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Índice de personajes
Embarcados en la nao Santa Ysabel
El cronista
Juan Torres: Exconvicto, soldado y ayudante de barbero
Gente de guerra
Capitanes:
Lope de la Vega: Almirante de la flota y cuñado de doña Isabel Barreto
Francisco Mondéjar: Capitán de compañía
Bernal Flores: Capitán de compañía
Alféreces:
Pedro de Ocampo: Alférez asistente de Lope de la Vega
Antonio Cansino: Alférez de la compañía del capitán Mondéjar
Yñigo Fuentes: Alférez de la compañía del capitán Flores
Sargentos:
Juan Enríquez: Sargento contador
Antonio Rodríguez: Sargento
Cabos de escuadra:
Hernán Vicente
Gonzalo Salcedo
Simón Juárez
Diego Jara
La escuadra de Hernán Vicente:
Juan Torres
Manuel de Badajoz
Abel Hinojosa
Sebastián Velázquez
Francisco de Guevara
Domingo Gorrostieta
Julio y Antonio Lorenzo
Felipe Pisano
Justo Bautista de Campeche
Otros soldados:
Mateo Conejero
Esteban Camacho
Expósito Manero
Pedro de Arretia
Miguel de Ruesga
Gerardo de Coria
Gente de mar
Oficiales de la Santa Ysabel:
Sebastián Valiero, piloto
Alonso Domínguez, maestre
Lucas Mariano, contramaestre
Luis Coraje, guardián
Marineros:
Figueroa
Marcos Agras
Juan Rodríguez Caridad, barbero
Domingo Salvanés, carpintero
Damián Ortiz, el Tuerto
Matías Jorge
Pedro de la Chica
Diego Tibero
Domingo Gayón
Grumetes y pajes:
Sancho Turcios
Alfonso Rodríguez
Jerónimo, el Negro
Rafelillo
Domingo
Leandro
Otros hombres a bordo
Luis Herrera: Escribano y bachiller
Joaquín Saavedra: Capellán
Martín Navarrete: Hermano de doña Elena
Melchor Navarrete: Padre de doña Elena y de Martín
Félix Carrasco: Acaudalado comerciante de Santa
Luis Rufo: Colono entendido en minería
Manuel de Fonseca: Ricohombre de Paita, alcalde de Santa María de Poniente
Andrés de Atienza: Colono
Gaspar Pinto: Colono, marido de Josefa Mendieta, padre de Frasquita
Francisco Velázquez: Colono viudo que viaja con dos hijas
Juan de Haya: Colono
Nicolás van Leyden: Marino holandés
Mujeres a bordo
Elena Navarrete: Vecina de Santiago Miraflores y amada de Juan Torres
Juana Alonso: Esposa del capitán Bernal Flores
Mercedes Bobadilla: Madre de Elena y Martín Navarrete
Inés: Criada de doña Elena
Antoñita Díaz: Esposa del sargento Juan Enríquez
María Posadas: Esposa de Félix Carrasco
Anita: Criada mulata de Félix Carrasco
Frasquita: Hija de Gaspar Pinto y Josefa Mendieta
Josefa Mendieta: Esposa de Gaspar Pinto y madre de Frasquita
Mariana Velázquez: Esposa de Luis Rufo
María Velázquez: Hija de Francisco Velázquez
Prostitutas:
Úrsula, la Mulata
La Lagartija
La Mochuela
La Nigua
Embarcados en otros navíos
Álvaro de Mendaña y Neira: General en jefe de la flota y adelantado de las islas de Poniente
Isabel Barreto: Su esposa
Mariana de Castro: Hermana de Isabel Barreto y esposa de Lope de la Vega
Pedro Fernández de Quirós: Piloto mayor de la flota y capitán de la nao San Jerónimo
Pedro Merino: Maese de campo de la expedición, embarcado en la San Jerónimo
Felipe Corzo: Capitán de la galeota San Felipe
Alonso Leyva: Capitán de la fragata Santa Catalina
Lorenzo, Diego y Luis Barreto: Capitanes de infantería y hermanos de Isabel Barreto
Indígenas
Maui: India de las islas Marquesas
Tenile: Cacique de la isla Santa Isabel
Raha Bineba: Cacique de la isla San Cristóbal
Maego: Hermano y enemigo de Raha Bineba
Varan: Hijo de Raha Bineba
Gela: Gran cacique de San Cristóbal
Laghu: Rehén convertido al cristianismo
Talúa: Doncella del poblado de Raha Bineba
Introducción
En 1595 don Álvaro de Mendaña y Neira emprende un viaje para poblar y colonizar las islas Salomón al mando de una flota de cuatro barcos.
De las circunstancias de esta jornada tenemos noticias, sobre todo, a través de la relación del piloto mayor de la flota, don Pedro de Quirós, que en su Historia del descubrimiento de las regiones australes nos relata las trágicas vicisitudes de una expedición que finalmente arribaría a las islas Filipinas en un lamentable estado de hambre, desesperación y miseria.
Uno de los sucesos más desafortunados que relata en su Historia fue la desaparición de la nao Santa Ysabel, con casi doscientas personas a bordo, una noche, al parecer, de buen viento y mar en calma, sin ningún fenómeno que amenazase la navegación. Según Quirós, Mendaña mandó trillar las aguas durante varios días en su busca, pero no se halló ningún resto de ella y se la dio, en consecuencia, por naufragada.
Tampoco se menciona dato alguno sobre su paradero en otros documentos secundarios que hay sobre la expedición, como son las encuestas de reconocimiento de méritos de algunos sobrevivientes, los expedientes incoados por orden de las autoridades virreinales para informar a la Corona o los testamentos de Mendaña y de su esposa.
Y la ignorancia y misterio sobre el destino de la Santa Ysabel y su tripulación se prolongaron durante tres siglos, hasta que en 1895, con motivo de la celebración del tercer centenario del viaje de Mendaña, la Asociación hispanofilipina de Asia y el Pacífico, cuya directora y alma máter fue la doctora Adriana Monteagudo, publicó una serie de artículos sobre la expedición y varios documentos inéditos.
El más importante y también polémico de ellos fue una copia facsímil de la crónica de un tal Juan Torres, soldado que viajaba a bordo de la Santa Ysabel, en la que se narraban las peripecias de la desaparecida nao en su viaje a través del Pacífico austral.
En una breve introducción, la doctora Monteagudo destaca el valor extraordinario del manuscrito de Juan Torres, con el que tuvo la fortuna de tropezarse en el curso de un viaje de investigación historiográfica por los antiguos virreinatos del Perú y Nueva Granada. Sin embargo, no da dato alguno sobre las circunstancias del hallazgo y se limita a ponerlo a disposición de quien desee revisarlo.
Pero los acontecimientos de aquel agitado momento de la historia se encargaron de impedir que ningún erudito pudiera hacerlo, porque muy poco tiempo después sobrevino el desastre del 98, la pérdida de la colonia española y el subsiguiente cambio en la administración de las Filipinas, a raíz del cual se perdió toda pista de la doctora Monteagudo y de la asociación que presidía. Y en consecuencia, al no haber salido a la luz el manuscrito original, la copia facsímil fue considerada de dudosa autenticidad y olvidada con rapidez.