Fernando Sánchez Aranaz - Breve historia de la guerra de Bosnia

Cuadro 4. Distribución de los albaneses en los Balcanes, en 1990, y porcentaje de ellos sobre la población total en cada región.

Surroi era optimista en cuanto al logro de la independencia por su pueblo, así como al de la paz en Bosnia, a condición de que hubiera un efectivo apoyo, militar si fuera preciso, contra la Serbia de Milosevic por parte de la comunidad internacional. En el Memorándum de Belgrado el plan era dividir Kosovo dejando que Albania se anexionase la mitad occidental, mientras la mitad oriental sería depurada étnicamente, deportando a sus habitantes al otro lado. Los kosovares, según Veton Surroi, eran en principio partidarios de su independencia, dejando para más adelante el problema de sus relaciones con Albania, pero —opinaba— en caso de guerra con Serbia la unión de todos los albaneses sería inevitable.

La situación en Kosovo era lo suficientemente preocupante en julio de 1992 como para que lord Carrington, mediador de la CE en la guerra de Bosnia, se entrevistase con el líder serbio Slobodan Milosevic para ofrecerle su mediación también en ese asunto, cosa que fue rechazada al ser considerado un tema interno serbio. Esta iniciativa estaba motivada por la preocupación comunitaria de que la guerra de Bosnia y Herzegovina se propagara a Kosovo y, de allí, a Macedonia, con una posible implicación en la guerra de Albania, Bulgaria, Grecia y Turquía, estos dos últimos países miembros de la OTAN, con lo que ello supondría de debilidad tanto interna como frente a Rusia. A ese respecto Douglas Hurd, ministro británico de exteriores, había manifestado que «sería un inmenso desastre para Serbia que estallase un conflicto en Kosovo». Al parecer los diplomáticos comunitarios no se habían percatado aún en el verano de 1992 de que, desde cuatro años antes, la situación para los albaneses de Kosovo era de brutal represión y de negación de los más elementales derechos ciudadanos, no habiendo estallado un conflicto armado abierto, gracias a la estrategia de respuesta no violenta de los kosovares y no, precisamente, a la prudencia de Belgrado, quien solo esperaba el motivo que justificase ante la comunidad internacional el inicio de un proceso de limpieza étnica.

El primer ministro del clandestino Gobierno de la autoproclamada República Independiente de Kosovo, Bujar Bukoshi, advertía el 12 de agosto en Viena, que la guerra en su tierra se haría inevitable si la Conferencia Internacional, que se celebraría en Londres a partir del día 24, no aprobaba un plan global para restituir los derechos y las libertades de la mayoría albanesa.