• Quejarse

Jorge Volpi - Leer la mente

Aquí puedes leer online Jorge Volpi - Leer la mente texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2007, Editor: ePubLibre, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Jorge Volpi Leer la mente
  • Libro:
    Leer la mente
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2007
  • Índice:
    3 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 60
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Leer la mente: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Leer la mente" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Jorge Volpi: otros libros del autor


¿Quién escribió Leer la mente? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Leer la mente — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Leer la mente " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Quiero escribir un libro sobre el cerebro y la ficción literaria.

¿De dónde surgió esta idea? ¿Apareció de pronto, así como así, en los entresijos de tu mente? ¿Un buen día reparaste en ella y decidiste perseguirla como Alicia al Conejo Blanco? ¿O maduró a partir de otras ideas hasta que, semejante al ansioso tallo de una planta, brotó sin remedio en tu cabeza? ¿En todo caso, por qué esta idea y no, tal vez, otra mejor? ¿Es la triunfadora de la singular batalla que las ideas celebran a diario en el atestado coliseo de tu corteza cerebral? ¿Y por qué justo ahora? ¿En realidad es una idea tuya o alguien la sembró en tu conciencia mientras estabas distraído?

Si trato de “hacer memoria”, sospecho que la idea de este libro se encuentra, en germen, en mi novela No será la Tierra. Uno de sus personajes, Eva Halász —reconozco que he batallado para recordar el apellido—, experta en informática, muy pronto se interesa por la inteligencia artificial y no tarda en adentrarse en el universo de las ciencias cognitivas —y yo con ella. Mientras me documentaba para que sus obsesiones resultasen verosímiles, leí algunos de los libros que he mencionado ya en estas páginas —o aún no, como La conciencia y la novela, de David Lodge, la única obra que conozco sobre este tema escrita por un autor de ficción.

¡Un momento! En cuanto escribí la respuesta anterior —o, siendo sincero, mientras las escribía—, caí en la cuenta de quizás estaba en un error. Varios años atrás, cuando aún era estudiante de Filología en Salamanca, leí por primera vez Gödel, Escher, Bach y, como ya conté, quedé anonadado por su profundidad y su grandeza —y muchas de las ideas de este libro replican o rinden homenaje a los argumentos de Hofstadter. Así que tal vez ese fue el verdadero origen de este libro.

Ahora que, si me empeño, podría rastrear la prehistoria de estas páginas todavía más lejos, en mi devoción por los libros de Oliver Sacks —en especial por El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (1985)—, en mis obsesivas lecturas de Freud en la escuela preparatoria o incluso en las tardes en que hojeaba con avidez adolescente un manual de psiquiatría de mi padre. En conclusión, no soy capaz de fijar una fecha de nacimiento incontrovertible para este libro sobre el cerebro y el arte de la ficción: su genealogía es múltiple, como la de cualquier idea.

Tengo, sin embargo, otra respuesta: la idea de este libro surgió, al menos como posibilidad real, en 2009, gracias al curso que dicté en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM sobre ciencia y literatura pues, a lo largo de varias sesiones, abordé el universo de la neurociencia y su relación con la novela. Luego, de forma más contundente, adquirió consistencia mientras preparaba las notas para el seminario sobre el cerebro y la literatura que me disponía a impartir en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander durante las últimas semanas de julio de 2010 —aunque ni siquiera ahora estoy convencido de decir la verdad.

De manera vaga y tentativa, puedo decir que el funcionamiento del cerebro y su relación con la literatura me ha interesado desde hace al menos dos décadas. En forma de semilla, la idea de escribir algo al respecto debe ser tan antigua como eso. No estoy seguro de quién me la inoculó: mi padre, un compañero de escuela o, menos probablemente, un maestro —y en realidad no importa. Las ideas, lo he dicho, carecen de amo. Poco a poco, a lo largo de estos años, ese meme creció, proliferó en mi mente y se alimentó con otros memes análogos, reforzándose a través de lecturas, charlas y conversaciones, hasta alcanzar un volumen suficiente como para que yo no lo pudiese segregar.

En términos de Dawkins, esta idea (a la que, para facilitarnos las cosas, llamaré Q de seguro compitió contra cientos o miles de ideas pero, gracias a su capacidad para adaptarse a los cambios ocurridos en mí en el transcurso de los años —tuvo que sortear mi adolescencia y mi juventud, mis dudas y mis temores, mi distracción y mi olvido, mis estudios de Derecho o mi interés por la física cuántica—, logró sobrevivir hasta el día de hoy.

Y aquí está, obligándome a multiplicarla en estas páginas —a cuidar y a mimar su reproducción—, arrebatándome mi tiempo, subyugándome o poseyéndome como si fuese un íncubo al que me veo condenado a obedecer. ¡Y todavía hay quien se enorgullece de tener ideas brillantes! No: las ideas nos tienen a nosotros, nos subyugan y al cabo nos gobiernan —somos máquinas a su servicio. Eso sí: ingratas e infieles, al menor descuido saltan a otra mente, siempre dispuestas a abandonarnos por un mejor prospecto, alguien capaz de mimarlas y profundizar en ellas con mayor eficacia —como quizás esté sucediendo ahora mismo, mientras este texto te contagia a ti, incauto lector.

Cada vez que concluyo un libro, no deja de sorprenderme la avalancha de palabras que dejo tras de mí en el papel o la pantalla —según el contador de Word, hasta el momento llevo más de treinta mil—. ¿Yo he escrito todo eso de forma deliberada? Muy probablemente, no. Como se ha demostrado gracias a experimentos con resonancia magnética funcional (IRMf), nuestras neuronas se activan unos microsegundos antes de que nosotros estemos conscientes de haber tomado una decisión. ¿Esto quiere decir que mi cerebro manda y, sin darme cuenta, yo me limito a seguirlo? Un instante antes de que escriba las siguientes palabras —que serán, justamente, mis neuronas—, mis neuronas las han elegido de antemano.

¿Existe entonces el libre albedrío? ¿O se trata de otra ilusión creada por el cerebro para esconder su papel como rector de nuestros actos, incluso de aquellos que suponíamos más deliberados, como escribir una novela?

No nos rasguemos las vestiduras: como hemos visto, en la mayor parte de los casos el cerebro necesita actuar de manera instantánea, sin esperar con los brazos cruzados a que termine la pausada reflexión del yo, que en cualquier caso también es una invención suya. ¡Si mi cerebro escribe los libros que yo firmo, allá él!

Dejemos a un lado el origen de este libro y vayamos al momento en que ya sabías qué querías escribir.

De acuerdo, me retrotraigo entonces al momento en que me encontraba frente a la página (o, en este caso, la pantalla) en blanco. A diferencia de otros escritores, confieso que nunca he experimentado vértigo ante el vacío —entre los distintos bloqueos que me agobian, no se encuentra el de autor. Enmarcar una idea me puede llevar largos minutos e incluso varias horas pero, una vez que la entreveo y la fijo en mi mente, ésta parece desarrollarse por sí misma, lo cual me permite enhebrar las siguientes cuatro o cinco de un tirón. Una línea se transforma así, milagrosamente, en un párrafo, y un párrafo en una cuartilla.

Lo dicho: más que reflexionar o seleccionar racionalmente las ideas, los pensamientos se desovillan poco a poco. Por eso cuesta tanto trabajo poner otra vez en marcha la maquinaria —me levanto de la silla, deambulo, mordisqueo una galleta, bebo una coca-cola y por fin intento continuar. En su libro Proust Was a Neuroscientist (2007), Jonah Lehrer afirma con razón que el mérito de haber descubierto esta discontinuidad del yo no le corresponde a un científico, sino a un escritor: Virginia Woolf en Miss Dalloway. Mucho antes que los neurólogos, ella mostró cómo la conciencia salta de un lado a otro, como si careciera de centro —lo cual pareció una herejía en su momento y ahora se ha revelado como una asombrosa verdad.

La memoria me escamotea palabras un día sí y otro también: busco un sustantivo o un adjetivo que se me escapa, aunque lo presienta como una sombra, en la punta de la lengua, muy cerca de mí. A veces balbuceo la palabra en otro idioma antes de ser capaz de asirla en español. Mis neuronas confunden un patrón con otro, traslapan sonidos o sentidos, hasta que, cuando hay suerte, desentierran un tesoro —la célebre

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Leer la mente»

Mira libros similares a Leer la mente. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Leer la mente»

Discusión, reseñas del libro Leer la mente y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.