Friedrich Nietzsche - El libro del filósofo
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- Libro:El libro del filósofo
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EL ÚLTIMO FILÓSOFO. EL FILÓSOFO. CONSIDERACIONES SOBRE EL CONFLICTO DEL ARTE Y DEL CONOCIMIENTO
(OTOÑO-INVIERNO DE 1872)
A determinada altura todo coincide y se identifica: las ideas del filósofo, las obras del artista y las buenas acciones.
Es preciso señalar la impureza y confusionismo con que la vida integral de un pueblo reproduce la imagen que ofrecen sus más grandes genios, los cuales no son producto de la masa, aunque la masa muestre su repercusión.
O bien, ¿cuál es la relación?
Existe un puente invisible de un genio a otro. Esa es la verdadera «historia» real de un pueblo; todo lo demás es una variación innumerable y fantasmagórica realizada en un material peor, copias de manos inexpertas.
También las fuerzas éticas de una nación se manifiestan en sus genios.
En el mundo espléndido del arte, ¿cuál era su modo de filosofar? ¿Desaparece el filosofar una vez alcanzada una plenitud de la vida? No: el verdadero filosofar comienza justamente ahora. Su juicio sobre la existencia afirma más porque tiene ante sí la consumación relativa, todos los velos del arte y todas las ilusiones.
En el mundo del arte y de la filosofía el hombre trabaja en una «inmortalidad del intelecto».
Sólo la Voluntad es inmortal; en comparación, ¡qué miserable parece la inmortalidad del intelecto lograda a través de la cultura que presupone cerebros humanos! Obsérvese la línea en que esto viene para la naturaleza.
Pero ¿cómo puede ser el genio al mismo tiempo la meta suprema de la naturaleza? La supervivencia por la historia y la supervivencia por la procreación.
Aquí la procreación platónica en la belleza. Por tanto el nacimiento del genio requiere la superación de la historia, debe sumergirse y eternizarse en la belleza.
¡Contra la historiografía icónica! Incluye un elemento de barbarie.
Unicamente debe hablar de lo grande y único, del modelo. Esta es la tarea de la nueva generación filosófica.
Los grandes griegos de la época de la tragedia no tienen nada del historiador.
El intestino del conocimiento sin selección equivale al instinto sexual indiscriminado: signo de vulgaridad.
El filósofo no se mantiene tan al margen del pueblo como una excepción: la Voluntad también tiene algo que ver con él. La intención es la misma, como en el arte: su propia transfiguración y redención. La Voluntad aspira a la pureza y al ennoblecimiento: de un grado a otro.
Los instintos que distinguen a los griegos de los otros pueblos se reflejan en su filosofía. Ahora bien, son precisamente sus instintos clásicos.
Es muy importante su manera de abordar la historia.
La progresiva degradación del concepto de historiador en la Antigüedad, su disolución en la omnisciencia ávida de novedades.
Tarea: reconocer la teleología del genio filosófico. ¿Es en realidad únicamente un caminante que aparece ocasionalmente? En cualquier caso, si es auténtico, no tiene nada que ver con la situación política ocasional de un pueblo, sino que es intemporal en relación con su pueblo. Pero por esta razón su vinculación con este pueblo no es fortuita —lo específico del pueblo se manifiesta aquí en forma de individuo y ciertamente el instinto del pueblo se explica como instinto del mundo y se utiliza para resolver el enigma del mundo. Mediante la separación la naturaleza llega a considerar sus instintos en estado puro. El filósofo es un medio de llegar al reposo en medio de la corriente incesante, de adquirir conciencia de los tipos permanentes con desprecio de la pluralidad infinita.
El filósofo es un manifestarse del taller de la naturaleza. El filósofo y el artista hablan de los secretos artesanos de la naturaleza.
La esfera del filósofo y del artista vive más allá del tumulto de la historia contemporánea, al margen de la necesidad.
El filósofo como freno de la rueda del tiempo.
Los filósofos aparecen en las épocas de gran peligro, cuando la rueda gira más veloz; ellos y el arte ocupan el lugar del mito en trance de desaparición. Ahora bien, se encuentran muy delante, ya que la atención de sus contemporáneos se dirige lentamente hacia ellos.
El pueblo consciente de sus peligros produce el genio.
Después de Sócrates ya no hay que salvar el bien común; de ahí la ética individualizante que aspira a salvar al individuo.
El instinto de conocimiento de signo desmedido e indiscriminado, con transfondo histórico, es una señal de que la vida ha envejecido: existe un gran peligro de que los individuos se envilezcan y entonces sus intereses se encadenan poderosamente a objetos de conocimiento, sean éstos los que sean. De este modo los instintos generales se apagan y ya no refrenan al individuo.
El germano ha transfigurado todas sus limitaciones mediante las ciencias a base de transponerlas. La fidelidad, la modestia, la moderación, la aplicación, el aseo, el amor al orden son otras tantas virtudes familiares; pero también la falta de forma, todo lo no viviente de la vida, la mezquindad, su instinto ilimitado de conocimiento es consecuencia de una vida menesterosa. Sin dicho instinto sería mezquino y perverso, como muchas veces lo es a pesar de él.
Disponemos ahora de una forma superior de vida, de un transfondo del arte; también ahora la consecuencia inmediata es un instinto de conocimnento difícil de contentar: la filosofía.
Terrible peligro: que la agitación americano-política y la inconstante cultura de eruditos se confundan.
En el instinto de conocimiento difícil de contentar la belleza reaparece como poder.
Es absolutamente sorprendente que Schopenhauer escriba bien. También su vida tiene más estilo que la de los profesores universitarios, pero circunstancias que no han podido desarrollarse.
Actualmente nadie sabe cómo es un buen libro, es preciso hacerlo ver: no comprenden la composición. La prensa arruina cada vez más el sentimiento.
¡Poder retener lo sublime!
Se requieren fuerzas artísticas ingentes contra la historiografía icónica y contra las ciencias de la naturaleza.
¿Qué debe hacer el filósofo? Acentuar el problema de la existencia, sobre todo los problemas eternos, en medio del hormigueo.
El filósofo debe reconocer lo necesario y el artista debe crearlo. El filósofo debe compenetrarse profundamente con el sufrimiento universal. Como los viejos filósofos griegos, cada uno expresa una necesidad. Allí, en esta laguna, inserta su sistema. Construye su mundo en dicha laguna.
Explicitar la diferencia entre la eficiencia de la filosofía y la de la ciencia, y también la de su génesis.
No se trata de anular la ciencia, sino de dominarla. Efectivamente, en todos sus objetivos, y en todos sus métodos, depende de intenciones filosóficas, pero fácilmente lo olvida. Sin embargo, la filosofía dominante tiene que considerar el problema del grado de desarrollo que lícitamente puede alcanzar la ciencia: tiene que determinar el valor.
Prueba de los efectos barbarizantes de la ciencia. Se pierden fácilmente al servicio de los «intereses prácticos».
Valor de Schopenhauer por provocar el recuerdo de ingenuas verdades generales: tiene la osadía de hablar bellamente de lo que se llama «trivialidades».
Carecemos de una filosofía popular noble porque no tenemos un concepto noble de peuple (publicum). Nuestra filosofía popular es para el peuple, no para el público.
Si todavía tenemos que alcanzar una cultura necesitamos fuerzas artísticas inauditas para quebrantar el instinto de conocimiento ilimitado, para volver a crear una unidad. La suprema dignidad del filósofo se muestra al concentrar e imponer unidad al instinto de conocimiento ilimitado.
Así debe interpretarse a los más antiguos filósofos griegos dominan el instinto de conocimiento. ¿Cómo se llegó a que después de
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