StarBien Transformar mi Presente
Liliana Alejandra Monroy Pacheco
StarBien Transformar mi Presente
Primera edición: 2021
ISBN: 9788418608599
ISBN eBook: 9788418608070
© del texto:
Liliana Alejandra Monroy Pacheco
© del diseño de esta edición:
Penguin Random House Grupo Editorial
(Caligrama, 2021
www.caligramaeditorial.com
info@caligramaeditorial.com)
Impreso en España – Printed in Spain
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Corazón de Cebra
Dios maravilloso, me has dado un nuevo corazón que valora sentir el dolor, el cansancio. Soy sensible al dolor humano que sufre, llora. Me ayudas a comprender y amar a otros desde lo que me sucede.
Introducción
StarBien. Transformar mi presente es un compilado de historias, anécdotas, reflexiones basados en la historia de mi vida, Liliana A. Monroy Pacheco, como también reflexiones basadas en los textos de las Sagradas Escrituras. Todo lo que les iré contando ha estado acompañado siempre de testimonios que me han permitido conocer y experimentar la ayuda y amor de Dios, autor principal de cada inspiración.
StarBien. Transformar mi presente está representada en la estrella de Belén, la cual hace referencia a la luz de Dios, acompañada de fe y esperanza. Esa misma luz de Dios, que una vez guio a los Reyes de Oriente al encuentro con el niño Jesús, María y José, también ha hecho brillar su luz y compañía en los acontecimientos de mi vida y vivir precisamente un encuentro con Dios.
Millones de personas creyentes en el mundo no seguirían el camino de Jesús si no hubieran experimentado las grandes riquezas de sus enseñanzas y los muchos favores de Dios recibidos. Este compilado de historias es un testimonio diario de ese descubrir a Dios. Desde pequeña me hablaban de Él y también recibí instrucciones y teoría de su enseñanza, pero hoy puedo hablar y confirmar que es un Dios que está vivo porque lo he podido conocer a través de diferentes experiencias.
Si en realidad no experimentáramos las maravillas de Dios en nuestro acontecer de la vida, vana sería nuestra fe. La fe está acompañada de obras y testimonios. Vana sería mi fe si no experimentara cada día el amor y las obras de Dios.
San Pablo nos habla y me uno a su mensaje cuando menciona que vana sería nuestra fe si Cristo no hubiera resucitado (1 Corintios 15, 11-14):
Pues bien, tanto ellos como yo predicamos esto; y esto es lo que habéis creído. Ahora bien, si predicamos que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo andan diciendo algunos de vosotros que no hay resurrección de los muertos? Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó, y si no resucitó Cristo, nuestra predicación es vana, y vana también vuestra fe.
La fe, por tanto, la debemos vivir, experimentar. La fe nos invita a ser verdaderos testigos de la presencia de Dios.
Este libro está dedicado a Dios, a toda mi familia, familiares, parientes, amigos y a todas las personas maravillosas que he conocido en cada historia de mi vida.
Citas Bíblicas tomadas de la Biblia de Jerusalén (2018). Editorial Desclée de Brouwer, S. A.
Capítulo I
Reflexiones e historias de Fe
La Fe con Obras y Testimonios es una Fe Fértil
¿De qué sirve, hermanos míos,
que alguien diga: «Tengo fe»,
si no tiene obras?
¿Acaso podrá salvarle la Fe?
Si un hermano o una hermana
están desnudos y carecen
del sustento diario, y alguno
de vosotros les dice: «Id en paz,
calentaos y hartaos», pero no
les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
Pues así es también la fe;
si no tiene obras,
está realmente muerta.
Santiago 2,14-17
La fe contemplada desde la naturaleza
Las plantas son una creación de gran diversidad, tamaño, color, sabor, formas, fragancias, poseen una belleza única. Dios las provee de todo lo necesario para su existencia. Las plantas solo esperan y reciben la maravillosa provisión de Dios mediante el agua, el sol, el aire y los nutrientes necesarios para que puedan germinar, crecer, dar frutos, florecer y finalmente, cuando su etapa culmine, regresar a la tierra para fertilizarla. Las plantas solo esperan, no se quejan, solo viven al ritmo de lo que cada día les traiga, nada les falta. Dios, a través de la naturaleza misma, las provee. Dios cuida y provee a cada una de sus creaturas. Si lo hace con estas maravillosas plantas y la naturaleza, también lo hace con cada uno de nosotros, solo debemos esperar los tiempos de Dios, confiar, contemplar. Practiquemos nuestra fe.
Mi primer encuentro con Dios
Un saludo y bendiciones a todos los que les ha llegado este maravilloso material llamado StarBien . Mi nombre es Liliana Monroy. Hoy empieza un fantástico recorrido de historias, relatos, anécdotas, reflexiones que compartiré con cada uno de ustedes, basados en situaciones de mi vida. Todo lo que les iré contando ha estado acompañado siempre de la ayuda y amor de Dios, autor principal de cada inspiración y experiencias.
Para iniciar con la primera reflexión, me gustaría preguntar: «¿Alguna vez has tenido un encuentro con Dios?». Piénsalo, tómate el tiempo necesario.
Mientras tanto, yo podría adelantarte un Sí, y tal vez varios encuentros hemos tenidos con Dios. Dios nos habla y se muestra a todos en todo momento y lugar. Claro que sí lo ha hecho contigo y conmigo y lo hace de diferentes maneras y fuentes. Dios es sencillo y muy creativo, pues lo hace desde que nacemos con el cariño de nuestros padres, cuidadores, mediante un libro, una conferencia, en el trabajo, mediante imágenes, sonidos, personas, la naturaleza.
Dios siempre busca la manera de tener un encuentro personal con cada uno de nosotros. Mi encuentro con Dios siempre ha estado presente desde que era pequeña, desde la enseñanza y compañía de mi madre, abuelos y familiares, quienes han sido muy cercanos a la Fe y la espiritualidad con Dios. Tuve la oportunidad de recibir el bautismo, primera comunión, confirmación. Aunque al principio era todo más tradición, pues no entendía que era en realidad un encuentro personal con Dios.
Los encuentros con Dios que más me han despertado han pasado en los momentos más turbulentos de mi vida. Uno de ellos fue, primero, con la muerte de mi madre cuando yo tenía trece años y, segundo, al poco tiempo de esta pérdida, al siguiente año, a una tía por parte de madre, a quien quería mucho, le habían diagnosticado una enfermedad terminal. Esto consiguió que toda la familia se uniera en oración pidiéndole a Dios la sanación para la tía que tanto quería.
Para esa época de oración, asistimos con unas tías y una querida prima a un Rosario. Mi prima y yo tal vez teníamos como catorce años. Yo recuerdo que, mientras hacíamos el Rosario, yo le decía a la Virgen María que yo quería tener un encuentro con ella y también pedíamos por la recuperación de mi tía. Mientras orábamos y estábamos como en el segundo o tercer misterio del Santo Rosario, recuerdo que yo tenía los ojos cerrados y después de un rato abrí mis ojos y yo tenía las manos extendidas y de repente veo que mis manos eran las manos de un niño de cinco años. Yo dije dentro de mí: «Estas no son mis manos, pero son unas manitas muy lindas, como rosaditas, eran muy tiernas —entonces dije—: Estoy viendo erradamente». Así que volví a cerrar los ojos, continué con ellos cerrados y unos minutos después volví a abrirlos. Allí continuaban esas manitas pequeñas y hermosas, así que dentro de mí, mientras continuábamos con el rezo del Santo Rosario, dije mentalmente: «Señor, si tú eres estas manitas y si esto proviene de ti, te pido que toques mi rostro». En ese momento mi querida prima, que estaba al lado, se voltea y toca con sus manos mi rostro. Yo empecé a llorar de la alegría de saber que Dios me había escuchado y respondido a mi llamado y que lo que estaba pasando no era producto de mi imaginación y que él me había escuchado y que estaba presente.