Domínguez, Juan Manuel
Súper Hollywood : los héroes del cómic salvan el cine / Juan Manuel Domínguez. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Paidós, 2017.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-950-12-9563-4
1. Cine Contemporáneo. 2. Estudios. I. Título.
CDD 791.43
Edición: Vanesa Hernández
Coordinación de la serie: Leonardo D’Espósito
Ilustraciones: Andrés Alvez (www.andresalvez.com)
Diseño de tapa: Juan Ventura
Todos los derechos reservados
© 2017, Juan Manuel Domínguez
© 2017, de todas las ediciones:
Editorial Paidós SAICF
Publicado bajo su sello PAIDÓS ®
Independencia 1682/1686,
Buenos Aires – Argentina
E-mail: difusion@areapaidos.com.ar
www.paidosargentina.com.ar
Primera edición en formato digital: mayo de 2017
Digitalización: Proyecto451
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Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-950-12-9563-4
A mi superamigo Naza
AGRADECIMIENTOS
Flashback: a los 9 años me preguntaron qué quería ser. Respondí sin dudas: “Superhéroe”. Era 1990, y Batman había recuperado su popularidad como nunca en su ciclo vital gracias al cine y a Tim Burton (lo cual generó su edición local y el regreso televisivo de la serie Batman con Adam West). Esa fue mi araña radiactiva. Mi bomba gamma. Hoy Batman vive literalmente en mi piel, y mi fascinación por las evoluciones, degradaciones y movimientos de la cultura pop es aquello que siento que me define, mi armadura de Iron Man. Puede que sea un error, claro, pero es uno deslumbrante, siempre mercuriano, siempre salvando mi universo (y, claro, poniéndolo al borde la extinción cada tanto).
Tanto fue así que mi pobre madre tuvo que sentarme y explicarme que los superhéroes no eran reales. Nunca creí que lo fueran, ma. Pero, a tu favor, tampoco podía sentir que no existían. Como muchas cosas, como todas, te das cuenta antes que yo. Será por eso que no hubo ni habrá día de mi vida en el que no sueñe con ser Plastic Man (o Jack Cole, su creador). Me conformé, sin embargo, con ser mi propio Clark Kent.
(No le cuenten a mi madre que sigo sosteniendo la misma respuesta.)
Este libro me confirmó cómo existen: son construcciones humanistas, comerciales y fascinantes, son la forma en que se comprime aquello que más amo en todas las tierras posibles: historias, las épicas y las tamaño hormiga, particularmente las que implican semideidades en calzas y, detrás de ellas, hombres y mujeres buscando su lugar en el mundo y creando relatos lúdicos.
Entonces, no es difícil comprender lo increíble que me parece que el género hoy sea el que define la forma de aquello que ven millones y millones de personas. Esta obra no pretende ser Superman y usarlos de Lois Lane para recorrer el fenómeno. A lo sumo, quiere ser Groot y Rocket Raccoon, el árbol y el mapache de Guardianes de la galaxia . Quiere ser algo con raíces, sensible, emotivo, que explica naturalezas, pero también salvaje, apasionado, bocón y capaz de mostrar los dientes mientras dispara ideas de a ráfagas de metralleta. Por supuesto, también quiere demostrar que ambas formas de pensar el cine de superhéroes pueden ser mejores amigas y dar la vida una por la otra.
Esa persona que soy, que escribe sobre cine, cómics y cultura popular (solo para comprar más cómics, ver más películas y saber un poco más sobre quienes crean y cuentan) tiene, como corresponde, orígenes secretos. Vale, entonces, agradecerles y aclararles, con nitidez 4K, que este libro es tan de ellos como mío.
Gracias siempre a Leonardo D’Espósito, cuya energía nuclear decidió ayudarme, confiar y dejarme ser el mejor Robin posible.
A Vanesa Hernández, por la confianza radiactiva que me hizo Hulk sin siquiera conocerme.
En lo personal, el primer y principal gracias es a Batman, claro. Gracias, grandote. Gracias por todo lo que contenés como nave nodriza de lo que me ha definido: desde el amor de papá Mario y mamá Nora comprándome cómics –de infante a inscripto en la AFIP–, hasta la manera en que mis hermanos y sobrinos todavía me relacionan, como forma de amor, con vos ( I wish… ) y la condición en que mi otra familia (Naza, Mari, Lucas, Romi, Lean, Panoxx) soporta, entre otras calamidades, mis parloteos sobre tus batiaventuras.
Este libro y cualquier letra publicada con mi firma serían imposibles sin Marcelo Panozzo, Victoria Ceccotti, Jack Kirby, Grant Morrison, Mariano Kairuz, Javier Porta Fouz, Leandro Listorti, Josefina Basso, Javier Diz, Stephanie Zacharek, Kevin Smith, Jim Henson, Mariano Valerio, Nicolás Miguelez, Pablo Marín, Mark Waid, Gonzalo Álvarez Guerrero, Agustín Masaedo, Diego Lerer, Sergio Wolf, Marita Otero, Daniel Castelo y Diego Trerotola.
Para el final, donde todo adquiere una forma plena del cariño como superpoder, gracias a mi hermosa Groot: Manchas Britney Domínguez.
INTRODUCCIÓN
HOLLYWOOD Y SU NUEVA BOMBA NUCLEAR: SÚPER HOLLYWOOD
Antes de ser una bomba, la bomba atómica
fue una idea.
Superman, sin embargo, era una más poderosa,
rápida y mejor idea.
GRANT MORRISON , Supergods: hé roes, mitos e historias del cómic
LA BATIVACA ATADA
A lo largo de sus recién cumplidos 75 años de historia como suceso comercial, los superhéroes tuvieron un superpoder: sus autores. Seguro, casi ninguno de ellos es famoso como sus pares en el cine: Alfred Hitchcock, Steven Spielberg o incluso, por hablar de alguien que se puso las botas del género, Christopher Nolan, director de las Batman más celebradas. Más allá de la caricatura que el término “autor” implica, sirve para entender algo simple del mundo de las viñetas: detrás de la industria, de las generaciones de fans, del merchandising , hay hombres y mujeres, guionistas y dibujantes, que con su trabajo a lo largo de décadas en editoriales como Marvel Comics y DC, las principales “casas” de estos personajes, fueron configurando una historia común del género. Esa conexión entre historias protagonizadas por un mismo grupo de personajes y regida por reglas básicas (maleables pero dueñas de un centro gravitacional) está configurada desde un nexo caprichoso e improbable: la relación entre material publicado a los largo de setenta y cinco años. La labor de alguien en los años cincuenta y sesenta (como podría ser el popular Stan Lee, ese viejito que ven en todas las películas de Marvel en el cine hoy) y la de alguien que es actualmente estrella del rubro (Mark Millar o Geoff Johns) es vital para la genética de lo súper.
De todos esos nombres, hay un guionista que es su estrella de rock actual. Su nombre es Grant Morrison y ha decidido, como gran parte de su generación, ser arqueólogo de esas miles de historias y absurdos en calzas que vinieron antes. No por nada ha intentado hacer cohesivo y coherente, por ejemplo, el historial editorial completo de personajes icónicos como Batman o Superman.
Esos setenta y cinco años de historias devienen en Morrison una narrativa omnisciente que incluye instantes y relatos que no tenían otra consciencia a la hora de ser publicadas en papel que ser finalizadas a tiempo y vender. Así es como el guionista ha usado, en su paso reciente por Batman por ejemplo, en un ejemplar del año 2010, al literal Batman cavernícola de 1955 (dinosaurios y cavernas incluidos). Hasta se da el placer de incorporar al canon actual a la bativaca, bobino imposible de imaginar en cualquier Batman del cine que puedan recordar (bueno, no tanto en el que interpretaba Adam West, el Batman de la serie de TV de los sesenta). Para sonrisa del fan y como factor alterativo sabiondo, Morrison despliega toda esa historia editorial, todos esos Batman posibles para generar un mapa sentido y, valga la redundancia, que genera sentido: entiende que una bativaca no es algo que todos deben comprender como guiño pop pero sabe que en esa vaca esta la nata del género. Allí está el legado de los superhéroes: su sinsentido, su posibilidad de mezclar melodrama, absurdo, épica y felicidad sin rendir examen frente a las competencias culturales que otros medios cercanos (como la literatura, el cine o la TV) requieren. Los cómics y sus modos de género son su propio bypass : viven de generación en generación porque saben todo lo que pueden comprimir y transmitir, voluntaria e involuntariamente, en cada “fin del mundo”.