• Quejarse

John Corey Whaleys - Una conexión ilógica

Aquí puedes leer online John Corey Whaleys - Una conexión ilógica texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2016, Editor: Alfaguara Juvenil, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

John Corey Whaleys Una conexión ilógica

Una conexión ilógica: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Una conexión ilógica" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Solomon tiene 16 años, es agorafóbico..., pero le va bien.

Lisa está dispuesta a todo con tal de entrar a una de las mejores facultades de psicología del país, y «arreglar» a Solomon es justo lo que necesita para conseguirlo, lo quiera él o no.

#BibliotecaIndie

Solomon es muy fan de Star Trek y se ha embarcado en su propia misión, que dura ya tres años, dos meses y un día. La última frontera para él parece ser el umbral de su casa y la agorafobia lo mantiene encerrado en ella. Aunque Solomon está más que satisfecho siendo el rey de la casa, con el pijama como uniforme y sus padres ausentes casi todo el día.

Pero todo cambiará cuando conozca a Lisa. Su sueño es conseguir plaza en la segunda mejor Facultad de Psicología del país (está siendo realista, por eso es la segunda). Está muy segura de sí misma y, junto con su encantador novio Clark, intentará cambiar la vida de Sol. Su amistad será mucho más íntima de lo que esperaban. Pero ¿qué sucederá cuando Sol descubra los planes de Lisa?

Divertida y emocionante, Una conexión ilógica aborda las distintas maneras en que nos enfrentamos a nuestros miedos y nos escondemos del mundo, y cómo el amor, la tragedia y la necesidad de conectar pueden ser aquello que nos despierte de nuevo.

Reseñas:
«Cargada de estilo, sensibilidad y humor... ELECTRIZANTE.»
The New York Times

«Reirás, puede que llores... y no serás capaz de soltar el libro.»
RT Book Reviews

«Honesta, divertida e inolvidable.»
Buzzfeed

«Los capítulos rebosan de diálogos cálidos, inteligentes, auténticos... Los lectores querrán fácilmente a estos personajes brillantes, imperfectos y encantadoramente nerds.»
Kirkus Reviews

John Corey Whaleys: otros libros del autor


¿Quién escribió Una conexión ilógica? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Una conexión ilógica — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Una conexión ilógica " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Para Scotty PRIMERA PARTE Primavera UNO SOLOMON REED Solomon nunca - photo 1

Para Scotty


PRIMERA PARTE
Primavera
UNO
SOLOMON REED

Solomon nunca había sentido la necesidad de salir de casa. Tenía comida. Tenía agua. Podía ver las montañas desde la ventana de su habitación y sus padres estaban siempre tan ocupados que era prácticamente el único dueño de la casa. Jason y Valerie Reed se lo permitían porque, al final, ceder ante la condición de su hijo era el único modo de que mejorara. Así pues, cuando cumplió dieciséis años, llevaba sin salir de casa tres años, dos meses y un día. Estaba pálido e iba siempre descalzo, y funcionaba. Era lo único que funcionaba.

Hacía los deberes por internet; normalmente los terminaba cada tarde con el pelo revuelto y el pijama puesto antes de que sus padres llegaran a casa. Si sonaba el teléfono, dejaba que saltara el contestador y, si en alguna extraña ocasión alguien llamaba a la puerta, ojeaba por la mirilla hasta que quien fuera —un scout, un político o, quizá, un vecino— se cansaba y se iba. Solomon vivía en el único mundo que podía comprenderlo y, aunque era un mundo silencioso, terrenal y a veces solitario, dentro de él nunca perdía el control.

No había tomado la decisión a la ligera y hay que decir que al menos había intentado estar fuera el mayor tiempo posible, todo lo que podía alguien como él. Pero entonces llegó el día en el que intentarlo no fue suficiente, así que se quedó en calzoncillos y se sentó en la fuente que había enfrente de su instituto. Y justo allí, mientras sus compañeros y los profesores lo miraban y el sol de la mañana lo deslumbraba, se inclinó hacia atrás poco a poco hasta que todo su cuerpo estuvo bajo el agua.

Esa fue la última vez que Solomon Reed fue al instituto de secundaria Upland y, en cuestión de días, se negó por completo a salir fuera. Era mejor así.

—Es mejor así —le dijo a su madre, que le suplicaba cada mañana que lo intentara con más ahínco.

Y, en realidad, lo era. Los ataques de pánico llevaban ocurriendo desde que tenía once años, pero en los últimos dos años había pasado de sufrir uno cada pocos meses a uno al mes, a dos, etcétera. En el momento en el que se metió en la fuente como un lunático, había pasado de tener ataques de pánico leves a ataques severos tres veces al día.

Era un infierno.

Después de lo de la fuente, se dio cuenta de lo que debía hacer: si te alejas de las cosas que te asustan, no te asustarás, y entonces pasó tres años preguntándose por qué le costaba tanto a todo el mundo comprender aquello. Todo lo que hacía era vivir en vez de morirse. Algunos tienen cáncer y otros se vuelven locos, pero nadie intenta quitarse la quimio de encima.

Solomon nació y, con toda probabilidad, morirá en Upland, California. Upland es un barrio residencial de Los Ángeles a tan solo una hora del centro. Está en una parte del estado que llaman Inland Empire, un nombre que le entusiasma a Solomon porque suena como algo de Star Trek, que es una serie de televisión que conoce demasiado bien.

Sus padres, Jason y Valerie, no saben mucho sobre Star Trek, a pesar de que su hijo insiste en que es una exploración brillante de la humanidad. Sin embargo, le hace feliz, así que ven un capítulo con él de vez en cuando e incluso le preguntan sobre los personajes cada cierto tiempo solo para ver lo contento que se pone.

Valerie Reed es dentista y tiene su propia clínica en Upland, y Jason prepara los sets de rodaje en un estudio en Burbank. Podría pensarse que esta profesión conlleva grandes historias, pero Jason es de ese tipo de personas que cree que es posible confundir a Dermot Mulroney con Dylan McDermott, por lo que no puedes creerte la mayoría de famosos que ve.

Una semana después de cumplir dieciséis años, mientras su padre intentaba contarle algo sobre un actor que había conocido en el set aquella mañana, Solomon empezó a impacientarse.

—Ya sabes…, ese tipo con bigote. De esa serie…, la serie con la canción de cabecera…

—En todos los programas hay una canción de cabecera, papá.

—Ay, sabes quién es. ¡El tipo de la pistola!

—¿El tipo de la pistola? Pero ¿qué significa eso?

—El tipo. Tiene una pistola en la cabecera. Sé que sabes quién es.

—No lo sé. ¿Hawaii 5.0?

—Eso es una película, no un actor —le dijo su padre.

—Es una serie de televisión. ¿Cómo puedes trabajar en Hollywood?

—¿Has hecho los deberes hoy? —preguntó la madre de Solomon al entrar en el salón.

—Esta mañana. ¿Cómo ha ido el trabajo?

—Ha venido una nueva paciente.

—¡Vivan los dientes de oro! —bromeó su padre.

Ninguno se rio.

—Dice que fue al instituto Upland. ¿Lisa Praytor? ¿Te suena?

—No —contestó Solomon.

—Es una buena chica. Tiene unos molares preciosos, pero va a tener que quitarse las muelas del juicio en un año o dos o tendrá que llevar aparato otra vez.

—¿Tú llevaste aparato? —preguntó Solomon.

—Un arnés de ortodoncia. Fue horrible.

—Ah, ahora todo tiene sentido. Quieres hacer pasar a otros por la tortura de tu infancia.

—No me analices.

—Solomon, deja de analizar a tu madre —le dijo su padre desde detrás de un libro, una de esas novelas de misterio y terror que siempre leía.

—Bueno, es una buena chica. Guapa, también. Solo tenía una caries.

Solomon sabía bien lo que estaba pasando. Su madre estaba haciendo eso que hacía cuando pensaba que hablar sobre una chica guapa conseguiría de repente curar a su hijo y llevarlo al instituto. Era muy inocente, pero esperaba que su madre no estuviera tan desesperada porque, si lo estaba, ¿no ocurriría un desastre poco a poco con todos esos pequeños momentos que iban surgiendo? Les había escuchado hablar sobre él unas cuantas veces. Cuando cumplió diez años, aprendió que si colocaba un vaso de plástico sobre la pared de su habitación podía escuchar lo que hablaban sus padres en el cuarto. Lo último que oyó fue a su madre preguntándole a su padre si se iban a quedar «atrapados con él para siempre». Después de decirlo, no oyó nada durante un rato, y entonces se dio cuenta de que se había echado a llorar nada más decir esas palabras. Horas más tarde, Solomon seguía despierto pensando cómo contestar la pregunta de su madre. Al final, se decidió por un difícil «sí».

DOS
LISA PRAYTOR

A veces, la vida te pone en las manos una limonada directamente servida en un vaso frío con una rodaja de limón. Para Lisa Praytor, alumna sobresaliente de secundaria del Upland, conocer a la madre de Solomon Reed fue ese vaso de limonada, y eso iba a cambiarle la vida.

Seguramente hayas conocido a Lisa Praytor en algún momento de tu vida. Es la chica que se sienta en la primera fila de clase, levanta la mano para contestar todas las preguntas del profesor, se queda después de las clases para trabajar en el anuario escolar y en cuanto llega a casa se sumerge de cabeza en los deberes.

Siempre ha sido una chica con la agenda ocupada. A los once años decidió hacer caso a las palabras de su tía abuela Dolores, que dijo: «No debería haber ni un día libre en tu calendario, da mala suerte; veinticuatro horas de oportunidades perdidas».

Ni siquiera la propuesta de su novio de conducir hasta la costa y ver la puesta de sol podía hacerle olvidar sus quehaceres, y Clark Robbins era de esos chicos que proponen cosas como esas todo el rato. Era guapo sin resultar intimidante, y su pelo castaño del color de la corteza de los árboles estaba peinado de tal modo que Lisa lo encontraba especialmente atractivo. El día que Lisa conoció a la madre de Solomon, llevaba saliendo con Clark un año y diecisiete días. Lo había apuntado en el calendario como prueba.

En segundo de secundaria, después de que un alumno de primero tuviera un incidente enfrente de la escuela, Lisa escribió un artículo de opinión para el Registro del Upland en el que defendía al chico: una redacción irónica sobre la importancia de la empatía. No les sentó bien a sus compañeros y hasta final de curso corrió el rumor de que Lisa estaba saliendo en secreto con el niño loco que había saltado a la fuente.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Una conexión ilógica»

Mira libros similares a Una conexión ilógica. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Una conexión ilógica»

Discusión, reseñas del libro Una conexión ilógica y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.