Christine Feehan
Un Puerto Seguro
Hermanas Magicas 05
Todo el tiempo
Canción de Hannah,
por Joley
Verso 1:
Cuando todo ha desaparecido
Y tú estás sola ahí afuera,
Todo lo que tienes que hacer es hablar.
Necesito oír que te importa.
Susurraré o gritaré,
Lo que quiera que pidas;
Desearía poder decir
Los sentimientos tras la máscara.
Coro:
Llamo a tu puerta
Pero esta no se abre para mí.
¿Cómo puedo estar ahí
si no me dejas ver?
No abrirás para mí,
No me dejarás entrar…
Desearía ser capaz de ver
Todos los sentimientos que escondes.
Verso 2:
Cuando el mundo se ha marchado
Y estás sola en la oscuridad,
Cuando eres toda dudas
e intentas encontrar una chispa;
Pronuncia mi nombre, yo te escucharé.
Espera que el viento lo envíe,
Mi nombre es el que susurras.
Nena, yo estaré ahí al final.
Coro:
Llamo a tu puerta
Pero esta no se abre para mí.
¿Cómo puedo estar ahí
Si no me dejas ver?
No abrirás para mí,
No me dejarás entrar…
Desearía ser capaz de ver
Todos los sentimientos que escondes.
Puente:
No tengas miedo,
No tienes que temer.
Yo estoy a tu lado
Para siempre.
Nunca te dejaré,
Estoy aquí para siempre
Todo el tiempo.
– ¿Quieres decirme cómo demonios nos hemos metido en este lío? -exigió Jackson Deveau mientras pasaba los brazos alrededor de la cintura de Jonas y medio le arrastraba hacia la endeble tapa de un contenedor industrial de basura-. Tenemos un bonito y cómodo trabajo en la costa de Mendocino y tú te vuelves loco y decides que estás aburrido, lo cual es pura mierda, por cierto. Cualquiera pensaría que hacer que te disparen una vez sería suficiente para ti.
Si hubiera podido responder, Jonas habría maldecido a Jackson, pero sólo se las pudo arreglar para fulminarle con la mirada mientras obligaba a sus pies a seguir moviéndose. El dolor era implacable, apuñalaba como un hierro de marcar candente. Podía sentir el aliento traqueteando en sus pulmones, la bilis alzándose y la realidad desvaneciéndose. Tenía que permanecer en pie. Al infierno si iba a dejar que Jackson le cargara a la espalda, nunca dejaría de oír hablar de ello. Jackson tenía razón. Se habían labrado vidas nuevas, buenas vidas, encontrado un hogar. ¿En qué demonios estaba pensando?
¿Por qué nunca era suficiente para él? ¿Por qué tenía que seguir volviendo atrás, una y otra vez, arrastrando a Jackson y a otros hombres al cieno y la basura del mundo? Él no era ningún noble cruzado, pero una y otra vez se encontraba a sí mismo con un arma en la mano, persiguiendo a los tipos malos. Estaba cansado a muerte de su necesidad de salvar el mundo. No salvaba a nadie, sólo conseguía que mataran a buenos hombres.
El callejón estaba oscuro, la sombra de los edificios circundantes se alzaban sobre la pequeña entrada, volviendo negros los bordes. Mantuvieron el contenedor de basura entre la calle y ellos, donde parecía que todo el mundo que tuviera un arma y un cuchillo les estuviera buscando. Jackson le apoyó contra una pared que olía a tiempos que Jonas no quería recordar, donde la sangre, la muerte y la orina se mezclaban en un potente brebaje.
Jackson comprobó su suministro de municiones.
– ¿Puedes enfocar lo bastante como para disparar, Jonas?
Ese era Jackson, directo al grano. Deseaba endemoniadamente salir de allí e iba a hacer que ocurriera. Los hombres que les perseguían no tenían forma de saber que tenían al tigre por la cola. Cuando Jackson utilizaba ese tono de voz en particular, pura y simplemente morían hombres.
Tenían que conseguir pasar la entrada del callejón y ésta estaba bloqueada por los gánsters rusos. Había sido una misión de reconocimiento. Nada más. No estaban suponiendo que fueron vistos -¡maldita sea!- no habían sido vistos, pero todo se había ido al infierno rápidamente, convirtiéndose en un baño de sangre.
Habían ido a filmar lo que se suponía serían unos cuantos soldados de Tarasov de bajo nivel reuniéndose con un par de soldados de Nikitin en los muelles de San Francisco. Un agente encubierto había informado a Gray y él quería saber por qué las dos familias rivales se reunían. La primera punzada de alarma había llegado cuando Jonas reconoció a los hermanos Gadiyan entre los participantes. No había nada de bajo nivel en ellos. Cuñados de Boris y Petr Tarasov, estaban definitivamente en el escalafón superior de la asesina familia criminal, tenían reputación de ser tan sangrientos y violentos que incluso los hombres de la familia Tarasov les evitaban. Y cuando Boris salió de entre las sombras con su hermano, Petr, y su primo Karl, pegado detrás para reforzar la seguridad, Jonas supo que algo gordo se estaba tramando. Karl tenía reputación de ser mucho, mucho peor que los hermanos Gardiyan.
Jonas y Jackson se habían mirado el uno al otro con los estómagos encogidos y los corazones palpitando porque estaban justo en medio de un nido de avispas y no tenían forma de salir de él. El grupo de gánsters rusos se quedó en pie un momento, riendo todos juntos, y entonces Karl había agarrado a uno de los hombres con los que estaban conversando y le había empujado hasta ponerle de rodillas delante de su tío. A Jonas le parecía que todos los hombres eran soldados de Tarasov. No pudo identificar al hombre al que Karl había separado. Su cara estaba entre las sombras y todo ocurrió demasiado rápido. Petr sacó tranquilamente un arma y le disparó en la cabeza sin una sola palabra. La violencia había sido rápida y desagradable, sin ninguna advertencia en absoluto.
Jonas y Jackson tenían el asesinato en la cinta y estaban buscando una forma de salir cuando otro hombre entró en el muelle. Obviamente era consciente de la cámara, mantenía la cara oculta y un largo y voluminoso abrigo cubría su cuerpo. Mantuvo la cara apartada, habló brevemente con los Tarasovs y entonces fue cuando todo se fue al infierno.
Karl Tarasov había reaccionado instantáneamente, corriendo hacia la carretera, descubriendo su coche y al conductor, ejecutándole sin preámbulos. Volaron las balas cuando los rusos se desplegaron y empezaron a cazar a Jonas y Jackson. Jonas recibió dos disparos, ninguno debería haber sido grave, pero estaba perdiendo suficiente sangre como para que las heridas pasaran a ser fatales si no conseguía ayuda rápido. Jackson tenía dos marcas de cuchillo en el estómago y pecho, heridas sufridas mientras luchaban por abrirse paso fuera de los muelles hasta el callejón. Los gánsters querían de vuelta la cinta.
De ninguna manera iban a conseguirla.
Jackson metió un cargador lleno en el arma de Jonas y le puso ésta en la mano.
– Estás bien para caminar. -Puso en la recámara del arma un cargador lleno y cambió el peso sobre las puntas de los pies-. Voy a alzarme un poco a la parte de arriba para cargarme a unos cuantos, Jonas. Tú pon otro vendaje de presión en la herida de tu costado, y no importa lo que pase, permanece en pie. Voy a sacudir las cosas un poco en unos minutos y tienes que estar listo para correr.
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