UR
melodrama
biológico
LEANDRO DELGADO
2012
Introducción anónima
Entre los cerros había una laguna. El sol atravesaba los árboles y los árboles atravesaban las nubes. Caía un polvo, tan lentamente, que parecía quieto.
Este paisaje se desvanecía en el aire, era casi transparente, porque todo eso no existía sino en un futuro extremo o en un pasado que, en cualquier caso y momentáneamente, hacía contacto con el presente en un diálogo entre épocas lejanas que eran una cavilación de la naturaleza.
En el remoto presente que coincide con este relato, la materia era una llanura desértica que dominaba el paisaje, surcada de arroyos que alimentaban islas de montes y vadeaban cuchillas y peñones altos y afilados ocasionalmente desviando las tormentas.
El peñón más alto de toda la comarca, que también sobresalía por su incandescente amarillo, era acompañado en su ascenso por una escalera de hierro gastado que bajaba sólo para mí, porque yo estaba arriba de todo, en la terraza de observación. Desde arriba podía adivinar que abajo todo estaba caliente.
Mientras iba bajando, me iba chocando con niños. Miraban al abismo contra la baranda como esperando algo, algo que iba a pasar en el medio de la quietud, acariciada cada tanto por el vuelo de los halcones que planeaban también esperando algo.
En la bajada iba encontrando otra gente, distinta, recostada a la baranda o sentada en los descansos sucesivos, descansos grandes como plazas: parejas de enamorados, hombres solos, mujeres que fumaban largos cigarros perfumados, vendedores de monedas de chocolate, algodones de azúcar en forma de castillos y racimos de manzanas acarameladas para gigantes. También había algunos otros acostados a lo largo con la cabeza apoyada en el brazo perezosamente, dormitando.
Sólo se escuchaba el calor del sol crepitando sobre la piel parda de aquellos habitantes, que habrían llegado desde una última ciudad cercana, desde otra dimensión o de mis propios recuerdos. Lo único cierto era el silencio.
Abajo la tierra se ablandó bajo mis pies, que avanzaron involuntariamente sobre el piso gravoso dejando mis huellas indescriptibles.
Un arroyo esmeraldino avanzó a mi encuentro y escribió sobre el campo verde lo que podría ser leído desde la altura. El paisaje guardaba muchos recuerdos olvidados que, sin ser míos del todo, los sentía así y así fueron escritos por la corriente y otras cañadas afluentes como zarcillos.
A lo que avanzaba por la orilla, vi un puente azul del otro lado que de pronto cruzó la corriente silenciosa como un gusano reptando a la otra hoja. Del otro lado, un grupo de niñas me recibía sonriendo. Todas pensaban en mí.
Unos carteles me indicaron sitios cercanos, entre ellos tres recuerdos borrosos y un sueño repetido, adonde fui.
Yo estaba oculto tras una loma de colores y, acechando, entre excitado y culpable, vi a mi madre, tan cerca, abriendo la puerta de un ascensor viejo que subió hasta perderse en las nubes.
Antes de cerrar la puerta de rejas plegables, cortó unos jazmines del cabo que nacieron al costado de la puerta y los guardó en la bolsa de los mandados. Dejó las corolas libres y abiertas bajo el resplandor de mi asombro.
Los pájaros, en su inédito volar, comenzaron a escribir mi historia en verso y con faltas de ortografía, la rima no era nueva. Escribía lo que pronto iba a olvidar, lo que nadie predecir.
Del cielo bajó una nave, blanca y redonda, quedó suspendida en el aire mientras se iba abriendo una compuerta en un borde haciendo una muesca en el diseño. De allí bajó mi madre por una escalerita, con las flores, que cantaban sólo con vocales. Así quebraron el silencio y los pájaros corrigieron sus pequeños errores.
Cerca de allí encontré otros carteles anunciando partes de otros sueños que todavía recordaba. Y empecé a dudar entre lo que recordaba, lo que podía y lo que quería recordar.
PRIMERA PARTE
Aviso a los navegantes
Parte mañana o pasado la nave Simone a cargo del Capitán con destino a Ur.
Sin ánimo de ser yo el último en abandonar esta enrarecida dimensión en la que viven quienes leen este anuncio, los invito a unirse a mi expedición a bordo de Simone en busca de lo que podría ser el pasaje a la nueva dimensión que, por desconocida, nos impulsa a su descubrimiento, dado el hastío al que venimos siendo sometidos todos los ejemplares de la vida animal, producto de la progresiva escasez de especies y consecuente soledad por motivos desconocidos para algunos y que para otros no hace falta mencionar.
Aquellos que decidan unirse a la expedición se verán completamente libres de abandonarla cuando quieran sin peligro de ser ridiculizados por ningún miembro de la tripulación (por ahora soy el único tripulante) además de Simone quien, aunque tiene vida propia, es una máquina.
Llegado el caso, se verán libres de optar por caminos secundarios, de establecerse en el lugar que consideren adecuado, de descreer de la existencia misma de Ur, a pesar de los testimonios que seguramente encontremos en nuestro camino. La única condición que solicito es nunca volver sobre sus pasos. Si acaso el navegante se encuentra con que ha llegado a un punto ya visitado, esto deberá ser la consecuencia de una desorientación completa que le garantice, en algún punto, la perpetuación de una vida de incertidumbre, objetivo primordial del viaje independientemente del destino, el cual también es incierto.
De todas maneras, y en cualquier circunstancia, los viajeros podrán visitar, inadvertidamente o no, recuerdos bonitos, coloridos y melancólicos no sólo personales sino de gente que les preceden o les sucederán y esto, seguramente, no podrá ser determinado fácilmente, por lo cual el viaje, si bien no garantiza el éxito de llegar a destino, no tiene ningún afán de lucro y todo corre por cuenta mía, quien he tomado esta empresa como un desafío personal y una ofrenda desinteresada a las almas semejantes y a las otras.
El tiempo se presentará despejado aunque con ocasionales tormentas, no habrá mayormente días nublados sino que serán soleados o lluviosos, lo cual no tendrá ningún efecto en el cambio de temperatura, es decir siempre tendremos tiempo cálido, igual que ahora y adonde sea que vayamos, con excepción de los subterrenos.
Tanto el agua del océano como de los ríos, arroyos, lagos y lagunas tendrá la misma temperatura que el aire y la diferencia entre uno y otro fluido se advertirá por la turbiedad de la visión y la dificultad para respirar, no obstante las superficies de las aguas se verán con perfecta nitidez al alejarse unos pasos para poder apreciar la variación en muchos otros de los reflejos del cielo.
Los paisajes serán mayormente llanuras semidesérticas alternadas con montes galería a la consabida vera de los arroyos. Podrán verse acantilados, hermosas playas, bahías, islas, ocasionales selvas y, lo más importante, toda visión del campo será acompañada de una porción semejante de visión de mar. Las montañas u otros accidentes de altura extrema sólo se verán desde lo lejos. Asimismo se presentarán llanuras extremas, como artificiales, que pertenecerán como se entiende al infinito mundo de los sueños y la imaginación, por lo que tendrán la misma trascendencia en el relato que las visiones reales.
Se adelantarán por supuesto visiones de Ur, pero no en este momento.
Hasta la vista,
El Capitán
Antes de partir
Por primera vez, alguien se dirigía a mí desinteresadamente. Aunque fuera un anuncio escrito para cualquiera, sentí la intención del escritor de involucrarme en su viaje, de convocarme.
En mis años de clon adulto, nadie se había dirigido a mí con esa honestidad, con esa sutil ironía en las descripciones que distingo pese a mi cuasi amnesia congénita.
Este capitán se ha comunicado conmigo de manera completa, porque en todos estos años sólo estuve sometido a las preguntas (recuerdo vagamente) acerca de mis sentimientos, de mis preocupaciones, de mis ligeras sensaciones anotadas en planillas para conclusiones que nunca nadie iba a leer.
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