Notas
1 «La psiquiatría impone el bonito juego de definir nuestro trabajo como privado de seriedad y respetabilidad científicas. Este juicio no puede más que enorgullecemos: nos une así a la falta de seriedad y respetabilidad atribuidas siempre al enfermo mental, al igual que a todos los excluidos». Ver la Presentación de Franco Basaglia.
2 «...De acuerdo con esta concepción, que aparece tanto en Max Weber como en los postulados filosóficos de los estudios lógico-matemáticos de Von Neumann y Morgestern, es racional (según nuestra terminología: conforme a la «ratio») un comportamiento que conduzca a un efectivo aprovechamiento de los medios, al logro de un objetivo con el mínimo esfuerzo, o a la consecución de mayor número de ventajas». (Karel Kosik, Dialéctica de lo concreto, pág. 119.)
Bunge, por su parte, afirma: «Un acto puede considerarse racional si (1) es máximamente adecuado a un objetivo previamente puesto; y (2) el objetivo y los medios para conseguirlo se han escogido o realizado mediante el uso consciente del mejor conocimiento relevante disponible. (Esto presupone que ningún acto racional es en sí mismo un objetivo, sino que es siempre instrumental)...» (Mario Bunge, La investigación Científica, Ariel, Barna, 1969, pág. 684.)
La eficacia de la racionalidad siendo una categoría del método científico se halla presente en toda actividad, comportamiento o actividad científicos. Contra esta afirmación se han levantado, ciertamente, voces, pero las argumentaciones que se han dado han construido círculos semejantes a aquel que cierra Mario Bunge: partiendo de la escisión ciencia pura (investigación básica o de fundamentos) / técnica, convierte la eficacia —y la economía de los medios— en un absoluto pragmático que integra totalmente en la técnica, para volver a la escisión inicial consolidada: ciencia pura / técnica impura: «La verdad profunda y precisa, que es un desiderátum de la investigación científica pura, no es económica...» / «...lo que se supone que el científico aplicado (el hombre de la técnica) maneja son teorías de gran eficacia, o sea, con una razón “input-output" elevada: se trata de teorías que dan mucho con poco. El bajo coste compensará entonces la calidad baja...»
3 «Indudablemente, nuestra tarea debe consistir en construir pacientemente dicho sistema utilizando los principios conocidos del método científico, suprimiendo despiadadamente aquellos conceptos y procedimientos carentes de confiabilidad y validez y atesorando aquellos capaces de resistir los rigores del método hipotético-deductivo». (H. J. Eysenck, Estudio científico de la personalidad, Paidos, B. A., 1959, pág. 6.)
4 Franco y Franca Basaglia, Moriré di classe (prólogo); Ed. Einau-di, Torino, 1969.
5 Franco Basaglia. L’assistenza psichiatrica come problema anti-islituzionale. Vn’esperienza italiana. Este trabajo ha sido traducido al francés: L'Information Psycbiatrique, vol. 47, n.° 2, febrero, 1971. La cita es del original y no consta en la traducción francesa.
6 Presentación de Franco Basaglia a este libro.
7 Franco Basaglia: ver, en este libro, su trabajo Las instituciones de la violencia.
8 Franco Basaglia. Moriré di classe, prólogo. Ed. Einaudi. Torino, 1969.
9 Michel Foucault: Enfermedad mental y personalidad. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1* ed., 1961.
10 «Les citaré, simplemente, una frase de un historiador que se llamaba García: ««En nuestros días —dice en 1860— la salud ha reemplazado a la salvación”». Ver M. Foucault: Nietzsche, Freud, Marx, ed. Anagrama, Col. Cuadernos, pág. 57.
11 Criterio de «recuperación» usado por Denker y citado por H. J. Eysenck en Estudio científico de la personalidad, ya cit. —El subrayado es nuestro .
12 Radio Televisione Italiana.
13 Mafalda de Saboya, hija del rey Víctor-Manuel III, deportada por los alemanes. Murió en Buchenwald.
14 Revista mensual de la comunidad.
15 Esta grabación fue realizada durante el verano de 1967. La apertura del último servicio, data de noviembre de 1967.
16 ERVING GOFFMANN, Asylums, Doubleday & Company, Gar-den City, N.Y., 1961.
17 El ejemplo inglés en este sentido nos parece muy significativo. En el ámbito de la National Health, la psiquiatría ya no ocupa un lugar secundario, pero el enfermo mental, como cualquier otro enfermo, está considerado como «informal people», y de este modo se halla integrado en el sistema sanitario general. Pero, si sólo se puede estar de acuerdo en cuanto a la orientación de conjunto, ésta sigue siendo un gran punto de interrogación. En efecto, la integración al sistema puede disimular una evasión al problema de la enfermedad mental, y por lo tanto, mantener la ilusión de haber eliminado una de las mayores contradicciones de nuestra realidad. Sofocar bajo una dulce regresión comunitaria el problema de la contradicción de la enfermedad, es el riesgo que corren algunas organizaciones psiquiátricas. Por ejemplo, las ideas de «learning leaving situation» o de «sensitivity training», de Maxwell Jones, corren el riesgo de revelarse, en la ausencia de un real control comunitario, como tentativas de integración «aproblemática»: creer que la «learning leaving situation» o el «sensitivity training», son técnicas de resolución de conflictos sociales igualmente aplicables a una comunidad de trabajadores no enfermos, puede representar, efectivamente, una tentativa de solución ideológica que no tiene en cuenta una realidad contradictoria (colocándose en el mismo plano que el «resolving social conflict» de Lewin). Sí la posición inglesa aparece como una de las más estimulantes, por el hecho de que atribuye al enfermo un papel activo en su self making, parece inaceptable, en cambio, rilando este self making revela una tendencia a la integración, y por lo tanto, una concepción reformista del sistema psiquiátrico.
A pesar de que la organización del hospital, en el cual ejercemos nuestra acción, esté basada en premisas análogas a las que existen en Inglaterra, somos perfectamente conscientes del peligro: es en la impugnación, y no en la integración, que el rol y el self making del enfermo deben hallar su sentido. (Franca y Franco Basaglia, G. F. Minguzzi, «Exclusión, programmation et integration», Rechercbes, núm. 5, París, 1967.)
18 Citado por JURY DAVYDOF en II lavoro e la libertó, Einaudi, Turín, 1966 (trad. por V. Strada).
19 Aquí se está hablando sobre todo de las experiencias de comunidad terapéutica efectuadas en Inglaterra y América del Norte. Experiencias análogas están intentándose por todo el mundo. En Italia existen comunidades terapéuticas privadas (napolitanas); otras han visto la luz en los «servicios libres» de ciertos hospitales psiquiátricos tradicionales. El único hospital completamente regido bajo la forma de «comunidad terapéutica» (pero este término cada vez reviste significaciones menos claras), es el de Gorizia.
20 Y no sólo psiquiátrica: las Borstal Institutions, por ejemplo, fueron intentos efectuados a finales del siglo xix, tendientes a humanizar las «casas de corrección». Y presentan varios puntos de contacto en relación con las comunidades terapéuticas creadas en numerosas prisiones inglesas y americanas en el curso de los últimos años.
21 Cfr. R. HUNTER, One Hundred Years after John Conolly, «Proc. R. Soc. Med.», 60/85 (1967). Cf. igualmente A. PIRELLA y D. CASAGRANDE, John Conolly dalla filantropía alia psichialria socíale, en Che cos'é la Psichiatria?, Parma, 1967.
22Cf. T. F. MAIN, The Hospital as a Tberapeutic Institution, «Bull. Menn. Clin», 10 ࢤ 66, 1946.
23 Cf. al respecto: A. STANTON y M. SCHWARTZ, The Mental Hospital, Basic Books, New York, 1954. —M. GREENBLAT, R. YORK y E. L. BROWN,