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Navarro - Dispara, yo ya estoy muerto

Aquí puedes leer online Navarro - Dispara, yo ya estoy muerto texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Ciudad: Middle East;Palestine, Año: 2013, Editor: Knopf Doubleday Publishing Group;Vintage Español, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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  • Libro:
    Dispara, yo ya estoy muerto
  • Autor:
  • Editor:
    Knopf Doubleday Publishing Group;Vintage Español
  • Genre:
  • Año:
    2013
  • Ciudad:
    Middle East;Palestine
  • Índice:
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Dispara, yo ya estoy muerto: resumen, descripción y anotación

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Hay momentos en la vida en los que la Unica manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando. A finales del siglo XIX, durante la Ultima etapa zarista, los Zucker, perseguidos por ser judios, tienen que abandonar Rusia huyendo del horror y la sinrazOn. A su llegada a la Tierra Prometida, Samuel Zucker adquiere las tierras de los Ziad, una familia Arabe encabezada por Ahmed. Entre el y Samuel nace un fuerte vinculo, una sOlida amistad que, por encima de las diferencias religiosas y politicas, se mantiene generaciOn tras generaciOn. Con las amenazas, la sed de venganza y muchas pasiones desatadas como telOn de fondo, las vidas entrecruzadas de los Zucker y los Ziad conforman un mosaico de traiciones y sufrimientos, de amores posibles e imposibles, al tiempo que plasman la gran aventura de vivir y convivir en un territorio marcado por la intolerancia. Intensa y conmovedora crOnica de dos sagas familiares, la nueva y esperadisima novela de Julia Navarro nos adentra en las vidas de personas con nombres y apellidos, que luchan por alcanzar sus sueNos, y que son responsables de su propio destino. Los personajes de esta novela viven conmigo, me han enseNado mucho, forman parte ya de mi historia personal. Julia Navarro.

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Dispara, yo ya estoy muerto — leer online gratis el libro completo

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JULIA NAVARRO Dispara yo ya estoy muerto Julia Navarro es periodista y ha - photo 1
JULIA NAVARRO
Dispara, yo ya estoy muerto
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Julia Navarro es periodista y ha trabajado a lo largo de su carrera en prensa, radio y televisión. Es autora de los libros de actualidad política Nosotros, la transición; Entre Felipe y Aznar; La izquierda que viene y Señora presidenta. Además, ha publicado cinco novelas. Con la primera, La hermandad de la Sábana Santa, obtuvo un espectacular éxito y alcanzó los primeros puestos de ventas. Con las siguientes, La Biblia de barro, La sangre de los inocentes y Dime quién soy, todas éxitos de público y crítica, se consolidó como una de las escritoras españolas con mayor proyección internacional. Estos cuatro títulos han vendido millones de ejemplares y se han publicado en treinta países.

PRIMERA EDICIÓN VINTAGE ESPAÑOL SEPTIEMBRE 2013 Copyright 2013 por Julia - photo 3

PRIMERA EDICIÓN VINTAGE ESPAÑOL, SEPTIEMBRE 2013

Copyright © 2013 por Julia Navarro

Todos los derechos reservados. Publicado en coedición con
Random House Mondadori, S. A., Barcelona, en los Estados Unidos de América por Vintage Español, una división de Random House LLC, Nueva York, y en Canadá por Random House of Canada Limited, Toronto, compañías Penguin Random House. Originalmente publicado en España por Random House Mondadori, S. A., Barcelona, en 2013.

Copyright de la presente edición para todo el mundo © 2013 por
Random House Mondadori, S. A.

Vintage es una marca registrada y Vintage Español y su colofón son marcas de Random House LLC.

Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes o son producto de la imaginación del autor o se usan de forma ficticia. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas, eventos o escenarios es puramente casual.

Información de catalogación de publicaciones disponible en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

eISBN: 978-0-345-80527-0

Diseño: Manuel Esclapez | Random House Mondadori. Fotografía:
© Colección Roger Violet/ Cordon Press

www.vintageespanol.com

v3.1_r1

Para Álex,
que todos los días me regala su alegría
.

Y para Fermín, siempre

Índice
1
Jerusalén, época actual

H ay momentos en la vida en los que la única manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando.» Aquella frase de Mohamed Ziad la había atormentado desde el mismo instante en que la había escuchado de labios de su hijo Wädi Ziad. No podía dejar de pensar en aquellas palabras mientras conducía bajo un sol implacable que doraba las piedras del camino. El mismo color dorado de las casas que se apiñaban en la nueva ciudad de Jerusalén construidas con esas piedras engañosamente suaves, pero duras como las rocas de las canteras de donde habían sido arrancadas.

Conducía despacio dejando que su mirada vagara por el horizonte donde las montañas de Judea se le antojaban cercanas.

Sí, iba despacio aunque tenía prisa; sin embargo, necesitaba saborear aquellos instantes de silencio para evitar que las emociones la dominaran.

Dos horas antes no sabía que iba a emprender el camino que la llevaría hacia su destino. No es que no estuviera preparada. Lo estaba. Pero a ella, que le gustaba planear hasta el último detalle de su vida, le había sorprendido la facilidad con que Joël había conseguido la cita. No le había costado ni una docena de palabras.

—Ya está, te recibirá a mediodía.

—¿Tan pronto?

—Son las diez, tienes tiempo de sobra, no está muy lejos. Te lo señalaré en el mapa, no es complicado llegar.

—¿Conoces bien el lugar?

—Sí, y también los conozco a ellos. La última vez que estuve allí fue hace tres semanas con los de Acción por la Paz.

—No sé cómo se fían de ti.

—¿Y por qué no iban a fiarse? Soy francés, tengo buenos contactos, y las almas cándidas de las ONG necesitan quien les oriente por los líos burocráticos de Israel, alguien que les tramite los permisos para cruzar a Gaza y Cisjordania, que consiga una entrevista con algún ministro ante el que protestar por las condiciones en que viven los palestinos; les proporciono camiones a buen precio para trasladar la ayuda humanitaria de un lugar a otro… Mi organización hace un buen trabajo. Tú puedes dar fe de ello.

—Sí, vives de los buenos sentimientos del resto del mundo.

—Vivo de prestar un servicio a los que viven de la mala conciencia de los demás. No te quejes, no hace ni un mes que os pusisteis en contacto con nosotros, y en ese tiempo te he conseguido citas con dos ministros, con parlamentarios de todos los grupos, con el secretario de la Histadrut, facilidades para entrar en los Territorios, te has podido entrevistar con un montón de palestinos… Llevas cuatro días aquí y ya has cumplido con la mitad del programa que tenías previsto.

Joël miró con fastidio a la mujer. No le caía bien. Desde que la recogió en el aeropuerto cuatro días atrás había notado su tensión, su incomodidad. Le molestaba la distancia que ponía entre ellos al insistir en que la llamara señora Miller.

Ella le sostuvo la mirada. Tenía razón. Había cumplido. Otras ONG utilizaban sus servicios. No había nada que Joël no pudiera conseguir desde esa oficina con vistas de la Vieja Jerusalén a lo lejos. Con él trabajaban su mujer, que era israelí, y cuatro jóvenes más. Dirigía una empresa de servicios muy apreciada por las ONG.

—Te diré algo de ese hombre: es una leyenda —dijo Joël.

—Hubiese preferido hablar con su hijo, es lo que te pedí.

—Pero está de viaje en Estados Unidos invitado por la Universidad de Columbia para participar en un seminario, y cuando regrese, tú ya te habrás ido. No tienes al hijo, pero tienes al padre; créeme cuando te digo que ganas con el cambio. Es un viejo formidable. Tiene una historia…

—¿Tanto le conoces?

—En ocasiones los del ministerio les envían a la gente como tú. Es una «paloma», todo lo contrario que su hijo.

—Precisamente por eso me interesa hablar con Aarón Zucker, porque es uno de los principales líderes de la política de asentamientos.

—Ya, pero el padre es más interesante —insistió Joël.

Se quedaron en silencio para evitar una de esas absurdas discusiones en las que se enzarzaban. No habían congeniado. Él la encontraba exigente; ella sólo veía su cinismo.

Y ahora estaba ya de camino. Cada vez se sentía más tensa. Había encendido un cigarrillo y aspiraba el humo con fruición mientras fijaba la mirada en aquella tierra ondulada en la que a ambos lados de la carretera parecían trepar unos cuantos edificios modernos y funcionales. No había cabras, pensó dejándose llevar por la imagen bíblica, pero ¿por qué habría de haberlas? No quedaba sitio para las cabras junto a aquellas moles de acero y cristal que eran la enseña de la prosperidad de la moderna Israel.

Unos minutos más tarde salió de la autopista y enfiló una carretera que llevaba hacia un grupo de casas situadas sobre una colina. Aparcó el coche delante de un edificio de piedra de tres plantas idéntico a otros que se alzaban sobre un terreno rocoso; desde allí, los días despejados, se alcanzaba a ver las murallas de la Ciudad Vieja.

Apagó el cigarrillo en el cenicero del coche y respiró hondo.

Aquel lugar parecía una urbanización burguesa, como tantas otras. Casas de varios pisos, rodeadas de jardines ocupados por columpios y toboganes para los niños y coches alineados junto a aceras impolutas. Se respiraba tranquilidad, seguridad. No le costaba imaginar cómo eran las familias que vivían ahora dentro de aquellas casas, aunque sabía cómo había sido ese lugar décadas atrás. Se lo habían contado algunos viejos palestinos con la mirada perdida en los recuerdos de aquellos días en los que eran ellos quienes vivían en ese pedazo de tierra porque aún no habían llegado los otros, los judíos.

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