¿Tú eres alguien que…
… oras para que tu niña duerma durante toda la noche?
… desearías que ella tuviera siempre esta misma edad?
… algunas veces te preguntas: ¿Por qué estamos los tres en la cama?
… te sonríes imaginando que tu pequeña de cuatro años algún día llegará a ser una buena abogada?
… te sorprendes cuando tu hija te dice: «Papi, esa nena me miró»?
… tienes que dar explicaciones tales como «las pequeñas de nueve años no necesitan un teléfono celular»?
… desearías poder comprender mejor la insondable mente femenina?
… te preguntas qué significa realmente la frase «estaré lista en un minuto»?
… tienes conflictos con esa idea de que su cabello es casi sagrado?
… quisieras tener un amigo abogado que te ayude cuando aparecen esas situaciones conflictivas?
… te preguntas por qué es tan importante que una camisa combine con el resto de un atuendo, y por qué ella necesita veintidós pares de zapatos cuando tú solo tienes tres?
… tienes que extraer tu cepillo de dientes de la maraña que se forma entre el rizador, el alisador de cabello, las extensiones, las coletas, y otros enseres desparramados por el cuarto de baño?
… desearías tener una definición exacta para el término como quieras?
… esperas encontrar oro en el patio trasero de tu casa para poder costear la futura educación universitaria de tu hija?
… te gustaría conseguir un empleo que implique viajar con mucha frecuencia para no tener que lidiar con sus vertiginosos cambios de humor?
… alguna vez te has preguntado por qué su «taza de café» vale $3,60?
… permaneces despierto por las noches temiendo que tu hija traiga a casa un Fracasado, con F mayúscula?
… preguntas qué hace que un vestido que cuesta $400 sea mejor que uno de $40? (Después de todo, ambos usan aproximadamente la misma cantidad de tela.)
… crees que tu hija podría ganar el concurso: «Mejor cara de fastidio»?
… cada semana inventas un nuevo diseño de «guarida masculina» en tu garaje?
… algunos viernes por la noche te sientes como el general Custer, peleando tu «última batalla»?
Padre: con tan solo un pequeño esfuerzo de tu parte puedes tener el tipo de relación que sueñas con tu hija, una relación basada en el amor y el respeto mutuo. Tu hija necesita que la ayudes a forjar un camino exitoso en su vida. Su autoestima, elecciones, conducta, carácter, e incluso sus ideas acerca de una pareja matrimonial están todos directamente relacionados contigo. Si sigues las sencillas sugerencias de Sé el papá que ella necesita que seas, te transformarás en el tipo de hombre que tu hija necesita que seas… para toda la vida.
© 2014 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América. Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente a Thomas Nelson, Inc. Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc. www.gruponelson.com
Título en inglés: Be the Dad She Needs You to Be
© 2014 por Dr. Kevin Leman
Publicado por W Publishing Group, un sello de Thomas Nelson.
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Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción: Pablo Snyder
Adaptación del diseño al español: www.produccioneditorial.com
ISBN: 978-0-7180-0111-7
ISBN: 978-0-7180-0112-4 (eBook)
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Dedicado a mis cuatro hijas: Holly, Krissy, Hannah, Lauren. Las amo. Ser padre es el mejor papel que jamás me haya tocado tener. Cada una de ustedes me ha brindado inmensas alegrías de modos únicos y peculiares. Que el buen Señor las bendiga y guarde. Sé que cada uno de nosotros vivirá en el corazón del otro para siempre.
Contenido
G racias a…
Sade, mi amada esposa, quien me contagió su sabiduría para criar hijas.
Todos aquellos cuyas preguntas acerca de padres e hijas generaron la inspiración para escribir Sé el papá que ella necesita que seas: mis lectores de libros, seguidores de Facebook, participantes de seminarios, televidentes y radioescuchas a lo largo de Norteamérica y muchos otros países. Nada me da más gozo que servirlos proveyéndoles soluciones simples y prácticas para hacer los pequeños ajustes necesarios en las relaciones familiares.
Debbie Wickwire, editora de adquisiciones en Thomas Nelson, por su pasión y entusiasmo ante el tema de este libro.
Mi editora, Ramona Cramer Tucker, tanto por sus pulidos talentos editoriales, como por el gozo que ella siente al ver a su esposo, Jeff, siendo un gran padre para su hija, Kayla.
D etesto admitir esto en público, porque es un poco vergonzoso para un hombre muy masculino, pero yo puedo pensar como una mujer. Puedo ponerme detrás de los ojos de una mujer y sentir sus emociones. Probablemente esto se deba a que estuve rodeado por siete mujeres la mayor parte de mi vida (mi madre, mi hermana, mi esposa y mis cuatro hijas) y todas ellas me contagiaron el modo en que piensan y sienten. Padre, confía en mí cuando te digo lo siguiente: tu hija ve la vida de un modo completamente diferente al tuyo. Es por eso que necesitas leer este libro, para que puedas adentrarte en el mundo de tu hija de manera informada y logres dejar huella en su vida, de la manera que solo tú puedes hacerlo. Hay ciertas cosas que difieren grandemente en la crianza de niñas en comparación con la crianza de niños.
¿Sabías que Venus y Urano son los únicos dos planetas de nuestro sistema solar que rotan en la misma dirección que las manecillas del reloj? Pero se sabe que la rotación de Venus en un momento se detuvo, probablemente a causa de un impacto, y luego comenzó un movimiento opuesto, en tanto que Urano fue volcado en su lado y continuó girando en la misma dirección que lo hacía desde su creación. Por eso, cuando el autor John Gray dijo que las mujeres eran de Venus (que también resulta ser el planeta más cálido de nuestro sistema solar), tal vez sugería que las criaturas femeninas, en general, no solo rotan en una dirección diferente a la de las criaturas masculinas, sino que también se inclinan más al costado emocional.
Por ejemplo, cuando tuve que entrenar al equipo femenino de baloncesto de la secundaria, aprendí una lección muy importante: no debes hablar con las muchachas del mismo modo que lo haces con los muchachos. Si lo haces, ellas llorarán. De hecho, si las sorprendes y de repente les gritas, es probable que ellas salgan corriendo hacia el vestuario.
Eso puede ser extremadamente inconveniente en la mitad de un partido de baloncesto, en especial si presionas el candente botón emocional de la jugadora pívot de tu equipo. Ella se irá a las duchas para llorar a mares.
Peor aun, ¿y si dos de sus compañeras de equipo la ven correr hacia el vestuario y tienen que ir a consolarla? Entonces, en medio de los sesenta segundos de un receso, tres de tus jugadoras están en los vestuarios (la llorona y el equipo de apoyo). Suena el silbato, y tu equipo está incompleto, todo causado por una pequeña conversación que tuviste con la pívot. Ella estaba lamentándose por lo que otra jugadora le había dicho, y tú simplemente le dijiste: «¿Acaso soy tu madre?».
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