EL CEREBRO Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Daniel Goleman
Traducción de Carlos Mayor
Título original: The Brain and Emotional Intelligence: New Insights
Traducción: Carlos Mayor
1.ª edición: abril, 2013
© 2011 by Daniel Goleman
© Ediciones B, S. A., 2013
Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
www.edicionesb.com
Depósito Legal: B-34720-2012
ISBN DIGITAL: 978-84-9019-434-8
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Introducción
Recuerdo que en el año 1995, justo antes de que se publicara mi libro La inteligencia emocional , se me ocurrió que habría logrado el éxito si un día oía por casualidad una conversación entre dos desconocidos, uno de ellos mencionaba las palabras «inteligencia emocional» y el otro entendía a qué se refería. Sería la prueba de que el concepto de inteligencia emocional, o IE, había llegado a ser un meme , una nueva idea que había penetrado en nuestra cultura. En la actualidad la IE ha superado con creces esa expectativa, ha demostrado ser un excelente modelo educativo en el campo del aprendizaje socioemocional y se considera un componente fundamental de un buen liderazgo, así como un elemento necesario para sentirse realizado.
Cuando escribí La inteligencia emocional reuní los frutos de una década de investigaciones, por entonces recientes, sobre el cerebro y las emociones. Recurrí al concepto de inteligencia emocional como marco para poner de relieve un nuevo campo: la neurociencia afectiva. Las investigaciones sobre el cerebro y sobre nuestras vidas emocionales y sociales no se detuvieron cuando terminé la obra, sino que más bien se han acelerado en los últimos años. Incluí novedades al respecto en mis libros La inteligencia social y El liderazgo esencial , así como en una serie de artículos aparecidos en la revista Harvard Business Review .
En este volumen pretendo continuar con esas novedades y detallar a mis lectores algunos descubrimientos decisivos que nos permiten comprender mejor la inteligencia emocional y cómo aplicar ese conjunto de capacidades. No se trata de un análisis técnico y exhaustivo de datos científicos, sino de un trabajo en curso que se centra en descubrimientos con un valor práctico, en hallazgos que podemos aplicar en la vida cotidiana.
Voy a tratar los siguientes puntos:
• La gran pregunta que se plantea, en particular en círculos académicos: «¿Existe una entidad denominada “inteligencia emocional” distinta del coeficiente intelectual?»
• El radar ético del cerebro.
• La dinámica cerebral de la creatividad.
• Los circuitos mentales del impulso, la perseverancia y la motivación.
• Los estados cerebrales que fomentan el rendimiento óptimo y cómo desarrollarlos.
• El cerebro social: compenetración, resonancia y química interpersonal.
• El cerebro 2.0: nuestro cerebro en internet.
• Los tipos de empatía y las principales diferencias entre hombres y mujeres.
• El lado oscuro: la sociopatía laboral.
• Lecciones cerebrales para el coaching y para desarrollar las capacidades de la inteligencia emocional.
Existen tres modelos dominantes de IE, cada uno de ellos asociado a una serie de ensayos y mediciones. Uno es obra de Peter Salovey y John Mayer, que fueron quienes plantearon por primera vez el concepto en un artículo de 1990 que abriría muchos caminos.
El tercero es el mío, que se desarrolla con la máxima amplitud en El liderazgo esencial (el libro que escribí con mis colegas Annie McKee y Richard Boyatzis). En la actualidad hay varios modelos más de IE y se preparan otros, lo cual es síntoma de la vitalidad de este campo.
La inteligencia emocional: modelo de Goleman
La mayoría de los elementos de todos los modelos de inteligencia emocional encajan en cuatro esferas genéricas: la autoconciencia, la autogestión, la conciencia social y la gestión de las relaciones.
. Salovey, Peter y Mayer, John, «Emotional Intelligence», Imagination, Cognition, and Personality , 9 (1990), pp. 185-211.
. Bar-On, Reuven, «The Bar-On model of emotional intelligence: A valid, robust and applicable EI model», Organizations & People , 14 (2007), pp. 27-34.
. Véase una perspectiva general en: http://www.eiconsor tium.org/reports/what_is_emotional_intelligence.html.
¿La inteligencia emocional conforma un conjunto diferenciado de capacidades?
He aquí la gran cuestión: ¿es distinta la inteligencia emocional del coeficiente intelectual?
Cuando acababa de empezar los estudios universitarios tuve un primer presentimiento de que quizás el coeficiente intelectual no explicaba por sí solo todo el éxito laboral. Había un compañero, cuya habitación estaba cerca de la mía en la residencia, que había sacado unas notas magníficas en las pruebas de acceso, así como en los exámenes de las cinco asignaturas preuniversitarias que había cursado antes de acabar la secundaria. Desde el punto de vista académico era un portento, pero le fallaba algo: no tenía la más mínima motivación. No aparecía por clase, se levantaba a las doce y nunca acababa los trabajos. Tardó ocho años en sacarse la carrera y hoy es consultor autónomo. No es ninguna figura, no dirige ninguna gran empresa, no es un líder destacado. Ahora me doy cuenta de que le faltaban recursos básicos de la inteligencia emocional, en particular el autodominio.
Howard Gardner, amigo de la época en que estudiábamos Medicina, abrió el debate sobre los distintos tipos de inteligencia más allá del coeficiente intelectual en un libro escrito ya en los años ochenta. Su argumento era que para que una inteligencia se reconociera como un conjunto diferenciado de capacidades tenía que existir un conjunto subyacente y exclusivo de zonas cerebrales que la gobernara y regulara.
En la actualidad los investigadores cerebrales han identificado circuitos diferenciados para la inteligencia emocional en un estudio de otro viejo amigo, Reuven Bar-On (casualmente, cuando iba a cuarto de primaria su madre me daba clases de religión los domingos), que ha supuesto todo un punto de referencia. Bar-On trabajó con uno de los mejores equipos de investigación cerebral, dirigido por Antonio Damasio en la Facultad de Medicina de la Universidad de Iowa. Utilizaron el método estrella de la neuropsicología para identificar las zonas del cerebro relacionadas con conductas y funciones mentales concretas: los estudios de lesiones; es decir, analizaron a pacientes con daños en zonas claramente definidas del cerebro y establecieron una correlación entre la ubicación de la lesión y las capacidades que, por su causa, habían quedado mermadas o habían desaparecido. A partir de esa metodología, ampliamente probada en neurología, Bar-On y sus colaboradores dieron con varias zonas cerebrales determinantes paras las competencias de la inteligencia emocional y social.
El estudio de Bar-On es una de las pruebas más convincentes de que la inteligencia emocional reside en áreas del cerebro distintas a las del coeficiente intelectual. Otros estudios realizados con otros métodos respaldan la misma conclusión. En su conjunto, esa información revela que existen centros cerebrales específicos que gobiernan la inteligencia emocional, lo que diferencia ese conjunto de capacidades humanas de la inteligencia académica (es decir, verbal, matemática y espacial) o coeficiente intelectual (que es como se conocen esas competencias puramente cognitivas), así como de los rasgos de la personalidad.
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