BLANCOS MÓVILES
ESCRIBIENDO CON INTENCIÓN 1982-2004
MARGARET ATWOOD
TRADUCCIÓN: LEONARDO MARTÍNEZ VEGA Y CECILIA NÚÑEZ
BLANCOS MÓVILES
ESCRIBIENDO CON INTENCIÓN 1982-2004
COLECCIÓN NO FICCIÓN
BLANCOS MÓVILES.
ESCRIBIENDO CON INTENCIÓN
1982-2004
Título original:
MOVING TARGETS:
WRITING WITH INTENT
1982-2004
Primera edición, 2022
2004 o. w. TOAD Ltd.
Moving Targets: Writing With Intent 1982-2004
by Margaret Atwood
Copyright © 2004, o. w. TOAD Ltd.
Published by arrangement with House of Anansi Press, Toronto, Canada.
Director de la colección: Emiliano Becerril Silva
Cuidado editorial: Karla Esparza
Traducción: Leonardo Martínez Vega y Cecilia Núñez
Lectura de pruebas finas: Magdalena Cabrera,
Milet Mirón Hernández e Itzel Olivares Bruno
Diseño de portada: Eréndira Derbez
Formación: Lucero Vázquez
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ISBN UNIVERSIDAD VERACRUZANA: 978-607-502-986-3
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Para mi familia
INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN DE A
LIST
POR JEET HEER
ALGUNOS ESCRITORES SON ESPECIALISTAS; OTROS SON
generalistas. Los especialistas tienen un cerebro de cirujano enfocado en el dominio de una forma o género, afinan su oficio hasta alcanzar una habilidad excepcional al costo de estrechar sus horizontes. Estos talentos excepcionales contrastan con los que podríamos llamar los médicos familiares de la literatura, aquellos que adoptan un enfoque más holístico hacia su llamado y emprenden muchas tareas.
No albergo dudas acerca de a cuál campo pertenece Margaret Atwood: ella es una escritora con muchas facetas; ha trabajado en una vertiginosa miríada de formas. Nos ha brindado poemas, todo tipo de narrativas (novelas realistas, pero también ficción especulativa, sagas históricas y relatos góticos), novelas gráficas, libros para niños, crítica literaria, crítica cinematográfica, polémica política, libreto operístico, guiones para televisión y una obra de teatro, solo por mencionar unos pocos puntos culminantes en una bibliografía interminable.
Sin embargo, hay algo que ella no ha escrito aún, en casi seis décadas de copioso trabajo como artífice de la palabra: un libro de memorias. Resulta tentador pensar en una autobiografía de Atwood; no obstante, podría ser superfluo. Sostengo que, en sus escritos que no pertenecen a la narrativa, de los cuales se incluye una buena
selección en Blancos móviles (publicado originalmente en 2004), Atwood nos ha entregado un autorretrato que es más rico y más complejo que muchos supuestos volúmenes de confesiones.
En la superficie, Blancos móviles es una colección de reseñas y ensayos, donde Atwood pondera las cualidades de contemporáneos como Toni Morrison y Gabriel García Márquez, rinde homenaje a amigos como Mordecai Richler y Carol Shields, se entusiasma con películas como La noche del cazador y El espíritu del Ártico y aborda temas políticos apremiantes como el ambientalismo y la política exterior de Estados Unidos. En pocas palabras, es un libro en el que Atwood escribe acerca de otras personas y temas. Dado que invariablemente es ingeniosa, está informada y es incisiva, no hay motivos para no disfrutar el libro bajo estos términos.
Sin embargo, hay otra forma de leer Blancos móviles: como un libro en el que Atwood, aunque no escribe acerca de sí misma, nos revela quién es. Para Atwood, la literatura que no es narrativa no es (como ocurre con ciertos tipos de académicos y periodistas) una oportunidad para adoptar una máscara de objetividad impersonal.
Por el contrario, Atwood insiste en que el valor de sus opiniones e ideas está inextricablemente ligado con las experiencias peculiares e individuales que la llevaron a estas. Esta es una colección de ensayos sumamente personales.
Al leer estos ensayos, obtenemos instantáneas de Atwood en varias etapas de su vida: Atwood a los cinco años diciéndole a su familia que quiere ser escritora y absorbiendo lecciones acerca de cómo contar una historia, a partir de los chismes de la familia de su madre; Atwood a los nueve años ofendiéndose ante la injusticia retratada por George Orwell en Rebelión en la granja, sin darse cuenta de la alegoría pero, aun así, presintiendo la intención (“entendemos los patrones de las historias antes de entender sus significados y el patrón de Rebelión en la granja es muy claro”); Atwood, la estudiante de preparatoria, absorta en otra obra de Orwell, 1984, almacenando ideas sobre la distopía; Atwood, la joven escritora, inspirándose en contemporáneas como Margaret Laurence y Gwendolyn MacEwen, trabajando duro durante los
cuando Dennis Lee editaba sus trabajos y ella editaba los de Matt Cohen; Atwood, la viajera, cuya estadía improvisada en Afganistán en 1978, en el momento en que la nación estaba en la cúspide de la invasión y la guerra, plantó en su mente algunas semillas acerca de la realidad vivida en un patriarcado teocrático. En conjunto, estos vistazos compuestos de recuerdos cruciales dan forma a la historia de la creación de una escritora.
Los escritores se forman no solo de experiencias, sino también (y esto es igualmente crucial) de lo que leen. Alguna vez Saul Bellow observó que “un escritor es un lector motivado a emular”.
Blancos móviles es un registro de la vida de Atwood como lectora, no solo nos muestra cuáles escritores han sido importantes para ella, sino también sus hábitos de lectura. Atwood es una lectora voraz, apasionada, inmersiva. Al reseñar un libro, casi siempre parece tener la totalidad de la obra del autor bajo su dominio; su erudición no se alimenta solo de trabajo pesado, sino también de su amor por la literatura.
No solo lee a los autores de atrás para adelante, sino que también lee ávidamente muchos géneros y sobre muchos temas. Al recordar sus días de preparatoria, Atwood nos dice que “también estaba leyendo a Jane Austen y Emily Brontë y un libro de ciencia ficción especialmente escabroso llamado El cerebro de Donovan
[…] Leía de todo y aún lo hago. Cuando todo lo demás falla, leo las revistas de las aerolíneas y debo decir que estoy cansada de esos artículos acerca de los hombres de negocios multimillonarios”.
Como lo demuestra Blancos móviles, Atwood es totalmente precisa cuando dice que lee de todo. No es esnob acerca de los géneros y su apreciación de Dashiell Hammett y Elmore Leonard da testimonio de su familiaridad con las novelas policíacas con protagonistas duros y amargados, así como sus alabanzas hacia Ursula K. Le Guin muestran su comodidad con la ciencia ficción y la fantasía.
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