James Allen - Así como pienses, será tu vida: El libro de autoayuda más influyente de la historia

James Allen

“El hombre será castigado por las circunstancias, siempre y cuando siga creyendo ser una persona creada por las condiciones externas; pero cuando se da cuenta de que puede ordenar a la tierra y las semillas de su ser, de las cuales provienen los acontecimientos o circunstancias, es entonces cuando se convierte en el amo y señor de sí mismo, en el capitán de su propio destino”.

Este pequeño volumen (resultado de una honda meditación, estudio y experiencia) no pretende ser un profundo tratado sobre el tema del poder del pensamiento, del que tanto se ha escrito. Es un libro que pretende sugerir más que explicar, siendo su objetivo estimular a hombres y mujeres al descubrimiento de la verdad, a darse cuenta que:

“Los seres humanos son
los creadores de sí mismos”.

En virtud de los pensamientos que ellos elijan y en los que decidan enfocarse. La mente es la que unifica, tanto de su mundo interiorel que forja el carácter de las personas-, como del exteriorsus circunstancias-. Y si hasta este momento esa mente solo ha unido la ignorancia y el dolor, a buen seguro que ahora podrán unir el entusiasmo y la felicidad.

James Allen

La máxima que dice “un hombre es como piensa su corazón” o “como un hombre piensa en su corazón, así es él,” (Proverbio 23:7, de la Biblia) no sólo abarca la totalidad de su ser, sino que es tan comprensivo que llega a cada condición y circunstancia de su vida.

Un hombre es literalmente lo que piensa; su carácter es la suma total de todos sus pensamientos.

Como una planta brota de una semilla y no puede vivir sin ella, de igual manera cada acto de un hombre nace de las semillas invisibles del pensamiento, y sin ellas jamás hubiese germinado. Esto se aplica de igual forma a los actos “espontáneos” y “no premeditados” como a aquellos que son deliberadamente ejecutados.

Las acciones nacen del pensamiento, y el placer o el dolor son sus frutos; por lo tanto, el hombre recoge el fruto dulce o amargo de lo que siembra.

El pensamiento que nace en nuestra mente nos ha creado. Lo que somos ha sido forjado y construido por nuestros pensamientos. Si la mente de un hombre tiene malos pensamientos, el dolor vendrá hacia él sin que pueda hacer nada por evitarlo... Sin embargo, si uno mantiene un pensamiento positivo, con seguridad la alegría lo seguirá como si fuera su propia sombra.

La evolución del hombre debe estar alineada con esta ley, y no con la creación de artificios. La ley de causa y efecto es tan absoluta e inevitable en el reino oculto del pensamiento como lo es en el mundo de las cosas visibles y materiales. Un carácter noble y sublime no es un hecho del azar o un don, sino que es el resultado natural de un esfuerzo constante encaminado a tener los pensamientos adecuados, es el efecto de una larga y apreciada asociación con pensamientos divinos. Por el mismo proceso, un carácter indigno y bestial, es el resultado de pensamientos destructivos albergados de forma permanente.

El hombre se hace o se deshace a sí mismo; en el arsenal del pensamiento forja las armas con las que se destruye. También elabora las herramientas con las que construye para sí el palacio de su felicidad y paz. A través de la correcta y verdadera aplicación del pensamiento, el hombre asciende a la perfección divina; mientras que por medio del abuso de los pensamientos más autodestructivos, desciende a los infiernos. Entre estos dos extremos están todos los grados intermedios que definen el carácter del hombre, carácter del cual es el único creador.

De todas las verdades maravillosas del alma que se han restaurado y sacado a la luz en esta época, ninguna es más regocijante y fructífera, ni está tan llena de promesas divinas y esperanza como ésta:

El hombre es el dueño de sus pensamientos, el moldeador de su carácter, el creador y organizador de sus aptitudes, al igual que de su entorno y de su destino.

Dado que el hombre es un ser de Poder, Inteligencia y Amor, y señor de sus propios pensamientos, tiene la llave de cada situación, y tiene dentro de sí todas las herramientas necesarias para transformarse en aquello que desea.

El hombre es siempre su maestro, incluso en su estado más débil y de mayor abandono; pero en su debilidad y degradación, es el jefe irresponsable que administra mal su “empresa”. Cuando el hombre empieza a reflexionar sobre su condición, y a buscar diligentemente y eficientemente dentro de sí, se convierte en el capitán de su propio destino, canalizando sus energías con inteligencia y elaborando sus pensamientos con resultados fructíferos. Así actúa una persona consecuente con maestría, y el ser humano únicamente llega a serlo descubriendo dentro de sí mismo las leyes del pensamiento; tal descubrimiento es únicamente una cuestión de aplicación, autoanálisis, y experiencia.

Sólo después de una larga búsqueda y mucho trabajo se logra la obtención del oro y los diamantes; asimismo el hombre puede encontrar cada verdad unida con su ser si excava profundamente en la mina de su alma.

De esta manera descubrirá que es el hacedor de su carácter, el modelador de su vida, y el constructor de su destino; lo puede comprobar con seguridad: si observa, controla y modifica sus pensamientos, reconociendo sus efectos sobre sí mismo, sobre los demás y sobre su vida y circunstancias; vinculando causa y efecto con la práctica paciente y la investigación, utilizando cada una de sus experiencias, incluso las más insignificantes, como un medio para obtener ese conocimiento de sí mismo. En este sentido, como en ningún otro, es la ley absoluta de que “el que busca, halla, y al que llama, se le abrirá”; porque sólo con paciencia, práctica, y empeño incesante puede un hombre entrar en la Puerta del Templo del Conocimiento.

La mente de un hombre se puede comparar con la de un jardín, el cual debe ser cultivado inteligentemente y crecer radiante de belleza, o bien ser abandonado y llenarse de malas hierbas.

Pero una vez que decidamos cultivarlo o descuidarlo, producirá su cosecha, sea la que sea. Por lo tanto, si no se siembran semillas útiles, una gran cantidad de semillas destructivas llegarán a la tierra y acabarán dando frutos igualmente negativos.

Del mismo modo que un jardinero cultiva su parcela, manteniéndola libre de malas hierbas y cultivando las flores y los frutos que desea, así puede el hombre atender el jardín de su mente, dejando fuera todo los malos e inútiles pensamientos impuros, y cultivando con esmero las flores y frutos de los pensamientos correctos, útiles y honestos.

Mediante la aplicación de este proceso, el hombre tarde o temprano descubrirá que es el jardinero y dueño de su alma, el capitán de su vida. Además, descubrirá en sí mismo las leyes del pensamiento y comprenderá, cada vez con mayor precisión, cómo las fuerzas del pensamiento y los elementos de la mente operan en la formación de su carácter, de sus circunstancias y de su destino. El pensamiento y el carácter son uno, y como el carácter sólo se puede manifestar y descubrir a través del entorno y sus circunstancias, las condiciones externas de la vida de una persona parecerán estar siempre en armonía con su estado interior. Esto no significa que las circunstancias de una persona en un momento dado sean un indicador de todo su carácter, sino que esas circunstancias están íntimamente conectadas con algún elemento fundamental del pensamiento dentro de sí mismo que, por el momento, son indispensables para su desarrollo.