PHILIP JOSÉ FARMER, Escritor estadounidense de ciencia ficción y fantasía nacido en North Terre Haute, Indiana, el 26 de enero de 1918 y fallecido en Peoria, Illinois, el 25 de febrero de 2009. Es uno de los autores de género fantástico más importantes del siglo XX y su denominada Edad de Oro de la Ciencia Ficción. Algunas de sus novelas recogen a personajes históricos o incluso a personajes ficticios de otros autores. Así, en su obra aparecen un supuesto hijo de Dorothy (de El mago de Oz), Phileas Fogg (de La vuelta al mundo en ochenta días), Tarzán, Doc Savage, Sherlock Holmes o Hermann Göring. Este último aparece en la más aclamada serie de Farmer, la serie Mundo del Río, protagonizada por sir Richard Francis Burton (un explorador y orientalista británico del siglo XIX al que se deben las primeras traducciones completas al inglés de el Kamasutra y Las mil y una noches) y en la que también aparece Alice, personaje central de Alicia en el País de las Maravillas. La primera novela de esta serie, A vuestros cuerpos dispersos (To your scattered bodies go, 1971) se considera la más importante de sus obras y uno de los títulos míticos del género fantástico, y fue merecedora del premio Hugo (el más importante del mundo de género fantástico) en 1972.
cover
Título original: A Woman a Day
Philip José Farmer, 1960.
Traducción: Domingo Santos
Diseño portada: mnemosine
Editor original: mnemosine (v1.0)
ePub base v2.1
Notas
Desde que Trausti le mostró los rayos X, Leif tuvo el convencimiento de que Halla Dannto no era de origen terrestre. Era posible que el Cuerpo de la Guerra Fría hubiera contactado con seres alienígenas, cuya existencia era hasta entonces desconocida por los humanos, para usarlos contra la Unión Haijac. El CFG los usaba porque poseían poderes más allá de los de cualquier terrestre. Y los extraños órganos descubiertos en el cuerpo de Halla, en su vagina y en su cerebro, estaban claramente conectados con estos poderes. Eso explica su posición como amante del archiurelita, y el interés del propio CFG en mantener el secreto sobre ella…
«Una novela trepidante del futuro, comparable en su tema a 1984… Farmer es algo más que un rompedor de tabúes: es un verdadero artista de la narrativa»
(Sam Moskowitz)
Philip José farmer
El dia que se detendrá el tiempo
ePUB v1.0
mnemosine01.02.13
C UANDO Leif entró en la sala del eegie, encontró que Sigur había sentado a Zack Roe y le había colocado el casco de tantalio sobre su cabeza gris.
Zack exhibió sus salidos dientes en una sonrisa y dijo:
—Que Sigmen le quiera, doctor.
—Un futuro real para usted —respondió Leif. Asintió con la cabeza, y Sigur pulsó un botón. El quimógrafo debajo del eegie empezó a girar. Le acompañó un sonido de bip-bip que, como parte del experimento, se suponía que debía distraer al sujeto. El experimento era, ostensiblemente, un intento de correlacionar el esquema de las ondas cerebrales del sujeto con su vocalización. Durante algún tiempo Leif había pasado una hora diaria en este proyecto de leer la mente de un hombre por medios electrónicos.
En realidad, había estado haciendo únicamente esto durante los últimos dos años. La parte inferior del llamado electroencefalógrafo era lo que se suponía que debía ser. Registraba las ondas cerebrales del sujeto en un quimógrafo. Pero la parte superior del eegie era una máquina que había sido hecha llegar clandestinamente a manos de Leif por el Cuerpo de la Guerra Fría. Hacía lo que se suponía que hacía la otra, Podía «leer» la mente de un hombre. Y en este mismo momento estaba detectando y amplificando los pensamientos de Zack Roe y transmitiéndolos a través de los supuestamente sin significado bips.
—Haré el número habitual de preguntas del test —dijo Leif—. Responda «sí» o «no». No me importa si me dice o no la verdad. Más tarde quiero que me indique las auténticas respuestas. ¿Preparado?
—Sí —dijo Zack con su voz arrastrada—. No soy tan tonto como piensa, doc. Hemos hecho esto antes, ¿no?
Leif miró a Sigur. Estaba de pie junto al quimo, de espaldas a ellos, contemplando las agujas trazar las ondas alfa, beta, gamma, kappa y eta. Los bips prosiguieron; Sigur no prestaba ninguna atención al ruido.
—¿Cuándo nació usted, Zack?
—El tres de fertilidad del 190 D.R. —dijo Zack. Leif comprobó aquello en su bloc de notas, luego le hizo un guiño a Zack.
—Responda la misma pregunta en inglés, Zack. Deseamos comprobar cualquier diferencia en las ondas a causa de usar lenguas distintas. Zack obedeció.
Al mismo tiempo, los bips cambiaron de esquema. El oído de Leif lo captó de inmediato.
¿Qué le ha tomado tanto tiempo, Leif? Esto arde. Hubiera debido venir usted corriendo. Shib. Aquí está el mensaje. Halla Dannto, la esposa del archurielita, resultó herida a las 73:00 en un accidente de coche. Fue llevada a este hospital. Tiene que ponerse usted en contacto con ella aprisa. ¡Aprisa! Saque del caso al doctor que se ocupa y llame a Ava.
Si Halla Dannto está muerta, incinere su cuerpo sin demora. No deje que nadie aparte de Ava sepa que lo hace. Luego vuelva a su habitación y actúe como si ella estuviera viva.
¡Haga esto! No mencione la muerte de Halla a la mujer que ocupe su lugar.
Llevará un velo callejero anticuado cuando entre. No haga preguntas. Acéptela como si fuera la real Halla Dannto. ¿Entendido?
Como si estuviera pensando en algo, Leif asintió con la cabeza.
—Ahora, Zack, la siguiente pregunta —dijo.
Rachel entró precipitadamente en la habitación.
—¡Doctor Barker! —dijo, sin aliento—. El doctor Trausti acaba de llamar y me ha dado un mensaje para usted. Su QB parece que no funciona, así que lo he cogido yo. Tiene que bajar a la habitación 113 de inmediato. La esposa del archurielita Dannto acaba de ser ingresada, seriamente herida. Trausti desea que se ocupe usted de ella.
Leif alzó las cejas.
—¿No puede ocuparse él?
—Supongo que piensa que ella es demasiado importante para él. Además, puede morir.
—¿Y desea que yo tome la responsabilidad de ello? —dijo Leif con una sonrisa—. Dígale que bajaré de inmediato. Y, Rachel, contacte con mi mujer. Dígale que suelte todo lo que tenga entre manos, aunque sea un bebé, y baje a la 113. ¿Shib?
Se volvió.
—Sigur, eso cancela el experimento por todo el resto del día. Diga a los demás sujetos que pueden marcharse.
Salió a largas zancadas de la habitación. Fuera, tropezó con un hombre que estaba de pie justo frente a la puerta. El hombre retrocedió tambaleante; Leif tuvo la fugaz impresión de que el impacto no había sido tan duro como eso, que el hombre estaba exagerando un poco.
—Disculpe —dijo, y siguió andando. Una fuerte mano sobre su brazo lo detuvo.
El desconocido tosió y dijo:
—¿Doctor Barker? —Su voz era aguda y tenía un ligero acento extranjero.
—Tengo prisa. Le veré más tarde —dijo Leif.
Absorbió al hombre con una mirada. Le gustaba saber quién era la gente a su alrededor, cuál era su aspecto y qué estaba haciendo. Así, después, podía transmitir los detalles esenciales.