Platón - Filebo
Aquí puedes leer online Platón - Filebo texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2015, Editor: ePubLibre, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
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Filebo: resumen, descripción y anotación
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Filebo — leer online gratis el libro completo
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El diálogo Filebo comienza cuando ha finalizado, sin resultados firmes, la discusión entre Sócrates y Filebo. El primero sostenía la primacía de la inteligencia, la prudencia y la memoria, como componente de la vida buena, el segundo sostenía la mayor importancia del placer, el gozo y el disfrute.
No bien Protarco reemplaza a Filebo como interlocutor de Sócrates, éste admite que en realidad la vida buena no puede prescindir ni del placer ni de la inteligencia, por lo que en realidad se le debe otorgar el primer puesto en la consideración a una vida mixta: nadie desearía una vida de pensamiento sin placer, y tampoco es admisible una vida puramente placentera sin facultades intelectuales. Queda por resolver cuál elemento de los ya considerados va a obtener el segundo premio. Para ello Sócrates despliega un análisis en el que distingue cuatro clases: lo ilimitado, el límite, la mezcla de ambos, y la causa de la mezcla. La tarea consiste en determinar a cuales de estas clases pertenecen el placer y la inteligencia. El diálogo avanza analizando los distintos tipos de placeres en puros e impuros, verdaderos y falsos; y los conocimientos en técnicos, culturales, y la dialéctica, cuyo objeto es lo verdaderamente real. Ninguno de estos pueden estar ausentes de la vida buena.
La conclusión final es que lo bueno de la vida mixta es la fórmula o la proporción con la que se mezclan estos componentes, y esta procede de la inteligencia, no del placer.
Los comentaristas señalan que el estilo literario y la composición dramática del diálogo han sido dejados en un segundo plano respecto de las obras anteriores de Platón, para dar lugar a definiciones, clasificaciones, y un lenguaje técnico más bien áspero, propio de una exposición didáctica.
Platón
o del placer, la inteligencia y el bien
Obras completas de Platón: Diálogos polémicos - 1
ePub r1.0
Proyecto Scriptorium 10.01.15
Título original: Φίληβος
Platón, ca. 375 a. C.
Traducción: Patricio de Azcárate
Diseño de cubierta: Aquila
Ilustración de cubierta: Baco servido por amorcillos, por Baldassare Franceschini, ca. 1670, colección privada
Revisión de erratas: Un_Tal_Lucas
Editor digital: Titivillus
Texto basado en el de las «Obras completas» de Platón, a cargo de Rusli
ePub base r1.2
[1] En todos los tiempos se ha tenido la idea de los géneros, de las especies y de los individuos. Tales son el uno y muchos a que aquí se refiere Sócrates. (N. de T.)
[2] Un círculo mudo que escucha la discusión sin tomar parte. (N. de T.)
[3] La unidad es el género; el infinito es la colección de los individuos; el número intermedio es el de las especies. (N. de T.)
[4] Por la generación de la esencia entiende Platón el paso a la existencia física. (N. de T.)
[5] Es decir, la sabiduría. (N. de T.)
[6] Como reaparece en Apuleyo, El asno de oro, libro I, en boca de la mujer de Milón, que, andando el tiempo, sabremos que es la bruja Pánfila. (N. de Ana Pérez Vega [APV])
[7] Alusión a Antístenes y a la escuela cínica. (N. de T.)
[8] «El mal humor» en el original. Suena equívoco en español de hoy. (N. de APV)
[9]Ilíada, 18, 108. (N. de T.)
[10] El círculo y la esfera considerados en sí mismos, es decir, en su idea. (N. de T.)
[11]Ilíada, 4, 451. (N. de T.)
Desde las primeras páginas, aparece sentado en el Filebo con las diversas soluciones que puede tener el siguiente problema: ¿en qué consiste la felicidad del hombre? Filebo responde que en el placer, y Sócrates que en la sabiduría, o quizá en un género de vida superior a la sabiduría y al placer. Para ilustrar esta cuestión, es preciso estudiar sucesivamente, en su naturaleza y en sus elementos, el placer y la sabiduría, compararlos, y reconocer si el uno de los dos encierra el soberano bien; y en otro caso, si es preciso buscar este bien, sea fuera de la sabiduría y el placer, sea en cierta asociación del placer y de la sabiduría reunidos. En esta última idea, arrojada a propósito al principio de la conversación, se entrevé ya la opinión que la discusión va a dar de sí paulatinamente y poner en evidencia; opinión que será el término del diálogo al que Platón conduce al lector.
Sócrates sienta desde luego en principio que el soberano bien debe ser concebido como bastándose a sí mismo. Esta última condición ha de ser la de la vida del placer o la de la vida sabia, para convertirse la una o la otra en vida dichosa. Preguntémonos, en primer lugar, si el placer, el placer solo, y por sí solo, basta a la felicidad del hombre. La experiencia y la reflexión demuestran que es incapaz. ¿Qué hombre se considera dichoso, aun en medio de los placeres mayores y más vivos, viviendo sin inteligencia, sin memoria, sin ciencia de ninguna clase? No hay uno solo. Esto es en concepto de que, en los términos en que ha debido sentarse el problema de la felicidad realizada por el placer, este solo, sin ningún elemento extraño, es el que debe constituir la vida dichosa, la vida toda entera. Si es cosa que haya de entrar otro elemento, el placer ya no es el soberano bien, porque entonces no se basta a sí mismo. He aquí el primer razonamiento contra la identidad del soberano bien y del placer. Pero hay más. No solo el placer, reducido a sí mismo, no hace al hombre dichoso, sino que, examinándolo de cerca, se hace imposible, se desvanece y se anonada él mismo. En efecto, si el placer solo existe para nosotros con la conciencia de que lo tenemos, y si la idea de un placer, que experimentamos sin saberlo, equivale a la negación del placer mismo, evidentemente con el sentimiento de este se mezcla siempre un elemento de otra naturaleza, cuya exclusión lleva consigo la del placer mismo. Por lo tanto, el placer no se basta, y la vida que puede proporcionar no es apetecible, y si se quiere, ni aun posible, y así no constituye el soberano bien.
Otro tanto debe decirse de la sabiduría. Porque reducida solo a los bienes de la inteligencia y de la ciencia, por extensa que se la suponga, ningún hombre se consideraría dichoso sin placeres y sin dolores de clase alguna. La vida sabia, como la de placer, no se basta, y por consiguiente, tampoco constituye la felicidad.
Solo falta que la vida dichosa resulte de una mezcla de la sabiduría y del placer; pero ¿cuál de los dos será el elemento preponderante, y cuál debe mirarse, no como el bien mismo, sino como causa del bien? Filebo sostiene naturalmente la superioridad del placer; Sócrates está por la sabiduría, y no duda en afirmar que si el primer rango es debido necesariamente a un principio desconocido, que hace dichosa la vida mezclada de los dos elementos en cuestión, da el segundo rango, por corresponderle de derecho, a la inteligencia, porque tiene más afinidad que el placer con este principio de bien, y se ofrece a suministrar la prueba de esta proposición, que sienta en primer término.
La cuestión de preeminencia entre la inteligencia y el placer aparece aquí resuelta con razones metafísicas. Sócrates, volviendo a ideas que no había hecho más que indicar en el principio del
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