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Hermann Tertsch - Días de ira

Aquí puedes leer online Hermann Tertsch - Días de ira texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2015, Editor: ePubLibre, Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Hermann Tertsch Días de ira

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HERMANN TERTSCH Madrid 9 abril de 1958 es un periodista español hijo del - photo 1

HERMANN TERTSCH (Madrid, 9 abril de 1958) es un periodista español, hijo del periodista y diplomático alemán Ekkehard Tertsch, y de la española Felisa del Valle-Lersundi y del Valle.

En su juventud fue miembro del Partido Comunista del Pais Vasco. En la actualidad es miembro del Foro de Ermua.

Profesionalmente, se inicia en la empresa periodística familiar, en el boletín económico «Spanish Economic News Service», pasando a trabajar en 1982 a la Agencia EFE, para la que desde entonces cubre la corresponsalía en Viena, ocupándose de los países de Europa Central y Oriental.

En 1985 se incorporó al diario «El País», periódico del que se convierte en corresponsal en Bonn y en Varsovia. A principios de los 90 cubrió las guerras de Yugoslavia como enviado especial. Entre 1993 y 1996 llega a ser subdirector de este diario y responsable de la sección de opinión. En 1996 deja la subdirección, manteniendo una columna de opinión hasta 2007, año en el que el progresivo distanciamiento con la línea editorial de este periódico, tanto en política internacional (particularmente en relación a Israel y el conflicto de Oriente Medio) como en política nacional (con respecto al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y su política antiterrorista), provocó que fuese cesado después de más de dos décadas en su plantilla.

Desde mayo de 2007 es analista político, crítico, entrevistador y columnista del diario ABC. Entre junio de 2008 y marzo de 2010 presentó y dirigió el espacio nocturno de Telemadrid «Diario de la noche». Desde entonces ha colaborado como analista político en espacios como «La vuelta al mundo» de la cadena de televisión Veo7 (2010-2012), o «El cascabel» de 13tv (2013- ) y en programas de radio como «Sin Complejos» de EsRadio, perteneciente al grupo Libertad Digital.

Entre sus obras publicadas, encontramos los ensayos: La venganza de la historia (1993); Libelo contra la secta (2010) y Días de ira (2015); y las novelas: La Acuarela (1997) y Cita en Varsovia (1999).

CONCLUSIÓN

Puede ser tarde. Puede que la paciencia fuera insuficiente. O que no hay paciencia suficiente en la actual cultura mediática de la urgencia. Puede que el fracaso y el hundimiento estuvieran predeterminados. Puede que, objetivamente, el proyecto de la Europa unida acabe demostrando ser inviable. Pero claro está que, si así fuera, estaríamos ante la certeza de un futuro mucho más tenebroso. ¿Cuánto sufrimiento puede demandar un esfuerzo de salvación cuando no se ha sufrido el dolor de la catástrofe de la que ha de salvarse? ¿Cuánto sacrificio merece una Europa unida? Depende del precio a pagar por la desunión. Pocos años después de lanzarnos al mayor proyecto de una comunidad internacional de derecho como es la Unión Europea, su moneda común, algunas democracias europeas se hallan ante una crisis existencial. En los países pobres de la Europa meridional, la cura de la peste de malos hábitos ha requerido un tratamiento de choque. Y todo indica que el remedio ha hecho enloquecer al paciente. Que exige la voladura de la clínica. Y un incendio para aplacar su ira por un agravio real o imaginado. Los países del norte, con su propia agitación populista del miedo y el egoísmo, preferirán acabar con la comunidad de propietarios que comparten con los enloquecidos sureños y su populismo de saqueo. Por mucho que comprendan su drama. Los griegos o los españoles pueden decidir que, para vengarse de la realidad, votarán a fuerzas que sabotean la lógica en libertad de la economía, de la sociedad abierta y de la Unión Europea. Y que quieren recurrir a viejos métodos de gobierno, profusamente utilizados en el siglo XX, que invariablemente generan miseria y muerte. Pero los suicidas por venganza no pueden pedir a los demás que enloquezcan con ellos y les sigan. Ni que les financien unos delirios que acabarían, como siempre, en hambre y crimen. Ahí puede estar el fin de la aventura común. De consumarse el desastre, el norte buscará una salida propia. El sur se podría desperdigar en estados más o menos fracasados, ya al margen del Primer Mundo. Y para España comenzaría una terrible aventura sin red y sin retorno.

La razón exige destruir mucho de lo que se ha hecho mal, de lo que ha fallado, de lo que se ha deformado hasta crear monstruos en el propio Estado y en los hábitos de las personas a su servicio. La demanda de una profunda regeneración de prácticas y hábitos es un clamor general en la población. Pero también exige que tengamos la inteligencia y la lucidez, la presencia de ánimo y el valor de no caer en errores más graves que los que pretendemos subsanar. No repitamos otros anteriores, mucho peores por su terrible y trágico precio y sus consecuencias irreversibles. España, Europa, todas las sociedades abiertas y libres corren graves peligros y serán mayores en un futuro muy próximo. Nuestra capacidad de supervivencia y de autodefensa ante los enemigos internos y externos está en duda. Pero existe. En estas circunstancias históricas extraordinarias, la necesidad puede llevarnos a la virtud de concienciarnos de que la mentira es un callejón sin salida. Y España podría por fin dar ese salto que se revela necesario para lograr una nueva calidad de la convivencia en libertad. Porque no hacerlo nos condena al fracaso y la servidumbre. Siempre es el mejor momento para hacer lo necesario. Para que la verdad sea el punto de encuentro de un auténtico pacto de Estado. Si se puede decir la verdad y decidir con la verdad, muchos de los errores y fracasos de la España actual tienen remedio. La mentira ha de ser un fracaso con condena implacable para su uso. Para que todos podamos denunciar con la cara descubierta a aquellos que quieren imponernos mentiras totalitarias. No se acabará el delito, pero sí la impunidad. No habrá miedos que callen bocas con derecho a hablar. Y competirán los mejores por las mejores soluciones. Es la mejor forma de frenar y batir a los nuevos bárbaros que intentan acabar con nuestra libertad para experimentar con nosotros y nuestros hijos. Es la única forma de reconstruir una democracia capaz y eficaz, íntegra y libre para una España que, dentro de Europa, encuentre esa paz consigo misma. Para que nuestros descendientes puedan dedicarse a la principal tarea de la conquista de la felicidad, en una sociedad que, con la verdad como arma suprema, vigile la victoria de la justicia, la libertad y el bienestar, definitivamente, sobre los odios.

A María y a Catalina con amor y gratitud Ambas saben desde niñas que la - photo 2

A María y a Catalina,

con amor y gratitud.

Ambas saben desde niñas

que la verdad es tan cara

como buena.

Título original: Días de ira

Hermann Tertsch, 2015

Retoque de cubierta: Titivillus

Editor digital: Titivillus

ePub base r1.2

INTRODUCCIÓN La que aquí comienza es una historia sobre grandes ilusiones y - photo 3

INTRODUCCIÓN

La que aquí comienza es una historia sobre grandes ilusiones y tremendas frustraciones en España. Es también la historia de una larga agonía. Que, desde hace ya más de una década, ha traído desgracias y discordias. A un país que, durante muchas generaciones, estuvo acostumbrado a un modesto pero sólido progreso, en el que los hijos siempre podían esperar vivir algo mejor que sus padres. Como también a una mínima concordia con la que nutrir un acuerdo básico de convivencia, surgida del profundo escarmiento de dolores del pasado. Aquella España, desde el franquismo cansado hasta la democracia coja, tramposa y muy imperfecta de fin de milenio, siempre añadía, con el paso de los años, unos cuantos motivos para quererla. Según se alejaban las pesadillas peores, que cada vez menos españoles habían vivido como propias. Hace una década, parece que de repente, se rompió lo que creíamos era un rumbo razonable. Mucho se rompió. Mucho más de lo imaginado, allá en Atocha, con aquellas bombas y su alarde de muerte y terror. Y en los días, semanas, meses y años posteriores, el eco de aquellas explosiones rompió tanta loza de la mesa común, como diálogo en torno a la misma. Los españoles, sin haberlo querido, descubrieron y reactivaron mucho de lo peor de ellos mismos. De los peores recursos y sentimientos que se creían definitivamente enterrados por la larga convivencia en paz. Aún hoy es pronto para saber cómo se malogró aquella senda que habíamos recorrido con creciente autoestima y seguridad. Está claro que algo que había crecido con lentitud, con paciencia de todos y esfuerzo común desde los mismos duros años de la posguerra, quebró en la sociedad española.

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