Bernard Lebourg
Prólogo de Joël Quiniou,
árbitro internacional retirado
LECCIONES DE FÚTBOL.
LA GUÍA DEL ARBITRAJE
EDITORIAL DE VECCHI
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© Editorial De Vecchi, S. A. 2016
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ISBN: 978-1-68325-108-8
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Al árbitro desconocido que, un domingo de 1960 (quizás antes, o quizá después), en el estadio del Panorama en Fontenay-aux-Roses, me dio la primera lección
de arbitraje después de haberle cuestionado estúpidamente una de sus decisiones.
Él es seguramente, sin saberlo, el origen de este libro y quien
me inculcó el respeto que siento por todos los árbitros. Que estos sean,
como él, hombres justos que den ejemplo.
Bernard Lebourg
ÍNDICE
PRÓLOGO
¿Debía pitar la falta? ¿Estaba en fuera de juego? ¿Al delantero centro lo derribaron en el área de penalti o justo antes? Estas preguntas, que son las que se hacen los espectadores en cada partido, se convierten a menudo en el origen de discusiones que pueden llegar a ocasionar más de una vez trágicos incidentes. Sin duda, la actuación del árbitro no deja nunca indiferente al público, y puede decirse que es a la vez el hombre providencial que ha permitido que un equipo se convierta en el vencedor del encuentro y el chivo expiatorio de cuantos errores hayan podido cometer los jugadores que han perdido.
El fútbol es ante todo un juego de seres humanos, con todo lo que ello comporta sobre la belleza del gesto, el sentido del esfuerzo, la buena fe, el error de apreciación, y también las pequeñas trampas.
Para dirigir el juego de tantas personas, nada mejor que otras que estén perfectamente preparadas para ello (y no importa si hay tres, cuatro o cinco árbitros). Este hecho, además, da toda su dimensión humana al fútbol, un deporte que conjuga el placer, la felicidad, la decepción y la tristeza.
Con este libro, Bernard Lebourg demuestra que el fútbol puede entenderse con un talante humanista, intentando aprender cuanto sea posible de su sistema de juego, pues se trata ante todo de hacerlo comprensible y de despertar vocaciones.
El fútbol debe ser una escuela de tolerancia. Forma parte de nuestra vida, ya sea en partidos profesionales, en partidos de aficionados, y sobre todo infantiles, donde a los niños les encanta desvivirse y aprender qué es la victoria o la derrota, el respeto al prójimo, el dominio de sí mismo y la lealtad. Todos esos valores no son insignificantes. No olvidemos que los niños arbitrados en sus horas libres o el fin de semana serán mañana adultos, y tal vez gracias a nosotros hayan aprendido a ser un poco más tolerantes y responsables.
El árbitro, además de reunir los valores antes mencionados, es ante todo una persona honrada. La lealtad, la honradez, la integridad, el sentido de la justicia están anclados en cada árbitro. Las sospechas y rumores, que por desgracia a veces han tenido fundamento, mancillan y desvirtúan tan honrosa profesión. Espero que esta guía cree el deseo de convertirse en árbitro y situar en su justo lugar los debates públicos sobre el arbitraje. No hay que olvidar nunca que el fútbol sólo es un juego.
Mi mensaje es el de los diez mandamientos del árbitro, donde las palabras clave son: conocimiento de las reglas del juego, desarrollo y mantenimiento de una excelente forma física, talante sereno, discreción, sobriedad, firmeza, lucidez, respeto, humildad y, sobre todo, modestia.
El autor nos lo expone de una manera clara y precisa en la presentación que hace del arbitraje, de su aprendizaje y su práctica.
Nada es definitivo; nada se obtiene para siempre; es preciso siempre ponerse en duda; pero nunca puede pasarse por alto que el arbitraje es una bella manera de aprender a vivir.
Joël Quiniou
Árbitro internacional retirado
INTRODUCCIÓN
¿Para qué escribir un libro sobre arbitraje? Es una pregunta que ni siquiera nos planteamos durante el encuentro entre Joël Quiniou y yo. Cuando tuvo la gran amabilidad de escribir el prólogo de mi libro sobre el campeonato mundial, nos dimos cuenta enseguida de que nuestras visiones sobre el juego coincidían. Él es un «maestro del silbato», entregado ahora a la formación de jóvenes árbitros, y yo un periodista que, muy a menudo, pide explicaciones a los árbitros en los vestuarios después del partido sobre tal o cual decisión.
Si considero que un periodista no debe criticar jamás al árbitro (o al menos en muy raras ocasiones), es porque su deber de informador se limita a dar cuenta de sus decisiones, sean incomprendidas o no. La experiencia demuestra que los directores de juego aceptan de buen grado la discusión, incluso si a veces el tema es molesto.
Como ya vimos durante el último campeonato mundial, no pueden producirse encuentros deportivos, de la manera que sean, sin la presencia de un árbitro, cuya labor no consiste en reprender sistemáticamente, sino asegurarse de que las reglas serán respetadas. También es importante que los jugadores y espectadores confíen en el árbitro, ya que él es el guardián del juego.
Sin embargo, los árbitros son sólo seres humanos, por ello puede suceder que algunos se equivoquen (no olvidemos la máxima latina errare humanum est ). ¿Es esta la razón por la que se esgrimen argumentos de escándalo o robo? Ciertamente, no.
Ante todo, quiero dedicar este libro primero al conjunto del cuerpo arbitral de fútbol, desde el árbitro que dirige encuentros de tercera regional al que participa en campeonatos internacionales que, cada domingo, incansablemente, intentan realizar un buen trabajo; en segundo lugar, a los jóvenes que sueñan con convertirse en árbitros algún día, a quienes desearía decirles: «adelante, el fútbol os necesita»; por fin, a los educadores y entrenadores que, con devoción, enseñan a los niños a convertirse en futbolistas adultos responsables. En cuanto a los que protestan sin cesar, sean del color que sean, que se comportan de forma grosera con los árbitros, prefiero dejarlos de lado.
Bernard Lebourg
Julio de 1998
LAS REGLAS DE JUEGO
Los capítulos siguientes presentan un resumen de las reglas de juego, con numerosos comentarios para que los árbitros en ejercicio, los que lo serán en el futuro, los jugadores de todos los niveles, y todos los espectadores entiendan mejor la complejidad del arbitraje.
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