Algo más acerca de la «verdadera historia» de esa pequeña ciudad del Oeste llamada Tinseltown, que, por fabricar sueños, saltaría a la fama en los años veinte para convertirse en un lugar legendario, poblado de personajes no menos fabulosos. Y Kenneth Anger accedió a excavar una vez más en su también legendario archivo de coleccionista obstinado. Y aquí, en este segundo volumen de Hollywood Babilonia, vuelve los focos hacia la otra cara de esos rostros de celuloide, devastada por el alcohol y la droga, marcada por algún odio asesino, animada por inimaginables pequeños vicios, inconfesables todos. Y aquí tenemos, para los aficionados al cine y al morbo, un largo desfile de estrellas y genios de la pantalla tal como fueron, tal como vivieron y, sobre todo, tal como acabaron… casi siempre en la sombra y muchas veces con un tiro en el cuerpo, cuando no mutilados según extraños rituales. De modo que, como su predecesor, este volumen no es sólo una exhibición de extrañezas, sino una mirada agridulce sobre esas resplandecientes y enloquecidas estrellas en sus órbitas.
Kenneth Anger
Hollywood Babilonia 2
ePub r1.0
Titivillus 20.08.16
Título original: Hollywood Babylon II
Kenneth Anger, 1984
Traducción: Marcelo Cohen
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Para J. Paul Getty Jr.
KENNETH ANGER. Es un cineasta y escritor estadounidense. Nació en Santa Mónica (California) el 3 de febrero de 1927. Su obra es de carácter polémico y perteneciente al movimiento Queercore. Probablemente uno de los directores de cine más innovador y desconocido del siglo XX. Creador de cortometrajes cargados de iconografía pulp (revista), sadomasoquista, fetichista y homosexual. Influyó enormemente en directores como John Waters o Martin Scorsese. Algunos de sus cortos rozan más el género del videoclip por su montaje y su duración. Estaba obsesionado por las obras y la vida del brujo inglés Aleister Crowley.
¡DING, DONG, HA MUERTO LA BRUJA!
Si alguna vez hubo una bruja en Tinseltown —una bruja hechicera, no una que se las da de bruja como Margaret Hamilton, la Buena Chica de Gramercy Park—, una bruja real, genuina, experta en magia negra, no fuera otra que la difunta Gloria Swanson, flor de los corrales de Chicago.
¡DING, DONG, HA MUERTO LA BRUJA!
Y ni su doncella, ni su secretaria, ni su exhausto sexto marido pueden devolverle la vida.
Gloria se ha ido.
Sic transit gloria mundi!
La abeja reina
Hollywood, que en algunas ocasiones puede ser cruel e hipócrita, es capaz en otras de mostrarse amable, siempre y cuando haya en juego un talento real y vaya acompañado de una verdadera vocación y mucha ambición. Kelly volvió a la pantalla tras su liberación y durante otro cuarto de siglo pudo disfrutar de una carrera exitosa. Actuó en centenares de films, no sin antes «reaparecer» clamorosamente en 1933 con Broadway thru a keyhole, un film basado en un relato de Walter Winchell, en el cual aparecía junto a Constance Cummings, Russ Columbo y Texas Guinan. En adelante no dejó de tener trabajo, hasta el punto de que con frecuencia trabajó en más de seis películas en un año. Resulta curioso que el exconvicto, a quien algunos consideraban un gángster, haya desempeñado muchas veces papeles de representante de la ley. Hizo de carcelero; en Fear in the night y en Side Street apareció como oficial de policía; en Torchy Blane in Panama, como un teniente de la policía. (La reciedumbre de su rostro le permitía encarnar con igual eficacia a un inspector con sombrero de ala caída o a un gángster con sombrero de ala caída). Cecil B. De Mille le concedió el papel de un oficial de marina en su Por el valle de las sombras. Trabajó para todos los grandes estudios, acompañó a Judy Garland y Lana Turner en la opulenta producción de la MGM titulada The Ziegfield girl y participó en docenas de films serie B fabricados por la Republic o la Monogram. Compartió cartel con los nombres más famosos: Gary Cooper, John Wayne, Cagney, Bogart, Stanwyck, Bette Davis. Tal vez la mejor de todas las películas en que actuó haya sido The roaring twenties de Raoul Walsh, un clásico del cine de gangsters. La produjo la Warner; y ciertamente, aunque Kelly no trabajara más para éste que para los demás estudios, había en él algo característico de los actores de la casa. Durante los años gloriosos de la Warner Bros., ahora muy lejanos, la mayoría de los profesionales que actuaban para el estudio no parecían estrellas de cine, sino «gente común». Y Kelly nunca tuvo glamour; era un actor sólido y convincente, dueño de una categórica presencia que confería credibilidad a cualquier tipo de film. (Pese a mantener buenas relaciones con Cagney, Pat O’Brien y Frank McHugh, fuera del plató nunca se le vio demasiado en compañía de la famosa mafia irlandesa de la Warner. Las horas de ocio, por lo general, las pasaba con Dottie o con unos pocos amigos íntimos).
Su interpretación más recordada siempre será la del extraño amigo de Gloria Graham en Encrucijada de odios, un film producido por la RKO. Y, aunque parezca increíble, este exconvicto actuó en dos películas de la Warner escritas por guardias de presidio: Invisible stripes, basada en las memorias del carcelero Lawes, y Duffy of San Quentin, basada en el libro The San Quentin story, de Clinton T. Duffy. En esta última, Kelly desempeñaba el papel de Duffy, guardia de la prisión en la cual él mismo había estado preso durante más de dos años.
El asesino Kelly, protagonista de Within the Law con Tom Neal, futuro asesino de su mujer.
Dotty no vivió para ser testigo de los dos grandes éxitos teatrales de Paul. En 1947 él hizo su triunfal regreso a Broadway en el celebrado montaje que Kermit Bloomgarden realizó de Sublime decisión, una obra de William Wister Haines. Por su magnífica interpretación del general de brigada Dennis —duro por fuera y compasivo por dentro—, Kelly obtuvo el Premio Donaldson, el Premio de los Críticos de Variedades y el Tony al Mejor Actor de 1948. En 1951 regresó a Broadway para apuntarse otra victoria encarnando al actor alcohólico Frank Elgin, secundado por Uta Hagen en la versión que Strasberg llevara a cabo de La angustia de vivir de Clifford Odets. Al llevar ambas obras a la pantalla, desafortunadamente, los estudios optaron por encomendar los papeles principales a grandes astros del momento: la primera, producida por la MGM, fue protagonizada por Clark Gable; para la segunda, la Paramount escogió a Bing Crosby, cuya pareja fue Grace Kelly. Ninguno logró igualar las versiones escénicas de Paul.