El espectacular viaje alrededor del mundo que Magallanes emprendió en el siglo XVI fue una odisea de tres años llena de violencia, sexo e increíbles aventuras. Partió de Sevilla en 1519 al mando de una flota de cinco barcos y doscientos tripulantes en busca de una ruta hacia las islas de las especias. Tres años después regresaba a Sevilla un solo barco, repleto de especias y tripulado sólo por dieciocho hombres demacrados y exhaustos.
Esos hombres contaron una historia extraordinaria de sufrimiento, maravillas, plagas, peligro y muerte, pues el propio Magallanes había encontrado su fin en una violenta escaramuza con unos nativos. Sin embargo, su gesta ha pasado a la historia como uno de los viajes de exploración más importantes que jamás ha emprendido la humanidad.
Laurence Bergreen
Magallanes
Hasta los confines de la Tierra
ePub r1.0
Rob_Cole 19.02.2018
Título original: Over the Edge of the World: Magellan’s Terrifying Circumnavigation of the Globe
Laurence Bergreen, 2003
Traducción: Víctor Pozanco & Isabel Fuentes García
Retoque de cubierta: Rob_Cole
Editor digital: Rob_Cole
ePub base r1.2
A la memoria de mi hermano y de mi padre
LAURENCE BERGREEN (Nueva York, EE. UU., 1950). Historiador y biógrafo, graduado en Harvard, que trabajó en varios medios de comunicación antes de publicar su primera biografía James Agee: a Life. Ha escrito también las biografías de Irving Berlin, Al Capone, y Louis Armstrong.
Ha escrito obras de tema histórico como Voyage to Mars: NASA’s search for life beyond Earth (2000) y Over the Edge of the World, (Magallanes. Hasta los confines de la tierra, 2003). Su biografía Marco Polo: From Venice to Xanadu (Marco Polo: de Venecia a Xanadu, 2007) ha sido llevada al cine. Su trabajo más reciente es Columbus: The Four Voyages (2011).
Bergreen ha colaborado en The New York Times, Los Angeles Times, The Wall Street Journal, Chicago Tribune, Newsweek y Esquire. Ha sido profesor en The New Scholl en New York y da frecuentemente conferencias y symposiums en diversas universidades.
Agradecimientos
Suzanne Gluck, mi agente literaria, me aportó una ayuda valiosísima durante todos y cada uno de los pasos del desarrollo de este libro. Ha sido todo un privilegio poder contar con su criterio y su inteligencia. En William Morrow me siento muy en deuda con mi editor, Henry Ferris, por su excelente trabajo y porque nunca dejó de creer en este libro. Le estoy también agradecido a Trish Grader por su entusiasmo y sus consejos, y querría hacer extensivo mi agradecimiento a Juliette Shapland y Sarah Durand. En HarperCollins UK debo darle las gracias a Val Hudson, cuyas contribuciones editoriales y amistad valoro en mucho, así como a Arabella Pike por todo su apoyo.
La circunnavegación de Magallanes tiene que ver con muchos campos diferentes de conocimiento, así que mis investigadores me llevaron a una amplia gama de instituciones. En Nueva York tuve la suerte de poder usar los recursos de las siguientes: la Biblioteca Butler de la Universidad de Columbia; El Centro de genealogía del Instituto de Historia Judía; la biblioteca de la New York Society, donde querría darles las gracias a Mark Piel y Susan O’Brien por su ayuda con el programa de préstamo interbibliotecario; la Hispanic Society of America; la biblioteca de la Academia de Medicina de Nueva York, y, por último, la Biblioteca Pública de Nueva York. También querría expresar mi gratitud al John Jay Colloquium de la Universidad de Columbia, dirigido por Peter Pouncey, donde tuve la oportunidad de estudiar, junto a muchos distinguidos colegas, algunas aproximaciones clásicas sobre cómo escribir historia.
Estoy especialmente en deuda con la biblioteca John Carter Brown, en la Universidad de Brown, donde Richard Ring, bibliotecario; Susan Danforth y Norman Fiering, director, me ofrecieron ayuda, ánimos y me transmitieron su confianza en la importancia del descubrimiento y la exploración como motores de la historia. También conté con la ayuda, en los archivos de la Universidad de Harvard, de Melanie M. Halloran, ayudante de bibliotecario, y Harley P. Holden, archivista de la universidad, para encontrar los documentos de Samuel Eliot Morison. Mi reconocimiento aquí para la señora Emily Beck Morison por permitirme el acceso a esos documentos. Debo mencionar también a la Biblioteca Beinecke de Libros Originales y Manuscritos, en la Universidad de Yale, donde se encuentra el manuscrito de Antonio Pigafetta; a la Biblioteca del Congreso, División de Manuscritos, en Washington, D. C.; y al Departamento de Colecciones Especiales de las bibliotecas de la Universidad de Brandeis, donde Susan C. Pyzynski, Eliot Wilczek y Lisa Long me guiaron entre su fondo hasta los documentos relativos a los pleitos que generó el viaje de Magallanes; a la Biblioteca Peabody, en la Universidad Johns Hopkins, y, en último lugar, a John Hattendorf, del Naval War College de Newport, Rodhe Island.
Vaya también mi agradecimiento hacia los científicos de la NASA que me suministraron imágenes actuales de los lugares por donde pasó Magallanes tomadas desde un satélite, lo que me llevó a una mejor comprensión de la naturaleza física del globo. Entre ellos se cuentan mis buenos amigos James Garvin, el científico que lidera el equipo de la NASA para la exploración de Marte, y Claire Parkinson, principal investigadora de la misión AQUA. Gracias también a Marshall Shepherd, investigador meteorólogo, y a Chester Koblinsky, director de la rama de Océanos y Hielo, por su ayuda.
Muchas otras personas se ofrecieron generosamente a ayudarme. Quería darle las gracias a mi hijo Nick, de Nueva York, por compartir sus conocimientos de navegación conmigo, y a mi madre Adele y mi hija Sara por su constante apoyo; a Wilma y Esteban Corder, así como Ed Darrach de Bristed-Manning por su ayuda con los viajes; a Saniel Dolgin por sus certeros consejos e inagotable paciencia; Darrell Fennell; Sloan Harris; Emily Nurkin; Roberta Oster; Meredith Palmer; Natalia Tapies; Susan Sparrow; Susan Shapiro; Josep Thanhauser III; y a todos los de Byrnam Wood. Gracias además a Jennifer O’Keeffe por su ayuda en las investigaciones en Nueva York. Entre otros muchos que ayudaron de diversas maneras se cuentan Alexandra Roosevelt, Martha Saxton y Robert Schiffman.
Puesto que las fuentes primarias sobre Magallanes están en diversos lenguajes, especialmente en español y portugués del siglo XVI, estoy en deuda con muchos traductores por sacar a la luz aquellos textos, a veces tan oscuros, en algunos casos traduciéndolos al inglés por primera vez. Entre estos traductores se cuentan Isabel Cuadrado, Laura Kopp, Rosa Morán y Víctor Úbeda.
Durante mis viajes de investigación a España recibí ayuda de Kristina Cordero, mi eficiente investigadora; Javier Guardiola y Víctor Úbeda. En Madrid estuve investigando en el Museo Naval y en la Biblioteca Nacional, y en Sevilla consulté el Archivo de Indias, donde estoy agradecido por la ayuda de Pilar Lázaro, directora de la división de consulta. Gracias a Francisco Contente Domingues en Portugal, y en Brasil, extiendo mi gratitud a Alessandra Blocker y Elizabeth Xavier, mis editoras en Objetiva.