La Guerra Fría
del Siglo XXI
La estrategia militar
de la Federación Rusa
La Guerra Fría del Siglo XXI
La estrategia militar de la Federación Rusa
Miguel Campos Robles
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© Miguel Campos Robles, 2019
Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras
Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com
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Primera edición: 2019
ISBN: 9788418036088
ISBN eBook: 9788418034589
Introducción
La geografía y la historia nos demuestran que nunca podemos subestimar un país como Rusia. Su resurgimiento parcial en nuestra época, tras la desintegración del imperio soviético, forma parte de una vieja historia.
Robert D. Kaplan. La venganza de la geografía (2012)
El siglo XX fue un periodo plagado de guerras y violencia, fue una época de gran sufrimiento para la humanidad. La lista de conflictos en el siglo pasado es interminable y sus consecuencias devastadoras; el número de fallecidos, desaparecidos y heridos que provocaron es imposible de calcular con exactitud. En la primera mitad del siglo hubo dos guerras mundiales, y sólo durante la Segunda Guerra Mundial fallecieron 50 millones de personas. La gran mayoría de los conflictos que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo se desarrollaron en el escenario general de la Guerra Fría, donde la Unión Soviética y sus aliados del Pacto de Varsovia tuvieron en frente a los Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN). Afortunadamente, no se llegó a una guerra abierta de gran intensidad entre los dos bloques, pero si se enfrentaron a través de terceros países o grupos no-estatales que representaban sus ambiciones e intereses geopolíticos, unas veces prestándoles apoyo militar, y en otras ocasiones con la intervención directa de las grandes potencias. Los ejemplos más destacados de este tipo de guerras fueron la Guerra de Corea (1950-53), la Guerra de Vietnam (1955-75), la Guerra de Afganistán (1979-89) y la Guerra Irán-Iraq (1980-88), sin olvidar las guerras árabe-israelíes, los conflictos civiles en Sudamérica y las numerosas guerras en África.
La caída del Muro de Berlín en 1989, y el fin de la Guerra Fría con la desaparición de la Unión Soviética en 1991, provocaron una ola de optimismo, sobre todo en Occidente. Los expertos, analistas y comentaristas con una visión más liberal en los estudios estratégicos y las relaciones internacionales pronosticaron que la paz, la democracia y el progreso económico se extenderían por todo el planeta, dando lugar a un mundo globalizado en el que la interdependencia económica entre los países desterraría definitivamente el fenómeno de la guerra. Sin embargo, la aparición de nuevos conflictos y amenazas, como fueron las Guerras de Yugoslavia (1992-01), la Guerra del Golfo (1990-91), la Guerra de Iraq (2003-11), los ataques terroristas del 11 de Septiembre contra Estados Unidos y la Guerra de Afganistán (2001-..), dieron la razón a los que habían mantenido una posición más pesimista, pero más realista del mundo.
La desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) dio lugar al paso de un mundo bipolar, con dos grandes potencias enfrentadas, a un mundo unipolar dominado por una única potencia hegemónica, una potencia realmente global, los Estados Unidos de Norteamérica. El viaje realizado por los Estados Unidos hasta la supremacía global no ha sido largo, ya que ha durado apenas un siglo. Este viaje se inició en 1898 con la guerra hispano-americana, iniciada con el objetivo geopolítico de conseguir el control total del Mar Caribe y sus accesos, como condición previa y necesaria para iniciar la construcción del Canal de Panamá en 1902, lo que permitió, a la entonces naciente potencia marítima, el control del paso entre el océano Pacífico y el Atlántico. El siguiente paso en esta guerra fue arrebatarle a España, potencia en claro declive, el control de las Islas Filipinas, plataforma necesaria para asegurar las líneas comerciales de Estados Unidos con Japón y China, tan necesarias para continuar con su proceso de industrialización y desarrollo.
Hoy en día, los Estados Unidos de América siguen siendo la primera potencia mundial de manera incontestable. Sin embargo, las actuales tendencias geopolíticas indican que el nuevo orden mundial evoluciona hacia la multipolaridad, pues «las grandes potencias casi nunca están conformes con la distribución de poder existente, y se encuentran en una constante búsqueda de poder, siempre dispuestas a buscar las oportunidades para alterar la distribución de poder en el mundo a su favor». Países como China, Rusia, India y otros países emergentes cuestionan el actual orden, que ya no sigue una lógica ideológica como ocurrió en la Guerra Fría. La nueva distribución de poder que se está produciendo es más perceptible en términos económicos, y los actuales indicadores en esta materia sustentan esta tendencia. El poder que un Estado posee se basa en gran medida en sus capacidades materiales. Hoy en día, existe un claro desplazamiento del centro de gravedad mundial de Occidente hacia Asia. El producto interior bruto (PIB) de China se aproxima al de Estados Unidos con rapidez, ya nadie duda que China desplazará a los Estados Unidos como la mayor economía del mundo, la cuestión es cuando. El propio Henry Kissinger, con su gran agudeza para ver las tendencias a largo plazo, ha expresado que: «Los Estados Unidos temen que el crecimiento de China socave su preeminencia, y por tanto su seguridad, China está decidida a alcanzar el dominio militar y económico en todas sus regiones circundantes y, así, en última estancia la hegemonía».
El colapso de la Unión Soviética provocó, de la noche a la mañana, que el espacio geográfico que había ocupado durante siglos el Imperio Ruso de los Zares y durante gran parte del siglo XX el Imperio Soviético , pasara a ser ocupado por 15 Estados diferentes. Rusia cayó en un periodo de confusión histórica y estratégica, de forma que en términos de Zbigniew Brzezinski, la desaparición de la Unión Soviética «creó un agujero negro en el centro de Eurasia, fue como si el Heartland de los geopolíticos hubiera desaparecido de pronto del mapa global».
Después de este periodo de confusión, la llegada al poder en la Federación Rusa de Vladimir Vladimirovich Putin, en el año 2000, representó un punto de inflexión en la política rusa seguida hasta ese momento. Desde entonces, Rusia trata de recuperar el poder perdido. Aunque, hoy en día, Rusia no puede actuar como una potencia global, dadas sus actuales limitaciones, sin embargo, si trata de jugar el papel de potencia regional y defender lo que considera sus intereses en el espacio postsoviético; espacio que Moscú denomina el extranjero próximo , y donde viven 25 millones de ruso hablantes. Rusia mantiene una actitud revisionista con respecto a la expansión de las fronteras de la OTAN hacia el Este de Europa, y está decidida a mantener y asegurar sus salidas al Mar Mediterráneo a través del Mar Negro y de Siria. Otro escenario donde Rusia quiere mantener su influencia es en el Asia Central, donde Estados Unidos, China, Turquía y Rusia mantienen una nueva versión del gran juego por el control de los yacimientos de minerales estratégicos y de las grandes reservas de gas y petróleo, así como de la red de gaseoductos y oleoductos que permiten su salida a los mercados.
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