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Anónimo - Cuentos para el camino

Aquí puedes leer online Anónimo - Cuentos para el camino texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2019, Editor: Maitri, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Cuentos para el camino: resumen, descripción y anotación

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Relatos tradicionales de la tradición cristiana, sufí, zen y otras sobre distintas dimensiones de la búsqueda espiritual en los que se combinan el humor, la ingenuidad y la devoción, comparados por su carácter anónimo a sueños colectivos.Editorial Maitri fue creada en 2001 con la intención de difundir textos sobre distintas dimensiones de la espiritualidad. Su catálogo incluye ensayos de autores contemporáneos sobre la búsqueda espiritual y colecciones de cuentos tradicionales. En 2015 Maitri lanzó una línea de narrativa contemporánea con la publicación de Wabi sabi. Maitri es una palabra sánscrita que significa benevolencia, cordialidad.

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Presencia E n la corte del jeque Junaid vivía un joven derviche que en poco - photo 1

Presencia

E n la corte del jeque Junaid vivía un joven derviche que en poco tiempo se había convertido en su favorito. Los demás derviches, todos mayores que él, se sentían celosos. No podían entender qué veía el jeque en ese joven.

U n día, Junaid les ordenó a todos los derviches que compraran una gallina en el mercado y la mataran, pero con una condición: que nadie los viera hacerlo. Luego de hacer lo ordenado, debían regresar a la corte a más tardar a la puesta del sol.

U no a uno, todos los derviches fueron regresando al atardecer con una gallina muerta bajo el brazo. Por último, cuando ya había oscurecido, apareció el joven derviche con una gallina viva, que aleteaba y chillaba sin parar. Como era de esperar, los demás derviches se echaron a reír y a comentar en voz baja que el joven era tan torpe que ni siquiera había sido capaz de cumplir con lo ordenado.

J unaid le pidió entonces a cada derviche que le relatara qué había hecho. El primero en regresar le contó que, luego de comprar una gallina en el mercado, se había encerrado en su casa, con los postigos cerrados y las cortinas corridas, y la había degollado. El segundo derviche dijo que se había llevado la gallina a casa, le había echado cerrojo a la puerta y corrido las cortinas, y se había metido en un ropero para matar a la gallina. El tercer derviche también se había encerrado en un ropero, pero antes de matar a la gallina se había vendado los ojos para no ver lo que hacía. Otro de los derviches contó que se había ocultado en un rincón oscuro y solitario del bosque. Y otro se había escondido en el fondo de una cueva oscura.

P or último, le llegó el turno de explicar lo que había hecho al joven derviche, que inclinó la cabeza, avergonzado por no haber cumplido las órdenes del jeque.

- Me fui a casa con la gallina, pero en todas partes sentía una presencia, así que me eché a andar hacia el rincón más apartado del bosque. Pero incluso allí seguía sintiendo la presencia. Y sentí lo mismo en el fondo de las cuevas más oscuras.

Y con un gesto de asombro y desesperación, terminó su relato diciendo:

- No hay un solo lugar donde no la haya sentido.

Cuentos para el camino Editorial Maitri C uentos para el camino V ol I - photo 2

Cuentos para el camino

Editorial Maitri C uentos para el camino V ol I de Cuentos para contar y - photo 3

© Editorial Maitri

C uentos para el camino

V ol. I de Cuentos para contar y pensar


N º de inscripción: 128.504

I SBN: 956-8105-02-6


eI SBN: 978-956-8105-09-9


C ompilación y traducción: Teresa Gottlieb M.

I lustraciones: Mario Carvajal

D iseño gráfico: Surada Ediciones


D iagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com

Invitación

A l gunos dicen que los cuentos son sueños colectivos, soñados por todo un pueblo y resoñados, recreados, contados y escritos a lo largo de muchas generaciones.

Como sueños, nos envían señales de lo misterioso y lo posible. Indicios, alusiones. Como cuentos, nos asombran y nos invitan a dejarnos llevar por ellos.

Los cuentos de este libro tienen algo en común: cuando nos toman de la mano, no nos hacen volver al día a día. Nos llevan a otra dimensión que es preferible dejar sin definir. En todo caso, nos hacen mirar más allá de lo cotidiano; nos abren una puerta; nos acercan a los simples y grandes “por qué”. Y a veces los responden, también simplemente, en imágenes y fantasías.

Si es cierto que los cuentos son sueños de muchos, ojalá desde hoy sean también de ustedes.

Las hogazas de pan C uando los judíos fueron expulsados de España a fines - photo 4

Las hogazas de pan

C uando los judíos fueron expulsados de España, a fines del siglo XV, se dispersaron por todo el mundo e incluso hubo algunos que emigraron a Tierra Santa. Uno de ellos era Jacobo, un humilde zapatero de cara redondeada. Jacobo era un buen hombre, pero sobre todo un hombre muy devoto.

J acobo iba todos los sábados a la sinagoga y escuchaba atentamente lo que decía el rabino, lo que no dejaba de ser curioso porque Jacobo solo hablaba español y el rabino solo hablaba hebreo. Jacobo se esforzaba por entender, prestando atención a cada palabra.

U n viernes el rabino dio un sermón en el que hablaba de las doce hogazas de pan ofrecidas a Dios antes de la destrucción del Templo de Jerusalén. Jacobo entendió la palabra “pan” y también la palabra “Dios”, y fue tal su entusiasmo al oír esto que salió corriendo hacia su casa.

- ¡Esperanza! - le dijo a su esposa con voz entrecortada-, adivina lo que acabo de descubrir. A Dios le gusta comer pan. Y tú haces el mejor pan del mundo. Te ruego que la próxima semana hagas pan de Dios para llevárselo a la sinagoga.

E l siguiente viernes Esperanza pasó horas de horas amasando pan con la mejor harina que pudo encontrar, con las mejores intenciones y con mucho amor. Esa tarde Jacobo se encaminó a la sinagoga con los panes envueltos en una tela blanca inmaculada.

- Señor Dios - dijo al entrar - Os he traído pan. Mi esposa Esperanza hace un pan exquisito. Estoy seguro que os va a encantar y que os comeréis hasta el último pedacito, hasta la última miga.

L uego se acercó al arca y dejó allí los panes. Apenas se había marchado cuando apareció el cuidador de la sinagoga.

- ¡Dios mío! - dijo el shammes con voz llorosa - , sabéis cuánto me gusta trabajar aquí. No aspiro a nada más en la vida. Pero hace ya siete semanas que trabajo sin recibir un solo céntimo de pago. Os ruego que me ayudéis; necesito que ocurra un milagro.

E l cuidador se acercó al arca, la abrió lentamente y, maravillado e incrédulo, vio las doce hogazas de pan que había hecho Esperanza. Dos para la primera comida del Shabat, dos para la segunda, dos para la tercera y una para cada día de la semana.

A l día siguiente, Jacobo y Esperanza fueron al templo y, cuando quedaron solos en su interior, abrieron el arca y vieron que no quedaba ni un solo pan. Marido y mujer se miraron embelesados. A la semana siguiente, Esperanza volvió a hornear doce hogazas de pan y Jacobo volvió a llevarlas al templo. Y así siguieron, semana tras semana, año tras año. El portero aprendió a tener fe en Dios y así pasaron treinta años. Un viernes, Jacobo llegó a la sinagoga como siempre llevando las hogazas de pan.

- Señor Dios - dijo mirando hacia lo alto - . Sé que el pan que os traigo ya no es como antes, no está bien amasado. Lo que sucede es que Esperanza tiene artritis. Quizá podríais hacer algo para ayudarla. Si se curara, volvería a amasar el pan como hace treinta años.

J acobo depositó los panes en el arca y se dio media vuelta, encaminándose hacia la puerta. En ese mismo instante, el rabino lo agarró del brazo.

- ¿Qué haces? - le preguntó.

- He venido a dejarle el pan a Dios - le respondió Jacobo.

- Dios no come pan - le contestó el rabino.

- Quizá tengáis razón. ¡Pero lleva treinta años comiéndose el pan que hace Esperanza! - le respondió Jacobo sorprendido.

J acobo y el rabino decidieron ocultarse a un costado del arca para averiguar qué sucedía. Al poco rato apareció el shammes y se acercó tímidamente al arca.

- Siento tener que deciros esto, Dios mío, pero últimamente el pan no es tan bueno como antes; no está bien amasado. Tal vez podríais hablar con un ángel…

C uando el cuidador se acercó al arca con intención de abrirla, el rabino lo agarró enérgicamente del brazo y comenzó a gritarles a los dos hombres, reprochándoles el pecado cometido. Y siguió y siguió gritando indignado, hasta que los tres se echaron a llorar. Jacobo, porque lo único que quería era obrar bien. El rabino, porque su sermón había sido la causa de todo lo ocurrido. El shammes, porque se daba cuenta que a partir de entonces se acabaría el pan que llevaba a su familia.

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