Prólogo
Gloria Álvarez
Gloria Álvarez es guatemalteca con raíces húngaras y cubanas. Estudió las licenciaturas de Relaciones Internacionales y de Ciencia Política en la Universidad Francisco Marroquín, un posgrado en Economía y Política en la Universidad de Georgetown y una pasantía en el think tank Cato Institute, en Washington D. C., así como una maestría en Desarrollo Internacional en la Universidad Sapienza de Roma. Conductora de radio en Libertopolis.com. Autora de los libros El engaño populista (2016), Cómo hablar con un progre (2017) y Cómo hablar con un conservador (2019), Gloria se ha convertido en una referente de las ideas libertarias impartiendo más de mil quinientas conferencias en Iberoamérica, Estados Unidos, Hong Kong, Australia y Europa después de haberse dado a conocer a través de internet por un discurso que sobrepasó los 20 millones de vistas, denunciando el populismo como la principal causa del fracaso de nuestras repúblicas. Presentó su candidatura presidencial a Guatemala en marzo de 2019 con quince propuestas concretas.
Antonella, «¡no escribas este libro!».
Ése tuvo que ser el consejo que debí haberle dado a mi querida amiga y colega, autora de otras magníficas obras como Capitalismo: un antídoto contra la pobreza, La dictadura intelectual populista o Lo que todo revolucionario del sigloxxitiene que saber. ¡Hasta ahí estabas bien, Anto! Lo habías dejado claro. El socialismo es una peste. Los mercados deben ser libres. La región entera te aplaude. Que se cierre el telón.
Debió ser ése el consejo porque fue el mismo que me dieron a mí. «No te metas con la libertad individual», «Te van a acabar», «Te van a destruir».
Sin embargo, aparte de que no suelo dar consejos que yo misma no sigo, ya en esas obras, al igual que en este presente libro, Antonella venía mostrando el reflejo teórico de los éxitos pragmáticos que a lo largo de su carrera había logrado en la batalla de las ideas defendiendo la libertad total. Sin amputaciones. Sin tapujos. Sin excepciones.
Así que plasmar por escrito la reseña que atestigüe lo que ya se viene haciendo en el mundo, no sólo no debería sorprender a los opositores de la libertad, sino que deberían aceptar que es lo congruente que deben hacer sus defensores. En las palabras de nuestro querido colega Alejandro Bongiovanni, de la Fundación Libertad: «Hay que tener pelotas para escribir libros como éste porque la izquierda que siempre te ha atacado no va a reconocerte congruencia. Y la derecha conservadora no se va a tentar el alma para despellejarte por defender las libertades que se oponen a su agenda».
Alejandro se refería a mi obra. Yo me refiero ahora a ésta.
Ya el brillante José Benegas le dedica unas líneas en este presente libro a toda la variedad que cabe dentro del término conservador. Y me adscribo a su descripción para lo que viene a continuación.
Cuando escribí Cómo hablar con un conservador, mucha gente me recomendó no hacerlo porque «mi aliado natural era la derecha latinoamericana» que, en realidad, casi siempre es una derecha mercantilista que utiliza algunas de las pancartas libertarias como el libre mercado, bajar impuestos, quitar subsidios, pero que a la hora de gobernar son hasta más estatistas que las mismas izquierdas que derrumban, y por eso la gente de nuevo otra vez se va con el socialismo.
Mi país, Guatemala, que sólo porque no ha caído en las garras del socialismo del siglo XXI (a excepción de los cuatro años de Álvaro Colom en el poder), es visto como el paraíso (o el infierno dependiendo a quién se le pregunte) de la derecha en los últimos treinta años. Pero ¿convierte eso a Guatemala en un paraíso liberal? ¡Para nada! Y aunque los hechos para demostrarlo van por docenas, se los ejemplifico con tres. En Guatemala, donde la izquierda radical en los últimos sesenta años no ha gobernado:
1. El 93 por ciento del presupuesto educativo lo roba un sindicato marxista controlado de forma dictatorial por el pupilo de Fidel Castro, Joviel Acevedo (nada que ver con vouchers educativos a lo Milton Friedman).
2. El mercado libre es mal llamado «contrabando» y los lobbies oligarcas nacionales criminalizan a aquellos que hacen hasta lo imposible por traer productos más baratos desde las fronteras con México, precios que benefician a las familias más pobres.
3. No existe descentralización fiscal. Ningún departamento en Guatemala goza de autonomía para disponer de sus ingresos.
Así, vemos que esa derecha conservadora es más afín al sindicalismo, el proteccionismo y la corrupción macrocefálica controlada desde un poder centralizado en la ciudad capital, lógicas mucho más afines al colectivismo que al liberalismo.
Hechos similares se encuentran entre las derechas de otros países, donde el socialismo del siglo XXI no ha arrasado a lo Cuba, Venezuela, Nicaragua o Argentina. Por ejemplo, Colombia, Perú, Bolivia (que se libró de Evo), Honduras o Paraguay, por nombrar algunos casos.
Pero esto no es nada nuevo del siglo XXI . El colectivismo, el estatismo y la preservación del statu quo han sido defendidos tanto por el conservadurismo como por el socialismo.