Hannah Arendt Poemas TRADUCCIÓN DE :
Alberto Ciria
CON LA COLABORACIÓN DE :
Felicia Brembeck «Fee»
Xavier Escribano
Josef Sedlmeir Herder Título original: Ich selbst, auch ich tanze. Die Gedichte Traducción: Alberto Ciria Diseño de la cubierta: Antidot Gràfic Edición digital: José Toribio Barba © 2015, Hannah Arendt Bluecher Literary Trust, c/o Georges Borchardt Inc., Nueva York © 2015, Piper Verlag, Múnich/Berlín © 2017, Herder Editorial, S.L., Barcelona ISBN DIGITAL: 978-84-254-3981-0 1.ª edición digital, 2017
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com) Herder www.herdereditorial.com Índice Poemas 1923-1926 [1] [S IN TÍTULO ] No hay palabras que irrumpan en la oscuridad ni dioses que alcen la mano. Adonde quiera que mire… tierra amontonándose. No hay formas que se desprendan ni sombras que se ciernan. [2] E N TONO DE COPLA POPULAR Cuando volvamos a vernos florecerá la blanca lila y yo te envolveré en almohadas para alejar de ti las nostalgias. [2] E N TONO DE COPLA POPULAR Cuando volvamos a vernos florecerá la blanca lila y yo te envolveré en almohadas para alejar de ti las nostalgias.
Alegrémonos entonces de que el vino seco y los fragantes tilos nos encuentren todavía juntos. Pero cuando caigan las hojas, entonces separémonos. ¿Exasperarse para qué? Habrá que arrostrar ese sufrimiento. [3] C ONSUELO Llegarán las horas en que las viejas heridas, esas que olvidamos hace tiempo, amenazarán con consumirnos. Llegarán los días en que ninguna balanza de la vida y los pesares podrá inclinarse hacia uno u otro plato. Trascurrirán las horas y pasarán los días.
Pero una ganancia sí nos quedará: la mera persistencia. [4] S UEÑO Pies levitando con patético fulgor. Yo misma, también yo bailo liberada de la gravedad hacia la oscuridad y el vacío. Espacios comprimidos y proscritos de tiempos pasados, lejanías recorridas, soledades perdidas comienzan a bailar, a bailar. Yo misma, también yo bailo. Con irónica temeridad nada he olvidado: conozco el vacío y conozco la gravedad.
Con irónico fulgor bailo y bailo. [5] C ANSANCIO Crepúsculo vespertino: quedamente quejumbrosa suena aún la llamada de los pájaros que yo creé. Grises paredes se derrumban mientras mis manos se reencuentran. Lo que llegué a amar no puedo asirlo. Lo que me rodea no puedo dejarlo. Todo se hunde.
El crepúsculo se cierne. Nada puede someterme: así viene a ser el curso de la vida. [6] S UBURBANO Emergiendo de la oscuridad y serpenteando hacia la claridad, veloz y altanera, esbelta y frenéticamente rebosante de fuerzas humanas, urdiendo atenta caminos ya trazados, por encima de las prisas con olímpica indolencia, veloz, esbelta y frenéticamente henchida de unas fuerzas humanas de las que se desentiende, escurriéndose hacia la oscuridad, sabedora de las cosas de arriba: así vuela sinuosa una bestia amarilla. [7] D ESPEDIDA Dejad que ahora os estreche la mano, días etéreos. No huiréis de mí: no hay escapatoria a lo vacío y atemporal. Pero el signo más arcano de un viento ardiente me rodea con su soplo: no quiero escabullirme al vacío de tiempos de cohibición.
Ay, conocisteis la sonrisa con la que me entregaba. Sabíais cuántas cosas ocultaba yo en silencio para yacer tendida en prados y hacerme vuestra. Pero ahora la sangre, que nunca ha reprimido, me llama para que acuda a barcos que jamás mariné. La muerte está en la vida. Lo sé, lo sé. Por eso dejadme que os estreche la mano, días etéreos.
No me perderéis. Como señal os dejo aquí esta hoja y la llama. [8] [S IN TÍTULO ] Paso los días desorientada. Pronuncio palabras sin peso. Vivo en una oscuridad sin visión. Carezco de timón en la vida.
Sobre mí se cierne monstruoso, como un nuevo pájaro enorme y negro, el rostro de la noche. [9] A… Toma la pesada carga de mis deseos. La vida es amplia y no tiene prisa. Restan aún muchos países en el mundo y abundantes noches al descampado. ¿Pues quién conoce la balanza de la vida y los pesares? Quizá en los días de senectud todo esto se dirima. ¿Qué es la dicha para aquel que está avenido consigo mismo, cuyo pie solo huella lo que está destinado para él, para aquel que no conoce otra frontera ni otro derecho que el conocerse, ni otro signo que lo marque en su estirpe que el nombrarse? [11] C REPÚSCULO Crepúsculo que te hundes, que aguardas, que haces señas: Gris es la marea. ¿Qué es la dicha para aquel que está avenido consigo mismo, cuyo pie solo huella lo que está destinado para él, para aquel que no conoce otra frontera ni otro derecho que el conocerse, ni otro signo que lo marque en su estirpe que el nombrarse? [11] C REPÚSCULO Crepúsculo que te hundes, que aguardas, que haces señas: Gris es la marea.
Crepúsculo que guardas silencio, que sin hacer ruido declinas, que exhortas y te lamentas, que dices cosas silentes: Gris es la marea. Crepúsculo que consuelas, que mitigas y sanas, que señalas lo oscuro y rondas lo nuevo: Gris es la marea. [12] E NSIMISMAMIENTO Cuando contemplo mi mano —una cosa ajena pero emparentada conmigo— de pronto no estoy en ningún país, no quedo sujeta a ningún aquí ni a ningún ahora, ni quedo ligada a ningún qué. Entonces me siento como si tuviera que despreciar el mundo: pues bien, por mí que transcurra el tiempo con tal de que no sucedan más señales. Contemplo mi mano, que guarda un parentesco conmigo inquietantemente cercano, siendo no obstante una cosa distinta. ¿Es más de lo que yo soy? ¿Tendrá un sentido superior? [13] C ANCIÓN ESTIVAL Dejo que mis manos se deslicen por la dorada plenitud del verano, mientras mis miembros se estiran dolorosamente hasta la oscura y pesada tierra.
Campos que declinan sonoros, senderos que el bosque sepulta, todo nos fuerza a guardar riguroso silencio: que si sufrimos es porque amamos; que la mano sacerdotal no marchite el sacrificio ni la plenitud, y que en medio de una noble y diáfana quietud no se nos extinga la alegría , pues las aguas se desbordan, la fatiga quiere destruirnos y nosotros nos dejamos la vida cuando amamos, cuando vivimos. [14] [S IN TÍTULO ] ¿Por qué me das la mano con timidez y como a escondidas? ¿Tan lejano es el país del que vienes? ¿No conoces nuestro vino? ¿En tamaña soledad vives que no conoces nuestra hermosísima fogosidad cuando estamos uno en otro con el corazón y con la sangre? ¿No conoces las alegrías diurnas cuando uno va con el amado? ¿Ni conoces la despedida vespertina cuando uno va aquejado de pesadumbre? Vente conmigo y quiéreme, no pienses en tus miedos. ¿Acaso no puedes sincerarte? Ven y toma y da. Vayamos luego por los campos dorados —amapola y trébol silvestre—, y más tarde, en el ancho mundo, nos llegará a doler cuando sintamos que el recuerdo sopla con fuerza en el viento, cuando, estremeciéndose, suspire nuestra alma con una ternura de ensueño. [15] D ESPEDIDA Tú nos provocas el duelo de que nada perdura para nosotros y nos brindas esperanza cuando tantas cosas se apresuran, eres para nosotros señal de alegría y dolores, nos muestras los caminos y abres los corazones. Tú ensamblas como jamás lo harían nuestras manos.
Creemos en la fidelidad y sentimos el cambio. No podemos decir hasta qué punto nos unimos. Lo único que podemos hacer es llorar. [16] F INALES DE VERANO El anochecer me ha arropado tan suave como el terciopelo, tan pesaroso como el sufrimiento. Ya no recuerdo a qué sabe el amor, ya no recuerdo la incandescencia de los campos, y todo busca desvanecerse para solo a mí darme reposo. Pienso en él y le quiero, pero el venir y el dar me resultan extraños, como si vinieran de un país lejano, y apenas sé qué es lo que me cautiva.
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