Robert Toru Kiyosaki - La escuela de negocios

Nos sentimos honrados por el formidable recibimiento que tuvo este libro desde su publicación en 2001. Sin embargo, esto parece poco comparado con la aceptación que la industria del mercadeo en red le ha dado a nuestro trabajo desde mediados de los noventa. Por haber sido partidario y promotor del mensaje de Padre Rico desde hace mucho tiempo, queremos agradecerle a usted, a quienes están arriba o debajo de usted, a los que están en tu mismo nivel y a las compañías con las que está asociado. Estamos en una búsqueda mutua para ayudar a que la gente tome el control de su vida financiera. Continúe aprendiendo y enseñando. ¡Le damos las gracias!

Robert y yo tuvimos nuestra primera cita en febrero de 1984 en Honolulu, Hawái. Esa noche me preguntó: «¿Qué quieres hacer en la vida?». Contesté: «Quiero tener mi propio negocio». En esa época administraba una revista. Robert me dijo: «Si quieres, puedo enseñarte lo que sé y lo que mi padre rico me enseñó». En menos de un mes, ya habíamos comenzado un negocio juntos, el primero en mi vida.

Diseñamos un logotipo único, lo bordamos en camisas y sacos y viajamos alrededor de Estados Unidos vendiendo nuestros productos. El verdadero propósito era financiar nuestra educación durante un año (para asistir a seminarios, juntas y conferencias en todo el país) mientras nos preparábamos para el siguiente negocio que estábamos a punto de crear. Alcanzamos nuestra meta en un año y cerramos nuestro negocio de camisas y sacos.

En diciembre de 1984, vendimos todo lo que teníamos en Hawái, nos mudamos al sur de California y nos preparamos para construir nuestro siguiente negocio. En tan solo dos meses se terminaron los ahorros que teníamos. Estábamos arruinados. Tocábamos a las puertas de nuestros amigos y les pedíamos que nos dejaran pasar la noche en su casa. Dormimos en la playa, algunas noches en un Toyota prestado y destartalado. Mi familia pensaba que estábamos locos, nuestros amigos también. Incluso nosotros llegamos a pensar que lo estábamos.

Para ser sincera, no sé si lo habríamos logrado sin tenernos el uno al otro. Había noches en que solo nos abrazábamos para procurarnos un refugio contra la tormenta. ¿Que si estaba asustada? Sí. ¿Me sentía insegura? Sí. ¿Llegué a pensar que no lo lograríamos? ¡Claro! No obstante, estábamos decididos a seguir adelante y lo hicimos.

Lo que nos permitió continuar fue la decisión de construir nuestro negocio, y algo mucho más importante: no depender de un cheque de paga. En ese momento, conseguir un trabajo hubiera sido fácil. Sin embargo, para nosotros representaba un retroceso. Sabíamos lo que queríamos, pero no estábamos seguros de cómo obtenerlo… todavía. (Parece ser un tema común en nuestras vidas).

En resumidas cuentas, no regresamos a lo de antes. Nos mantuvimos fieles a nuestro sueño. Construimos un negocio internacional de educación que opera en siete países. Lo vendimos en 1994 y actualmente dedicamos nuestro tiempo a invertir y a atender nuestro negocio de Padre Rico.

Sin embargo, hubo algo que no dije a Robert la noche de nuestra primera cita. Otra cosa que también quería, con mi negocio, era una pareja/cónyuge que fuera mi socio de negocios. Construir un negocio es absorbente. Yo quería crecer con mi pareja y no comenzar a separarnos por no vernos nunca, tener enfoques diferentes o movernos en direcciones distintas. No deseaba que, como tantas otras parejas casadas que había visto en restaurantes, nos sentáramos en silencio sin nada de qué hablar. Robert y yo tenemos conversaciones estimulantes, frustrantes, amorosas, contenciosas… pero siempre tenemos mucho de qué hablar… y lo más gratificante es que tengo la oportunidad de compartir y experimentar con Robert el crecimiento personal y el de mi negocio todos los días.

Cuando recuerdo ese primer año de nuestro negocio, podría decir que fue el peor de nuestras vidas. El estrés era extremo, mi autoestima estaba un poco baja y nuestra relación no siempre fue pacífica. No obstante, en retrospectiva, probablemente fue lo mejor que nos pudo pasar. Superar esos momentos difíciles nos ayudó a ser las personas que somos hoy. Como resultado, Robert y yo somos individualmente mucho más fuertes, más seguros y en definitiva más inteligentes por todo lo que hemos aprendido. Además, el amor, el respeto y la felicidad de nuestro matrimonio es mucho más de lo que soñé toda mi vida.

En la industria del mercadeo en red veo cómo muchas parejas construyen juntas su negocio. Yo creo que hay razones diferentes por las que es el negocio perfecto para las que desean construir uno:

1. Es un negocio que ambos pueden comenzar trabajando medio tiempo.
2. Ustedes deciden las horas que se acomoden a sus horarios.
3. La industria apoya a familiares que están juntos en el negocio.
4. Muchos de los equipos más exitosos de la industria son pareja.
5. La educación que ofrecen muchas empresas de mercadeo en red les permite aprender y crecer juntos.

Las anteriores son grandes ventajas para las parejas. Pero para ser honesta, estar en un negocio junto a la pareja no necesariamente es lo más fácil del mundo. Robert y yo hemos tenido malos momentos, pero debo decir que ha sido lo más gratificante para nosotros. Hemos construido varios negocios juntos. Hace años lo comentamos y pensamos que tal vez sería mejor que cada uno tuviera su negocio en campos diferentes. Sin embargo, cuando sopesamos nuestras opiniones, era más que obvio que queríamos construir juntos nuestro negocio, y no de manera separada.

Para mí, lo importante es que Robert y yo compartimos valores y metas similares y una misión a futuro. Gracias a que siempre estamos aprendiendo juntos, también crecemos juntos. Incluso tenemos la política de que, si uno de nosotros quiere asistir a un seminario educativo o conferencia, vamos juntos. Lo divertido es que siempre hablamos de nuestros negocios y procuramos mejorarlos, conocer nuevas personas y explorar nuevas ideas.

Trabajar con la pareja tal vez no sea lo mejor para todos. Lo acepto. Sin embargo, para mí no pudo haber sido de otra forma.

Mis mejores deseos.

KIM KIYOSAKI.

¿Le parece que los ricos tienen una ventaja injusta cuando se trata de leyes fiscales? ¡Tal vez porque sí la tienen! Las leyes de impuestos están escritas para promover dos actividades principales, tener negocios e invertir en bienes raíces. La mejor forma de aprovechar estas leyes fiscales es hacer lo que el gobierno quiere que usted haga, ser dueño de un negocio e invertir en bienes raíces. Es lo que hacen los ricos.

No todo mundo puede renunciar a su trabajo para comenzar un negocio de tiempo completo. Muchas personas se han dado cuenta de que la clave para construir un ingreso que pueda guardar es con un negocio de medio tiempo como el mercadeo en red. Una vez que comprueba tener un negocio (según las pautas gubernamentales), entonces puede convertir sus gastos personales en deducciones del negocio.

En primer lugar, necesita demostrar que tiene un negocio real. La oficina de recaudación de impuestos quiere ver que su negocio sea legítimo y que no solo busca deducir gastos personales. Quieren saber qué pretende hacer con el negocio.

Para comprobar que tiene un negocio, la oficina de recaudación de impuestos quiere ver que usted:

1. Opere de manera formal.
2. Dedique tiempo y esfuerzo a hacerlo redituable.
3. Tenga actualmente o en el futuro una seguridad respecto del ingreso.
4. Tenga pérdidas normales o más allá de su control (si sufre pérdidas).