LECCIONES DE FÚTBOL.
INTRODUCCIÓN
Cuando un delantero centro se sitúa frente al marco contrario, mira al portero, dispara y marca un gol que hace estallar un clamor de júbilo en el estadio, se completa un mecanismo que se había iniciado con la preparación de la pretemporada y con los entrenamientos semanales. Se trata de un mecanismo que recibe el nombre de juego de equipo, la base entorno a la cual gira el juego más popular del mundo, el fútbol.
Sin juego de equipo no habría encuentros apasionantes, y probablemente subirían menos goles al marcador. Pero para lograr la victoria mediante el juego de equipo hace falta sobre todo un corazón, un motor constructor del juego, que no es otro que el centrocampista. El jugador que desempeña las funciones atribuidas al centrocampista es el cerebro, el guía, la luz que ilumina todo el estadio. Así es el centrocampista, un jugador con capacidad para crear una red que hace sentirse protagonistas a los otros compañeros y que finaliza con la materialización del gol.
Es importantísimo contar con un buen guardameta, excelentes defensores, atacantes con olfato de gol, pero sin el organizador de juego, sin los centrocampistas que pongan en práctica las órdenes del entrenador sobre la táctica de juego a desarrollar, un equipo de fútbol difícilmente podría ganar partidos. En la historia del fútbol mundial se han visto equipos vencedores con porteros quizá nada extraordinarios, con defensores mediocres y con atacantes de calidad apenas suficiente, pero ningún equipo, ni el más ambicioso ni el menos competitivo, ha podido prescindir de un centro del campo formado por jugadores esenciales para intentar lograr la victoria. Para que un equipo débil pueda imponerse a un equipo mucho más fuerte, siempre debe darse la condición de que los jugadores estén dispuestos en el terreno de juego a la perfección, de modo que puedan llevar a la práctica la estrategia planteada por el entrenador en la preparación del partido y conducida por los centrocampistas.
Todo esto tiene lugar en la parcela del campo situada entre la defensa del propio equipo y la contraria. En este espacio se realizan los mayores esfuerzos para controlar el partido, y los jugadores que intervienen en esta fase se convierten en los protagonistas más importantes del encuentro. No en vano es la línea más difícil de preparar tácticamente y la que exige funciones más concretas y diferentes entre sí: medios defensivos, volantes, organizadores de juego, medias puntas, definidores, pivotes. Cada característica específica determina una variante en la función más ambiciosa del fútbol, la del centro del campo.
Justamente por esta razón, el centrocampista debe reunir en la medida de lo posible, todas las cualidades que individualmente se exigen a los jugadores de las otras posiciones: clase, fuerza, preparación física, buena visión de juego, precisión en el lanzamiento y una personalidad muy marcada.
En definitiva, el papel del centrocampista es el más ingrato del fútbol, precisamente porque estas características no admiten términos medios: el centrocampista nace, no se hace. Con entrenamiento y tenacidad se puede mejorar técnicamente, pero el auténtico centrocampista sabe, desde el primer toque de balón, que su principal misión será jugar para el equipo antes que para sí mismo.
En este libro trataremos los aspectos tácticos del juego en el centro del campo, dando por supuesta una cierta familiarización por parte del lector con la técnica futbolística de base. En cualquier caso, nos referiremos a la técnica de base cuando sea necesario y le dedicaremos una parte del capítulo de ejercicios específicos para los centrocampistas. Para profundizar en el tema recomendamos la lectura de los cuatro volúmenes anteriores de esta colección titulada «Lecciones de fútbol» publicada por Editorial De Vecchi: El control del balón;Driblar, pasar , tirar;La defensa y el portero;El juego de ataque.
Primera parte
NOCIONES GENERALES
EL PIE
Golpear el balón es un gesto instintivo, casi innato si observamos a un niño en su primer contacto con él. Se puede decir que el ser humano aprende a utilizar los pies antes de conocerlos. Sin embargo, es importante saber cuáles son las partes de las que consta el pie y cuáles son las funciones que puede desarrollar cada una de ellas cuando se juega a fútbol. Desde luego, saberlo no nos va a convertir en campeones, pero sí que puede sernos muy útil a la hora de desarrollar nuestra técnica. Es verdad que la naturaleza favorece a los atletas con el pie pequeño, más adecuado para domar el balón y para golpearlo con la tensión oportuna. No obstante, la dedicación constante corrige también los «pies grandes» y ayuda a mejorar el movimiento.
Las partes del pie y sus funciones
Observemos las , en las que hemos dividido el pie del futbolista en siete partes:
— empeine superior;
— interior;
— empeine interior;
— empeine exterior;
— empeine;
— talón;
— planta.
Se trata de una división convencional a la que nos atendremos en la explicación de los distintos toques.
Hay quien, por ejemplo, prefiere subdividir aún más la zona del empeine del pie, especificando también el empeine interior medio y el empeine exterior medio, y distingue el empeine interior (parte superior del interior del pie) de la paleta interior (parte inferior) así como el empeine exterior (parte superior del exterior del pie) de la paleta exterior (parte inferior).
Establecido el criterio para reconocer las partes de esta extremidad, veamos para qué tipos de toques sirven, sin olvidar nunca que cada una de ellas tiene una sensibilidad propia, diferente de las otras: por ejemplo, cuando se habla de control con la parte inferior del empeine o control con el talón hay que entender una amortiguación más que una parada en seco del balón.
• El empeine interior permite:
— conducir el balón;
— regatear (superar al adversario);
— pasar;
— tirar.
• El interior permite:
— parar el balón;
— pasar;
— tirar.
• El empeine exterior permite:
— controlar el balón;
— conducir;
— regatear;
— pasar;
— tirar.
• El empeine permite:
— controlar el balón;
— pasar;
— tirar balones bombeados.
• El empeine superior permite:
— conducir el balón;
— tirar.
• El talón permite:
— controlar el balón;
— pasar;
— desviar.
• La planta permite:
— controlar el balón;
— conducir.
Ejercicios para favorecer la agilidad del pie (tobillo)
La sensibilidad del pie no significa prescindir de otra propiedad importante como es la movilidad. Deriva de la soltura de los tendones y los ligamentos del tobillo, el punto más delicado del pie, puesto que si no funciona perfectamente es imposible golpear el balón con naturalidad. Algunos ejercicios ayudan a mantenerlos en perfecto estado, y restablecen la funcionalidad de tendones y ligamentos tras una lesión. Permiten potenciar el aparato muscular y ligamentoso del pie y aumentar la estabilidad articular del tobillo, siempre en relación con las diferentes superficies (el terreno de un campo o el pavimento de un gimnasio). La mejora en la movilidad de estas estructuras permite a su vez amortiguar el peso del cuerpo, ofreciendo elasticidad y soltura a los movimientos. Los beneficios que aporta este tipo de gimnasia también pueden interesar a otras partes del cuerpo que se vean comprometidas por unos movimientos erróneos; así se podrá volver a encontrar un esquema correcto de posturas y de movimientos.