Roland Merullo
Requiem Para Rusia
Titulo original: A RUSSIAN RÉQUIEM
Traducción Clotilde Rezzano
© 1993 by Roland Merullo
Agradezco a la Blue Mountain Colony y a todos los que leyeron el manuscrito y ofrecieron su consejo, especialmente a Manon Abernathy, Dean Crawford, J Michael Harvey, Bruce MacMillan, Eileen Merullo, David Payne, Andrea Rutherford, Nadya Shokhen, Sarah Stearns, Volodya Tokaiev, Sergei Vinogradov
Un agradecimiento especial a Amanda por su amor y apoyo constantes, y a Cynthia Cannell, Peter Grudin, Joe McGinniss, Michael Miller, y Alan Williams, cuya ayuda y estímulo fueron más allá de los límites comunes de la amistad
A Anatoly Ivanovich Lezhnyov dondequiera que esté.
Cuántas tonterías cometemos para protegernos, y al mismo tiempo quedamos desprotegidos.
Alan Paton
Too Late the Phalarope .(Demasiado tarde el falaropo)
Este libro tuvo su origen en una relación afectiva muy duradera Entre 1977 y 1990, viví en la Unión Soviética alrededor de veintiocho meses, en su mayor parte desvinculado del encircuito turístico Leningrado-Moscu-Kíev Las personas que conocí allí y con las que trabajé (soviéticos, norteamericanos y europeos) han servido para inspirar mucho más que estas pocas cientos de páginas de una obra de ficción Pero la ficción, con sus estratos ocultos, insuficiencias y ocasionales estallidos de belleza, me pareció el medio adecuado para tratar de expresar lo que desde hace mucho tiempo he deseado expresar acerca de esa gente Me pareció un medio adecuado para tratar de penetrar el misterioso parentesco entre el sufrimiento y el amor, el profundo secreto ruso
La narración se desarrolla en su mayor parte en las provincias rusas durante las dos semanas anteriores al frustrado golpe de estado del 19 de agosto de 1991 Los acontecimientos que aquí se describen, en muchos casos están basados en hechos reales, aunque los personajes no lo son. En Rusia hay una ciudad llamada Vostok Pero no tiene nada en común, en lo geográfico, político o físico, con la Vostok que se presenta en este libro En cuanto a la USCA, puede ser considerada una Agencia Federal de la Imaginación, que toma algo de USÍA, USAID. y USDA, pero no se identifica con ninguna de ellas
Una advertencia para quienes no saben como se conforman los nombres rusos en lugar de un segundo nombre los rusos usan un patronímico, una variante del primer nombre del padre Una mujer llamada Lyudmila Bessarovich y cuyo padre se llamara Ivan, tendría por nombre Lyudmila Ivanovna Bessarovich Su hermano Maxim se llamará Maxim Ivanovich o sencillamente Ivanich
En los años terribles de la Yezhovshchinapasé diecisiete meses en las colas de la prisión en Leningrado.
Por algún motivo, una vez alguien me "identificó". Entonces una mujer de pie detrás de mí, azules los labios, que naturalmente nunca había escuchado mi nombre, despertó del letargo en el que todos habíamos sucumbido y me susurró al oído (allí todos hablábamos en susurros):
– Y esto ¿puede llegar a describir esto?
Y dije: -Puedo.
Entonces algo semejante a una sonrisa se deslizó por lo que alguna vez había sido su cara.
Anna Akhmatova, Réquiem
Había una vez un lugar llamado la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, una idea hecha carne. La Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas nació bañada en sangre, sufrió una adolescencia impregnada de hambre y terror; cuando joven y en su plenitud, soportó una guerra en la que murieron entre veinte y treinta millones de sus habitantes. Después de la Gran Guerra Patriótica, hubo unos pocos años de relativa madurez serena previos a que el país comenzara a hundirse en una senilidad precoz atormentada por recuerdos de los que ni se hablaba ni podía hablarse.
Al cumplir sus sesenta y ocho años, la URSS trajo a la luz a un nativo del corazón de sus tierras, un hombre con una mancha que llevaría a su país a su casi incruenta disolución.
Esta no es la historia de este hombre, ni la historia de la URSS. Lo que sigue no es más que un párrafo en la historia de diez mil páginas de esa nación, dos semanas de las vidas de algunos hombres y mujeres, algunos soviéticos y otros norteamericanos.
Al comienzo de esta historia, en una noche templada de agosto de 1991, políticos de la derecha y de la izquierda están acosando al abrumado presidente soviético. La nación se tambalea ante el embate de huelgas, manifestaciones, renuncias. Hay hambre en las provincias y traición en Moscú. La Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, tan insensible, tan acorazada, como una persona que ha vivido tras frentes y frentes de máscaras y protecciones, se está resquebrajando y queda expuesta a lo largo de cientos de fallas subterráneas.
Una de esas fallas pasa por Vostok, un centro industrial situado a novecientos kilómetros de Moscú, una fuente industrial de humo. En Vostok, en esta templada noche de agosto, Nikolai Filipovich Malov, patriota, se encuentra frente a una ventana oscura en el ultimo piso de la sede del Partido y observa una plaza con una estatua de Lenin en su centro Lenin enfrenta la calle con un brazo extendido (según algunos le hace señas a alguno de los reconocidamente renuentes taxis de Vostok), y entre su espalda y la sede del Partido bulle un grupo de setenta u ochenta trabajadores enarbolando banderas y pancartas y un tosco crucifijo armado con dos maderos de dos por cuatro Fuera del perímetro de esta muchedumbre cinco hombres y una mujer están sentados sobre una lona alquitranada cumpliendo una huelga de hambre
Durante un largo tiempo, Malov fija su mirada en esos cinco hombres y la mujer en la cruz y en ciertas caras de la multitud, pero obsesionada como lo esta por el pasado no comprende que esta viendo el futuro Esta concentración andrajosa se le aparece como simple desafio y falta de respeto y desorden cosas que ningún patriota puede tolerar
Esta allí, de pie frente a la ventana, acumulando amargura en su sangre, hasta que se le ocurre una idea Una idea Un destello de pensamiento en una mente oscurecida A partir de situaciones tan insignificantes se forma la historia de la humanidad
El monumento erigido a los muertos en la Gran Guerra Patriótica no estaba lejos de la sede del Partido. Nikolai Malov se sentó allí un rato como homenaje y trató de tranquilizarse. Una noche tan clara era algo inusual en Vostok, con una luna llena amarilla transitando por el este y parejas que se acariciaban y besaban en los bancos cercanos.
Un arma descansaba en la funda de cuero contra las costillas de Malov, y en el bolso de gimnasia de cuero que tenía a su lado en el banco había un silenciador para esa pistola, un pincel y, envuelto en una toalla, un tarro de pintura tomado del depósito del Consejo de Comercio e Industria.
Malov miró con atención a la temblorosa llama y el monumento de granito sombrío que se erguía por encima de ella: soldado, partisano, campesina con un haz de trigo. Recordó haber estado allí como escolar y dejar flores al pie del monumento, haber montado guardia como Pionero, haber acudido en auto hasta allí con su primera esposa el día de su boda y haber rendido su tributo silencioso y solemne a la Madre Patria. Veinte millones de hombres y mujeres habían ofrendado sus vidas en defensa de la Unión Soviética, y en este momento el país que habían salvado estaba siendo destrozado y pisoteado por unos pocos extremistas y fanáticos religiosos. La gente blandía crucifijos ante la cara de Lenin. de pie todo el día sobre el césped frente a la sede del Partido en vez de trabajar, besándose en los bancos de la plaza mientras había enemigos que conspiraban e intrigaban por todos lados.
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