Este libro, hasta ahora desconocido para muchos de los lectores de Nietzsche, fue terminado por el autor estando recluido en un asilo de Jena, y amargado por las intrigas de sus familiares más cercanos, empeñados en impedir la publicación de Ecce Homo en vida del filósofo.
El destino del manuscrito de Mi hermana y yo —que sólo fue conocido y publicado bastantes años después de su muerte—, confinado primero a un compañero de asilo que iba a ser dado de alta, constituye una triste aventura a través de la incomprensión y la estupidez humanas, y supone, sobre todo, un documento excepcional en el que Nietzsche cuestiona su vida entera.
Friedrich Nietzsche
Mi hermana y yo
ePub r1.1
Moro25.03.14
Título original: My sister and I
Autor, 1951
Traducción: Bella M. Albelia
Editor digital: Moro
ePub base r1.0
F RIEDRICH W ILHEM N IETZSCHE (Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de 1844-Weimar, 25 de agosto de 1900). Filósofo, poeta, músico y filólogo alemán, considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes del siglo XIX .
Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidental, mediante la deconstrucción de los conceptos que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida. Este trabajo afectó profundamente a generaciones posteriores de teólogos, antropólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos, poetas, novelistas y dramaturgos.
Meditó sobre las consecuencias del triunfo del secularismo de la Ilustración, expresada en su observación «Dios ha muerto», de una manera que determinó la agenda de muchos de los intelectuales más célebres después de su muerte.
Si bien hay quienes sostienen que la característica definitoria de Nietzsche no es tanto la temática que trataba sino el estilo y la sutileza con que lo hacía, fue un autor que introdujo, como ningún otro, una cosmovisión que ha reorganizado el pensamiento del siglo XX , en autores tales como Martin Heidegger, Michel Foucault, Jacques Derrida, Gilles Deleuze, Gianni Vattimo o Michel Onfray, entre otros.
Nietzsche recibió amplio reconocimiento durante la segunda mitad del siglo XX como una figura significativa en la filosofía moderna. Su influencia fue particularmente notoria en los filósofos existencialistas, críticos, fenomenológicos, postestructuralistas y postmodernos, y en la sociología de Max Weber. Es considerado uno de los tres «Maestros de la sospecha» (según la conocida expresión de Paul Ricoeur), junto a Karl Marx y Sigmund Freud.
Notas
[2] Lou Salomé (1861-1937), desde su matrimonio con Fr. C. Andreas en 1887, firmó Lou Andreas-Salomé. Escritora de origen ruso, trabó conocimiento con Nietzsche en Roma en 1882 por mediación de Malwida von Meysenburg. Fue también amiga del poeta Rilke, sobre quien escribió un libro publicado en Leipzig en 1928. Las relaciones entre Lou Salomé y Nietzsche son hasta la fecha un capitulo oscuro en la vida de estos dos personajes, y aún se da por tendenciosa la información que contiene el libro Das Leben Fr. Nietzsche, de la hermana del filósofo. En la obra de la misma Lou Salomé, Friedrich Nietzsche in seinen Werken (Viena, 1864), se reproducen algunas cartas que no aluden a las relaciones personales entre ambos.
En 1912, Lou Salomé, a los cincuenta años de edad, viajó a Viena, donde se dedicó al psicoanálisis, trabando amistad con Sigmund Freud.
Falleció en Gotinga en 1937. Es autora de numerosos ensayos sobre psicoanálisis, entre los que merecen destacarse los dedicados a los problemas sexuales de la mujer. [N. DE LA T.]
CAPÍTULO PRIMERO
Anoche tuve un sueño. ¿O debiera decir una pesadilla? Una pesadilla es algo que se eleva del subconsciente al consciente, plagado de sobresaltos y desazón, para castigar o asustarnos. Pero lo que me sucedió anoche fue un presentimiento frenético de felicidad. Si pienso en ello como en una pesadilla es porque, contrariamente a los sueños comunes, que se elevan y desaparecen en las sombras, éste era profundo y claro, y permanece todavía conmigo en lugar de desvanecerse.
Me pareció que la última ciudadela del enemigo había caído. Mi madre —a quien cada día he odiado más intensamente desde mi niñez— estaba muerta. La vi con mis propios ojos encerrada en un cofre de madera, que fue arrojado dentro de un hueco en la tierra y cubierto con cal. Me encontraba en el cementerio, con un grupo de gente sombría y sollozante, ninguno de cuyos rostros vi claramente, excepto el de Elisabeth, que se mantenía a su lado. ¿Se habría originado en la malevolente visita que las dos me hicieron ayer?
El sueño se desplazó desde el cementerio hasta el carruaje que nos trasladó, a mi hermana y a mí, hasta la casa (me pregunto en qué lugar estaba situado ese hogar). No cambiamos una palabra durante el largo y ruidoso viaje. Nos sentamos el uno contra el otro y dejamos que los vacíos, amargos e inútiles años, arruinados por esa tirana presencia, se fundieran con sus elementos químicos. Sentí lo mismo que debe experimentar la tierra cuando el hielo del invierno da lugar al nuevo brote de flora y vegetación. Mi corazón sufrió por anticipado.
El mismo fervor debe haberse originado también en Elisabeth. Imaginé esto, como siempre lo hago en sueños, con un torrente emocional no dirigido tan claramente como en la vida, pero no por eso menos real. En un momento dado eché una mirada furtiva a su frío y hermoso rostro, y descubrí en su boca una débil sonrisa, que se elevaba vivamente hacia sus magníficos y luminosos ojos. Si no hubiese sido por la presencia del conductor (velado como la gente en el funeral) tal vez hubiera tratado de besarla.
Si se puede transmitir un pensamiento de una persona a otra con palabras concebidas y asociadas pero no manifestadas, ésa constituía mi primera comunicación a Elisabeth, al volver a la casa del sueño (tan extrañamente familiar para mí, tal como la recuerdo): Hay tres camas en esta casa, y dos de ellas permanecerán desocupadas durante todo el tiempo en que pueda influirte…
Este pensamiento nunca se le hubiera ocurrido a Elisabeth. En caso de sugerírselo, ciertamente habría reaccionado en forma violenta y desfavorable. El mundo de mi hermana es el de luces y sombras dispersas, las luces de sus verdaderas pasiones y las sombras de las ideas falsas con las cuales el mundo la ha hechizado. No se puede esperar, bajo ninguna circunstancia, que actué tan definitiva e imperiosamente como lo hago yo. Pero la semilla del pensamiento puede sembrarse en su mente. Con un hermano enfermo, tan necesitado de cariño y simpatía, ¿quién puede predecir lo que pueda suceder?
Por todo lo que ha pasado entre nosotros (directamente en nuestros años de infancia, y directa e indirectamente luego) no es, ni hermana ni ninguna de las otras cosas —consejera y sostén espiritual— como hubiera querido que yo y el mundo pensara que era. Para mí, Elisabeth es primeramente una mujer, el soleado y caluroso puerto hacia el cual gravita toda mí vida.