Esta monumental obra se publicó en 25 volúmenes entre 1850 y 1866, año en que muere su autor, Modesto Lafuente. Fue continuada por Juan Valera con la colaboración de Andrés Borrego y Antonio Pirala.
El décimo volumen (edición de 1889) abarca desde el año 1598 (coronación de Felipe III) al 1643 (caída del conde-duque de Olivares).
Hechos importantes ocurridos en este periodo fueron: El sitio de Ostende, la tregua de doce años, las privanzas del duque de Lerma, el duque de Uceda y el conde-duque de Olivares, rebelión y guerra de Cataluña, rebelión y emancipación de Portugal, …
Modesto Lafuente
Historia General de España - XI
Historia General de España 11
ePub r1.0
pipatapalo 03.02.17
Notas
[1] Discurso preliminar, núm. XII.
[2] Véase nuestro cap. 20 del lib. I, part. III.
[3] Cabrera, Hist. de Felipe II, lib. X, cap. 18.
[4] Discurso preliminar, núm. XII.
[5] Cartas sobre reformas y negocios eclesiásticos: Año 1573. Archivo de Simancas, Est. leg. núm. 155.—Cartas y minutas sobre lo mismo, con noticias acerca de la vida liviana que hacían unas monjas de Zamora: año de 1581. Ibid., leg. núm. 161.—Papeles sobre reformas monásticas, con algunos pareceres del confesor Fray Diego de Chaves: Años 1582 y 83. Ibid., leg. núm. 163.
[6] Carta de Felipe II. a don Luis de Requeséns; Archivo de Simancas, Est. legajo núm. 904.
[7] Historia legal de la Bula In Cœna Domini, por don Juan Luis López, del Consejo de S. M. en el sacro y supremo de Aragón: 1768.
[8] For. Aragón, ann. 1585. Sub tit. Motus proprius.
[9] El mismo historiador cita varios casos particulares del género que hemos dicho. Habiendo propuesto al rey varias veces para una mitra a un dignidad de la Iglesia primada de Toledo, y como el Consejo extrañase verle tan retraído y moroso en conferirle el nombramiento, respondió: Si le hacemos obispo, ¿cuál de sus dos hijos heredará el obispado? Propuesto otro para una silla episcopal, y recomendado por el conde de Chinchón, a quien el rey muy particularmente estimaba, le dijo: Decidme antes qué se ha hecho un hijo que vuestro recomendado tuvo siendo colegial en Salamanca.—Refieren los historiadores contemporáneos muchos otros ejemplares de esta especie.
Al decir de Cabrera, uno de los obispados en que andaban más sueltas y relajadas las costumbres del clero era el de Calahorra, donde dice había el prodigioso número de diez y ocho mil clérigos, generalmente de muy desarreglada conducta. Atribúyelo a que la mayor parte eran beneficiados patrimoniales, y sin otra instrucción que algo de gramática latina: con cuyo motivo lamenta la existencia de esta clase de beneficios eclesiásticos, y opina que para corregir tales abusos y daños no deberían darse prebendas sino a licenciados por Salamanca o Alcalá.—Hist. de Felipe II, lib. XI, cap. 11.
[10] «Porque de no andar divididos los despachos de Estado, Guerra y Hacienda, y las consultas de los Consejos, Real, Indias, Órdenes, audiencias y contadurías, hay embarazo y impedimento en los negocios, mandamos a cada uno de ellos en lo que le tocare etc.». De Gante a 8 de setiembre de 1556. Archivo de Simancas, Est., Legajo número 144.
[11] Mucho podríamos decir acerca de la creación de este magnífico archivo. El primer pensamiento nació del esclarecido cardenal Jiménez de Cisneros, prosiguió en él Carlos V. y le ejecutó Felipe II.—Mr. Gachard ha escrito una Noticia histórica y descriptiva de este grandioso establecimiento,en el tomo I. de la Correspondencia de Felipe II. Tal vez algún día lo hagamos objeto de un interesante y curioso apéndice a nuestra historia.
[12] Es difícil que nadie pueda formar una idea verdadera y exacta de la minuciosidad con que Felipe II atendía a toda clase de asuntos y negocios, por pequeños que fuesen, ordenándolos o despachándolos por sí mismo, sin olvidar las más pequeñas circunstancias de cosas, de personas, de nombres y de fechas, y parecerá exagerado lo que decimos al que no haya registrado, como nosotros hemos tenido necesidad de hacerlo, los infinitos escritos de su mano que existen en los archivos y bibliotecas que hemos tenido que examinar. Si fuera posible reunir todo lo que Felipe II. escribió de su puño, en cartas, cédulas, instrucciones, decretos, minutas, advertencias, adiciones, correcciones, notas marginales e interlineares, etc., formaría volúmenes enteros.
[13] En el archivo de Salazar, hoy perteneciente a la Real Academia de la Historia (A. 44), se encuentra un curioso documento de este género.
[14] Carta de Antonio Gracián a Guzmán de Silva, en 9 de setiembre de 1575.—Archivo de Simancas, Est., leg. núm. 1,533.
[15] A propósito de la misteriosa prisión y proceso del príncipe Carlos, el lector recordará que en la nota final al cap. 11 del lib. II, part. III de nuestra historia decíamos, que tal vez la carta reservada que se sabía haber escrito Felipe II al pontífice sobre la prisión de su hijo, daría, si pareciese, alguna más luz sobre este suceso que la que nos suministraban los demás datos por nosotros con tanta solicitud buscados y examinados. Ahora tenemos que añadir, que la famosa carta ha parecido, pero que no arroja la luz que era de apetecer. El diligente investigador de los documentos relativos a Felipe II, Mr. Gachard, jefe de los archivos de Bélgica, que andaba en busca y acecho de esta carta, escribe por último en este mismo año que al fin la ha encontrado, pero que no ha hallado en ella lo que esperaba. A propos du prince don Carlos (dice), je vous dirai que j’ai vu la fameuse lettre de Philippe II. Elle est traduite en latin dans le tome XXIII des Annales ecclesiastici. Je n'y ai pas trouve tout ce que j'en attendais. De consiguiente vamos perdiendo cada vez más la esperanza de adquirir más aclaraciones sobre aquel ruidoso suceso.
[16] Los comprobantes de todo esto, sacados no tanto de los historiadores como de las mismas cédulas y pragmáticas reales, y muy principalmente de los ordenamientos de las Cortes, los puede ver y compulsar el lector por las citas que hemos hecho en la historia de este reinado, especialmente en los capítulos 2, 5, 8, y 24, lib. II, parte III.
[17] Recopil., lib. IX, t. XVIII, l. 96.
[18] «Vemos, decían las Cortes de Valladolid de 4518, que alza de día en día el precio de los víveres, paños, sedería, cordobanes y otros artículos que salen de las fábricas de este reino, siendo necesarios a sus naturales. Sabemos también que esa carestía no consiste sino en la exportación de géneros a las Indias… Tan grande ha llegado a ser el mal, que no pueden ya los habitantes con lo caro de los víveres y de todos los objetos de primera necesidad. Notorio es e incontestable que América abunda en lana superior a la de España, ¿por qué pues no se fabrican los americanos sus paños?… Muchas de sus provincias producen seda, ¿por qué no hacen ellos terciopelos y rasos?… ¿No hay en el Nuevo Mundo bastantes pieles para su consumo, y aún para el de este reino? Suplicamos a V. M. prohíba se exporten a América estos artículos».
[19] Según Marina, en su Ensayo Histórico-crítico sobre la antigua legislación de León y Castilla, a principios del siglo XVI. se habían ya derramado por las ciudades de España multitud de obreros provenzales, gascones, alemanes, ingleses y lombardos. A últimos del mismo siglo había en Madrid mas de cuarenta mil franceses, borgoñones, loreneses y valones que explotaban la industria fabril y mecánica, no pensando sino en hacer fortuna para volverse pronto a su tierra.