Título original: China Lake
Traducción: Gemma Moral
A
Sylvie y Richard
Brooke
Kathy
Trapper (P. M. Stevens) Rita
y los buenos tiempos en Lac Bemard
Quiero dar las gracias a Cyril Levitt por su ayuda y compañía en Alemania, a H J por las sugerencias sobre su pasado psicodélico, y a las personas de California que me contaron los secretos de China Lake.
Sidewinder, AIM-9
Uno de los misiles que mayor influencia han tenido en la historia, este delgado misil aire-aire fue muy poco americano en su desarrollo, puesto que lo creó de la nada un reducido grupo de personas de la NOTS China Lake, trabajando con un presupuesto proverbialmente ajustado. Encabezado por el doctor McLean, este equipo fue el primero del mundo en abordar el problema del guiado pasivo por IR (infrarrojos), en 1949, y las a menudo insolubles dificultades se combinaron con la elección de un fuselaje de sólo 5 pulgadas (127 mm.) de diámetro, que en los tiempos de la electrónica por tubos de vacío constituyó un enorme reto… La primera serie de XAAM-N-7 con sistema de guiado se disparó con éxito el 11 de septiembre de 1953. La primera producción de misiles, que la Marina llamó N-7, las Fuerzas Aéreas llamaron GAR-8 y el equipo que lo creó llamó SW-1, llegó al IOC en mayo de 1956.
AA-2 Atoll
Al contrario que la mayoría de armas rusas, este misil aire-aire es sin lugar a dudas una copia del modelo occidental original, el primer AIM-9B Sidewinder. Cuando se vio por primera vez, el 9 de junio de 1961, transportado por varios aviones de combate durante una exhibición aérea, era casi idéntico al misil americano. Desde entonces ha seguido su propia trayectoria en el desarrollo, al igual que el Sidewinder se diversificó en las versiones de IR y SARH (guiado semiactivo por radar)… Al igual que las versiones AIM-9, los misiles IR tienen morros hemisféricos que se vuelven transparentes con el calor, y las versiones radar tienen morros ligeramente achatados y opacos. Entre los aviones actuales que incorporan misiles cabe citar los aviones de combate Mig-21, con cuatro soportes para misiles en lugar de dos, y los aviones de combate Mig-23 «swing-wing», que también transportan los últimos AAM.
Bill Gunston, Misiles aéreos modernos: guía ilustrada
Primera parte – Cuerpos negros
cuerpo negro (Fís.). Cuerpo que absorbe completamente toda emanación de calor o radiación de luz que cae sobre él. Un cuerpo negro mantenido a una temperatura regular emite un espectro continuo de rayos a esa temperatura, puesto que cualquier cuerpo negro permanece en equilibrio entre la radiación que llega hasta él y la que se desprende de él.
radiación de cuerpo negro (Fís.). Radiación que sería emitida por un cuerpo negro ideal. La distribución de la energía depende sólo de la temperatura y está descrita por la ley de radiación de Planck. Véase ley de Stefan-Boltzmann, leyes de Wien.
Diccionario científico y tecnológico Chambers
Más adelante, Tannis se preguntó a menudo si se habría producido un aviso, una pista que hubiera pasado por alto. Presumiblemente alguien lo había estado vigilando, por tanto se había producido un cambio en la rutina de su vida diaria que él debería haber notado. No le gustó. No le gustó la idea de que cualquiera pudiera arrebatarle lo mejor de sí mismo. No era «operativo» desde hacía años, pero seguía siendo un profesional…
Repasó los días precedentes intentado recordar: los coches detrás del suyo de camino a Los Ángeles, las llamadas telefónicas que había recibido, o un hombre desconocido al salir de su banco. Se preguntaba: ¿Se había alterado algún detalle, entre todos los detalles sobre los que se mantenía ojo avizor? ¿Se había producido alguna diferencia sutil, crucial? No estaba seguro…
En realidad, no sospechaba nada. Todo parecía como de costumbre, y aquel viernes por la noche no parecía diferente de otros cientos. En cualquier caso, desde su retiro, los días habían transcurrido idénticos unos de otros y nunca estaba completamente seguro de dónde estaba; ¿abril?, ¿noviembre?, ¿1958?, ¿1985? Qué más daba. Carecía de la conciencia del tiempo, como el desierto, y nunca «miraba atrás» en el sentido habitual; su pasado se desvanecía como la estela de un avión a reacción en un cielo lejano y blanco. Su vida era así; en apariencia no había llegado a materializarse nunca completamente, o hacía largo tiempo que se había disipado y dispersado. Había llegado a vivir los últimos coletazos de una guerra que se había convertido en un mito y había esperado a la siguiente, otro mito en cierto modo, pues no se había producido en absoluto y ahora parecía tan extraña como las películas de la última sesión, parte de un mundo que permanecería quizá misteriosamente silencioso, o que podría ser atacado desde el espacio exterior. Pero no había ocurrido. Habían liberado el poderoso átomo y roto la barrera del sonido, pero nada había ocurrido después de todo. Ya nadie hablaba de aquellos tiempos y sólo los viejos como él mismo, según había advertido, seguían llevando aún las camisas cien por cien tergal, el «tejido milagroso», o recordaban lo sorprendentes que eran los transistores. Tal vez formaba parte de una generación que había esperado su momento demasiado tiempo, y ese momento no había llegado nunca. Ahora se veían atrapados en un pasado peculiar, héroes de una historia que no conducía hasta el presente en el que se hallaban. Como consecuencia, no eran del todo visibles para quienes los rodeaban. En otro tiempo habían resultado familiares, incluso famosos, pero ahora los habían olvidado, como las viejas canciones que no se oían ya en ninguna radio. El caso de Tannis era un ejemplo evidente. Sin el uniforme de la Marina era irreconocible, y cuando la gente conseguía recordarlo, solía sorprenderse: ¿No se había muerto? ¿No se había ido a vivir a otro lugar veinte años atrás? No es que a él le preocupara. Por el contrario, prefería el anonimato. Quizás era anacrónico, pero vivía en gran medida en su propia época. No compraba aparatos japoneses, no sabía lo que era la música «disco», o lo que había sido. Además, todavía recordaba las letras de aquellas viejas canciones. Probablemente, esperando a que el semáforo se pusiera verde, había marcado el ritmo de la música contra el volante: When the moon hits your eye like a big pizza pie that's…
Sin embargo, aunque no estuviera al día, Tannis sabía que se hallaba en algún momento de la «Era Reagan», que la copa que sostenía en la mano tenía aquel sabor a viernes por la noche, y que debía de ser a finales de primavera o verano, porque no había fuego de ramas de tamarugo crepitando en la chimenea detrás de él. Pero podía haber sido cualquier otra noche en el Mojave . Bebiendo tequila, fumando un Lucky Strike, estaba de pie delante del gran ventanal de la sala de estar y contemplaba el sol poniente, pensando ociosamente en los valores en oro en los que había invertido, Hemlo, Franco-Nevada, Breakwater. El tequila y la puesta de sol: para Tannis era casi un ritual, y durante unos veinte minutos se limitó a estar allí de pie, silencioso, el peso de su cuerpo decantado ligeramente hacia un lado, sorbiendo el licor y mirando fijamente, por encima del desierto, las bajas y negras colinas que ocultaban Los Ángeles a la vista. Al llegar a un cierto punto (en algún lugar más allá de las dunas, de las llanuras salinas, de las lisas y alargadas sombras de las grandes rocas rojas) sus ojos perdieron el enfoque, o éste se alteró, de modo que se produjo aquella «flexión» interna característica, un cambio en su persona, y su ser se perdió en aquel exterior, como un espíritu. Su visión adquirió así una extraordinaria claridad, como alguien que mirara a través del extremo equivocado de un telescopio, o en realidad alguien que fuera clarividente, y si hubiera habido una premonición en aquella soledad, la hubiera sentido. Pero no fue así. Su mente se limitó a moverse, pensando en el oro y en los hombres que lo habían buscado allí, en el Mojave, en Randsburg y en el Panamint, y luego, en general, en otros hombres que habían mirado más allá del desierto justo de aquel mismo modo: Rommel, Cochise, san Antonio, Lawrence de Arabia. Empezó a confeccionar una lista, preguntándose qué cualidad habrían compartido, y al final decidió que todos ellos eran hombres clarividentes en busca de esperanza, gloria y descubrimientos. Pero no se podía decir que aquello fuera un presagio del futuro, aunque fue exactamente en ese momento, las 7.42 de la tarde, cuando el teléfono empezó a sonar.
Página siguiente