en tus manos es el resultado de un cuarto de siglo enseñando. Es mi intento de contestar «Y ahora ¿qué?» a quienes se disponen a empezar el «acto segundo» de su vida. En este libro encontrarás los problemas comunes a que se enfrentan las personas recién jubiladas: exceso de tiempo, ausencia de horarios, sensación repentina de que nuestro entorno físico se ha quedado anticuado, ilusión por el futuro mezclada con un miedo palpable a lo desconocido. Tal y como se preguntaba, preocupado, un amigo mío hace poco: «No hago otra cosa que trabajar. Cuando deje de trabajar, ¿qué haré? ¿Nada?».

La respuesta es no. No harás «nada». Harás muchas cosas. Te sorprenderá y encantará descubrir el pozo de inspiración que tienes dentro, un pozo del que solo tú puedes beber. Descubrirás que no estás solo en tus anhe­los, que hay herramientas de creatividad que pueden ayudarte a sortear los distintos obstáculos de la jubila ción. A los que trabajaron con El camino del artista algunas de estas herramientas les resultarán familiares. Otras son nuevas, o su uso es innovador. Este libro trata de abordar muchos temas tabú para los recién jubilados: aburrimiento, vértigo, miedo a la libertad, irritabilidad, ansiedad y depresión. Busca proporcionar a quienes pongan en práctica sus consejos un sencillo kit de herramientas que, usadas juntas, desencadenarán un renacimiento creativo. Su propósito es demostrar que todos somos creativos, que nunca es demasiado tarde para explorar nuestra creatividad.

Cuando mi padre se jubiló después de treinta y cinco años ajetreados y productivos como ejecutivo de cuentas en publicidad, se refugió en la naturaleza. Compró un terrier escocés negro llamado Blue al que sacaba todos los días a dar largos paseos. También se compró unos prismáticos para observar pájaros y comprobó que dedicar una hora a identificar seres emplumados le llenaba de asombro y alegría. Observaba pinzones, carboneros, juncos, reyezuelos y visitantes más exóticos, como garcetas. Vivía medio año en un velero en Florida y el otro medio a las afueras de Chicago. Disfrutaba de las distintas poblaciones de aves y le cautivaban sus comportamientos. Cuando se volvió demasiado peligroso que viviera solo en el barco, se instaló de forma permanente al norte, en una casita de campo cerca de una laguna. Allí veía cardenales, azulejos, urracas azules, búhos y algún que otro halcón. Cuando le visitaba, me hablaba de su amor a los pájaros. Su entusiasmo era contagioso y terminé comprando láminas de Audubon de las aves que observaba mi padre. Enmarcadas con esmero, estas láminas me alegraban la vida. La nueva afición de mi padre se convirtió pronto en la mía, aunque fuera solo a ratos.

«Solo hace falta tiempo y atención», decía mi padre. Al jubilarse había encontrado ambas cosas. Los pájaros hacían compañía a mi padre. Se puso contentísimo cuando una garza real de gran tamaño anidó en un lugar donde podía verla. Cada vez que visitaba a mi padre, tenía la esperanza de atisbarla. Las garzas eran hermosas y elegantes. Mi padre las esperaba con paciencia. Su paciencia era un regalo de su jubilación. Durante su carrera profesional intensa y llena de estrés, no había tenido ni perro ni pájaros. Pero la naturaleza le había llamado y era una llamada a la que solo pudo responder una vez jubilado.

Cuando tenía 54 años me fui a vivir a Manhattan. A los 64, cuando entraba en mi madurez, me mudé a Santa Fe. Conocía a dos personas que vivían en Santa Fe: Natalie Goldberg, la profesora de escritura, y Elberta Honstein, que criaba caballos de competición de raza Morgan. Podría decirse que tenía cubiertas las bases más importantes: me encantaba escribir y me encantaban los caballos. En mis diez años en Manhattan había escrito mucho, pero no había montado a caballo. Me mudé a Santa Fe por un ejercicio de los incluidos en El camino del artista. Había hecho una lista de veinticinco cosas que me gustaban y en los primeros puestos estaban la salvia, la ericameria, el enebro, las urracas, el mirlo de alas rojas y los cielos anchos. Era, en suma, una lista del suroeste de Estados Unidos y en la que no aparecía Nueva York por ninguna parte. No, mis amores eran la flora y la fauna del oeste del país: ciervos, coyotes, gatos monteses, águilas, halcones. No pensé en mi edad cuando hice la lista, aunque ahora me doy cuenta de que dejar Nueva York por Santa Fe puede haber sido mi última mudanza.

Me di tres días para encontrar un sitio donde vivir, cogí un avión de Nueva York a Santa Fe y empecé a buscar. Hice una lista de todo lo que pensaba que quería: un apartamento, no una casa; cafés y restaurantes a poca distancia caminando; vistas a las montañas. El primer sitio que me enseñó la agente inmobiliaria cumplía todos los requisitos de mi lista, y me horrorizó. Seguimos viendo un apartamento detrás de otro. Muchos de ellos tenían moqueta clara, y de mis años en Taos yo sabía que una moqueta así equivalía a desastre seguro.

Por fin, a última hora de mi último día de búsqueda, la agente me llevó a la última casa.

«No sé por qué le enseño esta casa», fue lo primero que dijo mientras conducía por un laberinto de senderos de tierra hasta una casita de adobe con un jardín sembrado de juguetes. «Vive una mujer con sus cuatro hijos», se disculpó mientras yo observaba la casa. Había juguetes y ropa por todas partes. Los sofás estaban cubiertos de cosas.

«Me la quedo», le dije a mi atónita agente. La casa estaba rodeada de enebros. No tenía vistas a las montañas. Estaba a kilómetros de distancia de restaurantes y cafés. Pero supe que era mi «hogar». El empinado camino de entrada sería traicionero en invierno y tuve el presentimiento de que la nieve me aislaría más de una vez. Pero también tenía una habitación octogonal y acristalada rodeada de árboles. Supe que a mi padre le habría encantado tener una «habitación para mirar a los pájaros» así. La convertí en mi cuarto para escribir y no hay un solo día pasado en ella en que no haya disfrutado aprendiendo un poco más sobre ornitología.

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