Venciendo la tentación por Dr. Chandrakumar Manickam
© 2012 Todos los derechos de esta edición en español reservados por Asociación Editorial Buena Semilla bajo su sello de Editorial Desafío.
Publicado originalmente en inglés por Destiny Image, Inglaterra bajo el título: Overcoming Temptation por Dr. Chandrakumar Manickam , Copyright © 2009 por Dr. Chandrakumar Manickam .
A menos que se indique otra versión, las citas bíblicas utilizadas en este libro se tomaron de la versión Reina Valera Revisada RVR©1960 de las Sociedades Bíblicas Unidas.
Prohibida la reproducción total o parcial por sistemas de impresión, fotocopias, audiovisuales, grabaciones o cualquier medio, menos citas breves, sin permiso por escrito del editor.
Traducción: Valerie Fernández
Edición: Miguel Peñaloza
Conversión digital: John Puerto
Publicado y Distribuido por Editorial Desafío
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Tel. (571) 630 0100
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Producto No.: 600044
Categoría: Vida cristiana
ISBN: 978-958-737-081-2
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
Tabla de contenidos
Introducción
L a tentación no es de ninguna manera un problema moderno. Es tan viejo como Eva y la serpiente. “En ocasiones nos parece que la vida no es más que una serie de tentaciones. Tan pronto como una tentación es vencida viene otra a tomar su lugar. Parece no tener fin” ― dice Edwin D. Roels.
¿Acaso nunca llegará el momento en el que nuestra lucha con la tentación se vaya de una vez por todas? Desafortunadamente, ese momento nunca llegará – al menos no durante nuestro tiempo en la tierra.
Dios no prometió que no habría tentaciones en nuestras vidas, pero prometió que nos daría la fuerza necesaria para salir victoriosos en cada una de ellas. ¡Siempre hay una salida!
La tentación es la causa primordial del pecado. Caemos en pecado a través de la tentación. Por eso oramos en el Padrenuestro, “… no nos dejes caer en la tentación…” .Cada persona en este mundo, incluyendo a los creyentes en Cristo, sufren tentación. Aquel que diga lo contrario está siendo deshonesto. Jesús mismo fue tentado en el desierto.
El propósito de este libro es descubrir la verdad acerca de la tentación y prever cómo resistirla desde un enfoque fácil y directo, examinando las promesas de las Sagradas Escrituras. En este intento por explicar la causa primordial de las tentaciones en nuestros días, este libro examina algunos ejemplos bíblicos apropiados y provee las explicaciones más relevantes. Este libro es de naturaleza personal. Con la gracia necesaria y con una franca honestidad, el Dr. M. Chandrakumar revela la verdad acerca de la tentación con la esperanza de que los hijos de Dios vivan vidas cristianas victoriosas a pesar de sus luchas personales.
Capítulo 1 La fuente de la tentación
L a tentación viene de Satanás. Dios nos prueba, pero Satanás nos tienta. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de Dios porque Dios no puede ser tentado de los malos, ni él tienta a nadie: Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y cebado” (Santiago 1:13-14).
Satanás nos tienta para desanimarnos mientras que Dios nos prueba para fortalecernos. La tentación nos es pecado puesto que Cristo fue tentado al igual que nosotros, pero la diferencia está en que él no pecó (ver Hebreos 4:15). La tentación sólo se vuelve pecado cuando cedemos ante la propuesta del demonio. Dios prueba a sus hijos poniéndolos en situaciones que revelen la calidad de su fe y su devoción, para que todos puedan ver lo que hay en sus corazones. (ver Génesis 22:1 y Éxodo 16:4). Al probarlos, Él los purifica al igual que el metal es purificado en el crisol de un refinador (ver 1 Pedro 1: 6-7).
Satanás tienta a los hijos de Dios manipulando las circunstancias dentro de los límites en que Dios se lo permite, en un intento de sacarlos fuera de la voluntad de Dios. Pero nosotros somos responsables por nuestra propia tentación. Cada uno es tentado cuando él o ella se deja llevar y es seducido por su propia concupiscencia (ver Santiago 1:14). Hay tres esferas desde las cuales podemos esperar que venga la tentación:
- Puede venir del mundo que nos rodea
- Puede venir de la concupiscencia que hay en nosotros mismos.
- Puede venir a la mente directamente del mal
- (ver Efesios 6: 11-13).
Estas son las tres líneas principales de ataque del demonio. Consideremos cada una de ellas.
Tentaciones que vienen de “El mundo”
(1 Juan 2: 15-17).
Tentación ( peirasmos - peirasmon ) en griego quiere decir “pruebas”. La tentación ocurre a lo largo de nuestra vida y afecta a las personas, tanto física como espiritualmente. Un hombre es tentado a pecar, lo cual quiere decir que en su orgullo, éste se pone a sí mismo por encima de los límites que Dios ha establecido para él. Las tentaciones que vienen del mundo surgen principalmente de nuestro entorno. Somos propensos a vernos afectados por las circunstancias en que vivimos. El compañerismo con ciertas personas incrédulas, la ubicación geográfica y las circunstancias personales, son todos factores relacionados con el mundo , los cuales nos afectan cuando somos tentados.
Cada vez que le decimos no a la tentación nos fortalecemos, pero cada vez que le decimos sí , nos debilitamos. A menos que haya un verdadero deseo de vencer la tentación, es imposible alcanzar la victoria. Las tentaciones pueden provenir de las personas y los lugares más inesperados y suelen llegar en los momentos menos favorables. Nadie debería decir que nunca va a ser tentado en un área de su vida. Serás fuertemente tentado a cometer ese pecado secreto que te ha hecho caer tantas veces. Te verás retado en esa área en la que has podido ayudar a otros. Busca la ayuda de Dios diariamente y mantente alerta.
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él (1 Juan 2:15).
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios (Santiago 4:4b).
Encontramos muchos ejemplos en la Biblia de personas que fueron tentadas. Por ejemplo, el rey David fue tentado a cometer adulterio con la esposa de uno de sus soldados.
Leemos en 2 Samuel 11:1, Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel… Pero David se quedó en Jerusalén.
En primer lugar, David no debió haberse quedado en Jerusalén. El debió haber ido al campo de batalla porque era el momento en que los reyes iban a la batalla y David tenía que pelear esta guerra para cumplir el propósito de Dios. David le abrió la puerta a esta tentación porque falló al no ocuparse en el trabajo del Señor. Esa tarde se quedó durmiendo en el palacio. En segundo lugar, él no debió haber ido a la azotea del palacio a distraer el tiempo. En vez de esto debió haber estado orando por sus soldados que estaban en el frente de batalla. David nunca planeó cometer este pecado pero se permitió la libertad de quedarse en su palacio debido a su holgazanería.