Esta monumental obra se publicó en 25 volúmenes entre 1850 y 1866, año en que muere su autor, Modesto Lafuente. Fue continuada por Juan Valera con la colaboración de Andrés Borrego y Antonio Pirala.
El noveno volumen (edición de 1889) abarca desde el año 1541 (guerra general con Francisco I) al 1573 (retirada del Duque de Alba de los Paises Bajos).
Hechos importantes ocurridos en este periodo fueron: La guerra con Francia, la muerte de Lutero, las guerras de religión, el concilio de Trento; la batalla de Muhlber, la regencia de Felipe II, la abdicación de Carlos V y su retiro a Yuste, la batalla de San Quintín, la rebelión de los Países Bajos, la rebelión de los moriscos…
Modesto Lafuente
Historia General de España - IX
Historia General de España 09
ePub r1.1
pipatapalo 10.01.17
Notas
[1]Historia di Venetia.—Du Bellay, Mémoir.—Jovio, Hist., libro XL.—Robertson, lib. VIII.—Sandoval, en su deseo de salvar de tan terrible cargo al emperador y a su general, dice que «hubo en este negocio, como en todos los demás, diversos juicios en el mundo, mas ya hasta que venga el general no se sabrá la verdad del hecho». Lib. XXV.
[2] Du Bellay, Mémoir.—Sandoval, lib. XXV, num. 15 a 20.—Robertson, lib. VII.—Cortes de Monzón de 1542.
[3] Carta del emperador a las ciudades, prelados, grandes y caballeros del reino, dándoles cuenta del estado en que las cosas se hallaban y reclamando sus servicios. De Madrid a 28 de enero, 1543.
[4] Rimer, Fœder, XIV.
[5] Minutas de diferentes despachos y consultas del emperador en Madrid y otros lugares de Castilla y Aragón, relativamente a aprestos y disposiciones de armamento y defensa de las fronteras y costas, etc. Archivo de Simancas, Estado, leg. núm. 419.—Cartas y consultas del príncipe don Felipe, consejos, presidentes, ciudades, corregidores, prelados, grandes y toda clase de personas sobre el apresto, fortificación y defensa de las costas y fronteras, y armamento de gente de guerra, provisiones y demás negocios de esta clase.—Item, sobre la armada de Barbarroja y la francesa, escrito todo al emperador.—Archivo de Simancas, Estado y Castilla, núm. 60.
[6] Baldini, Vita di Cosme Medici.—Era tal la falta de dinero en Italia, que el marqués del Vasto se ven imposibilitado de obrar por temor de que se le rebelaran sus tropas, a las cuales debía muchos meses de sueldo.
[7] Lugar entre Plasencia y Cremona.
[8] El obispo Sandoval, libro XXV, núm. 29.
[9] El historiador, obispo de Pamplona, trata en esta ocasión con no poca dureza al papa Paulo III. «Mas a la verdad (dice) no era sino con codicia de comprar el estado de Milán para su nieto, obra por cierto pía para ganar el cielo comprando a Milán con la sangre de Cristo…»—«Pensaba el papa, dice después que el emperador apretado con la grandísima necesidad en que estaba, darla fácilmente a Milán por dineros, de suerte que ya tenemos otro codicioso por este ducado que tanto costó al mundo».
Por lo que hace al escrito de Don Diego de Mendoza, era tan fuerte, y hablaba en él tan libremente del papa, que el mismo Sandoval al insertarlo tuvo por conveniente suprimir «lo superfluo y mal sonante». Estampó, sin embargo, muchos párrafos, de los cuales nosotros solo tomaremos alguno, como muestra de la libertad con que en aquel tiempo se escribía de estas materias y se hablaba a un emperador tan católico como Carlos V.
«Allende de esto (decía), teniendo todo el mundo por cierto que sólo el papa os puso en los peligros pasados y trabajos presentes… por solo necesitaros y traeros a este punto en que estáis, viendo agora que en lugar de vengaros le gratificáis, y en lugar de ofenderle os metéis a bajezas y poquedades, ¿quién estimará vuestra potencia? ¿ni quién temerá dañaros, pues de el daño nace provecho, y de la defensa gratificación?…». Y más adelante.—«¿Qué mayor desacato en el mundo se puede hallar, que habiéndoos ofendido, como os ha ofendido, no solamente no tiene vergüenza de parecer ante vos, pero os demanda cosas, que no sería justo pedirlas habiéndoos redimido de turcos? Y pues esto es así, y tan verdad como la misma verdad, estad, señor, sobre vos, conservad lo que tenéis, trabajad por adquirir lo demás y manteneos en vuestra reputación, porque yo certifico a V. M. que en esta coyuntura con solo hallaros fuerte de palabras le podéis vencer sin otras armas: porque el estado de la Iglesia es más vuestro que suyo… No hay príncipe en toda Italia que no esté ofendido, no hay hombre que no esté mal contento de él: usad en esta ocasión del hierro y no del ensalmo porque sin duda conoceréis el provecho muy manifiesto. Y que esto sea así, la experiencia lo ha dado a conocer después que comenzasteis a tratarle con un poco de respeto y negociar con autoridad. No podréis creer el grande miedo que tuvo, cuando supo el mal recibimiento que hicisteis al legado que fue a España, y el que sintió cuando enviasteis a Granvela al concilio, y últimamente el que ha concebido de vuestra venida a Italia sin haber hecho ceremonia ni cumplimiento con él. El temor de veros venir agora con gente no excede la mala conciencia, perversa y dañada intención que contra vos tiene: en nada se asegura; de todo se teme; y pues le tenéis en estos términos, otra vez exhorto a V. M. que sepa usar de la ocasión, etc.«—El escrito es larguísimo, y está lleno de pensamientos y de frases, aún más duras que las que hemos estampado, entre ellas la de que el papa y el francés se habían olvidado de la obligación de cristianos.—Sandoval, lib. XXV, párr. 30.
[10] Se había difundido en el pueblo la voz de que, habiéndose sumergido es los mares de Argel, tenían los imperiales una estatua muy parecida a Carlos y la enseñaban en ciertas ocasiones para hacer creer que era vivo. De esta creencia del vulgo llegaron a participar hasta personajes de la categoría del duque de Cleves.
[11] Colección de Tratados de paz, tom. II.—Anales Brabantinos, tom. I.—Jov. Hist., lib. XLI.—Sandoval, lib. XXV, párr. 41.—Las condiciones de la capitulación fueron veinte y siete, pero estas eran las cláusulas fundamentales.
[12] Desacordes están en este, como en otros puntos, el italiano Paulo Jovio, el francés Du Bellay, y el español Sandoval, así como otros historiadores italianos, franceses y españoles. Algo debió haber de deslealtad o de engaño al emperador, puesto que inculpándose mutuamente el general Gonzaga y el capitán Salazar, este se vino a España por temor de algún atentado de aquel, y aquí fue preso por el alcalde Ronquillo, si bien resultó libre de cargo, y sólo se le apercibió que no hablara mal de don Fernando de Gonzaga. Sandoval, lib.XXV, párr. 46.
[13] Guichenon, Hist. de Saboya, tom. I.—Du Bellay, Mémoir.—Sandoval, libro XXV, núm. 48.
[14] Y sin embargo todavía por este tiempo el intrépido y activo don Álvaro de Bazán acometió con su flota la armada francesa en el cabo de Finisterre, y le apresó diez y seis navíos. Hecho que no hemos visto en las historias, pero que consta de la correspondencia original de aquel célebre marino.—Archivo de Simancas, Estado y Castilla, núm. 62: Armada.
[15] Journal de Vaadenesse, 209.—Méoires de Granvelle, t. III.
[16] Memorias de Monluc, y de Du Bellay.—Jovio, Historia, libro XLIV.—Sandoval, lib. XXVI, núm. 14.—Observa Sandoval que en el mismo día que se perdió la batalla de Cerisoles (primero de la pascua de Resurrección, 1544) se habían perdido la de Ravena y la de los Gelbes.
[17] Du Bellay, Mémoir.—Brantôme, tom. VI.—Paulo Jov., Hist. del emperador.—Sandoval, libro XXVI, párr. 19 a 27.—Robertson. Hist. de Carlos V, libro VIII.