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Jillian Hunter - El diario de la duquesa

Aquí puedes leer online Jillian Hunter - El diario de la duquesa texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2014, Editor: DIGITAL BOOKS, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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El diario de la duquesa: resumen, descripción y anotación

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J ILLIAN H UNTER

E L DIARIO
DE LA D UQUESA

Titania Editores ARGENTINA CHILE COLOMBIA ESPAÑA ESTADOS UNIDOS - photo 6

Titania Editores

ARGENTINA — CHILE — COLOMBIA — ESPAÑA
ESTADOS UNIDOS — MÉXICO — PERÚ — URUGUAY — VENEZUELA

Título original: The Duchess Diaries

Editor original: Signet Select – Published by New American Library, a division of Penguin Group (USA). New York

Traducción: Isabel Murillo Fort

1.ª edición Junio 2014

Todos los nombres, personajes, lugares y acontecimientos de esta novela son producto de la imaginación de la autora, o son empleados como entes de ficción. Cualquier semejanza con personas vivas o fallecidas es mera coincidencia.

Copyright © Maria Hoag, 2012

All Rights Reserved

Copyright © 2014 de la traducción by Isabel Murillo Fort

Copyright © 2014 by Ediciones Urano, S. A.

Aribau, 142, pral. – 08036 Barcelona

www.titania.org

Depósito Legal: B-11.084-2014

ISBN EPUB: 978-84-9944-750-6

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.

Para mi editor, Kerry Donovan

Gracias por tu excelente y minuciosa labor de edición

y por las sesiones de tormenta de ideas que hemos compartido,

así como por estar siempre a mi lado cuando te he necesitado.

Valoro muchísimo tu trabajo.

Agradecimientos

T odos mis elogios para el departamento creativo de NAL por haber creado la portada más bella que jamás hubiera imaginado. ¡Gracias!

Capítulo

Mayfair, Londres

1819

E ra el mejor baile; y era también el peor. Era el baile de graduación que la Academia Scarfield para jóvenes damas celebraba anualmente en Londres. Era una velada de esperanza y la señorita Charlotte Boscastle se había propuesto que no acabara mal. Era una velada de principios y despedidas.

Como directora de la academia, Charlotte recibiría elogios por su labor como instructora de una nueva promoción de señoritas que pronto sería presentada en sociedad. Sería alabada por las propuestas de matrimonio ofrecidas a sus alumnas como resultado de su exquisita y elitista enseñanza.

Por otro lado, se la señalaría como culpable de cualquier escándalo que mancillara el buen nombre de la academia. Su principal enemiga, lady Clipstone, propietaria de una academia de la competencia de inferior categoría, había predicho en los periódicos que en el acto se produciría algún descalabro social. El hecho de estar acompañada por sus familiares no servía de consuelo a Charlotte: la ciudad entera sabía que los Boscastle vivían rodeados de controversia. Se decía que cuando dos Boscastle coincidían en una reunión, el diablo siempre acababa jugando un papel activo.

Pero aun así, le estaba agradecida a su primo, el marqués de Sedgecroft, por haber accedido a que el acto se celebrara en su mansión de Park Lane. Y valoraba también el detalle de que hubiera invitado a su batallón de amigos para llenar el salón de baile e impresionar a las chicas.

El futuro social de aquel grupo de jóvenes damas estaba en manos de Charlotte por una última noche. De ella dependía apagar cualquier llama de atracción hacia el sexo opuesto que pudiera surgir antes de que ardiera con fuerza y se convirtiera en una grave falta de decoro.

—Señorita Boscastle, ¿me dais permiso para salir al jardín?

—No, Amy, no te lo concedo, te lo he dicho mil y una veces. Imposible, excepto que lo hagas debidamente escoltada.

—Aquí dentro hace un calor sofocante.

—Bebe más limonada.

—Verity ha bebido champán.

—Verity —dijo Charlotte, inspeccionando el salón en busca de la última alumna que la academia había acogido recientemente procedente de beneficencia y que, a la vez, era la más problemática—, pasará todo el día de mañana encerrada en su habitación como castigo.

Sabía que no debería haber permitido la asistencia de las más jovencitas. ¿Cómo iban a ser capaces de concentrarse mañana en clase? La señorita Peppertree tenía razón. Solo habría que invitar al baile a las graduadas.

—Señorita Boscastle, se me ha roto la chinela. ¿Qué hago? ¿Le pregunto a la marquesa si podría prestarme un par?

Charlotte la miró con mala cara.

—Sí, si es que consigues encontrarla… sin abandonar el salón, por supuesto.

—Verity está en la terraza, señorita.

—Oh, santo cielo —murmuró Charlotte—. ¿Dónde se habrá metido la duquesa de Glenmorgan? Me prometió que la vigilaría muy de cerca.

Tal vez, después de aquella noche, Charlotte podría por fin respirar un poco. Para bien o para mal, las graduadas se aventurarían en sociedad y cargarían sobre sus propias espaldas con la responsabilidad de su reputación. De haber sido posible, habría dibujado un mapa completo en el que aparecieran todos los escollos que una joven dama podía encontrar al salir de la academia. Representaría en él una estrecha senda repleta de cruces de caminos. «AVENIDAS DE ASUNTOS PROHIBIDOS», «OSCURAS INCURSIONES HACIA LA DECADENCIA» y «REPUTACIONES DEVASTADAS». Hasta que no amaneciera, tenía la obligación de montar guardia contra cualquier bribón dispuesto a aprovecharse de alguna chica inexperta. Le tenía echado el ojo a uno en particular. La había mirado en una sola ocasión. El duque de Wynfield era sin duda el invitado más elegante y atractivo del baile, y Charlotte no estaba dispuesta a permitir que tentara a alguna de sus graduadas o la distrajera a ella de sus obligaciones.

Se preguntó si el duque recordaría la última vez que se habían visto, en las galerías comerciales del Strand. No habían intercambiado ni una palabra. Aquel día, Charlotte había ido de compras para la academia. Él, por su parte, estaba comprando un par de prostitutas y llevaba una agarrada a cada brazo.

El duque había besado a una de aquellas fulanas en el cuello y se había limitado a sonreír cuando Charlotte, en el otro extremo del mostrador, se había quedado boquiabierta ante tal escena.

Horas más tarde, a su regreso a la academia, había anotado el incidente en su diario, como era su costumbre, cambiando algún detalle aquí y allá hasta que, al final, el hecho había acabado guardando escaso parecido con la versión inventada por ella, que siempre resultaba mucho más satisfactoria. Charlotte llevaba un diario desde que sabía escribir y disfrutaba con el arte de exagerar los acontecimientos más normales.

Cuando sus primas Boscastle la invitaron por primera vez a Londres cinco años atrás, sus hazañas amorosas la dejaron tan cautivada, que decidió plasmar en su diario toda la historia familiar. Ahí no hubo necesidad de realizar mejoras. Seguir los constantes escándalos de la familia suponía todo un reto. Era como si la prole entera hubiera llevado una vida secreta como espía o amante de alguien. Charlotte había tenido que enfrentarse a un doloroso hecho: por mucho que admirara a su parentela, era evidente que ella, en comparación, había llevado una vista triste y deprimente.

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