• Quejarse

Nellie Bly - Diez días en un manicomio

Aquí puedes leer online Nellie Bly - Diez días en un manicomio texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Nellie Bly Diez días en un manicomio

Diez días en un manicomio: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Diez días en un manicomio" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Nellie Bly recibe, por parte del periódico donde trabaja, el New York World de J. Pulitzer, el encargo de escribir acerca de cómo es la vida dentro de una institución de enfermos mentales. Ingresa en un manicomio haciéndose pasar por demente. Engaña a los médicos y experimenta las duras condiciones del psiquiátrico: comida en mal estado, agua sucia para beber, abusos y trato vejatorio por parte de los enfermeros, ratas e insalubridad,… Una vez en su papel, cuando quiso abandonar el lugar no consiguió convencer a nadie de que era una periodista encubierta y no le permitieron salir de allí hasta que intercedió el redactor de su periódico. Diez días después de su ingreso, comenzó la redacción de esta polémica historia, con la que consiguió que las autoridades sanitarias emprendieran reformas importantes en los hospitales de salud mental.

Nellie Bly: otros libros del autor


¿Quién escribió Diez días en un manicomio? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Diez días en un manicomio — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Diez días en un manicomio " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Capítulo I

Una misión delicada

El 22 de septiembre el World me pidió si podía internarme en uno de los sanatorios para enfermos mentales de Nueva York con vistas a escribir una narrativa sencilla y sin barnices sobre el tratamiento de las pacientes, los métodos de la dirección, etcétera. ¿Creía tener el valor necesario para pasar por el trago que requería tal misión? ¿Podía fingir las características propias de la locura hasta tal punto como para engañar a los médicos y vivir una semana entre los locos sin que las autoridades descubrieran que tan sólo era «una chica infiltrada que tomaba notas»? Dije que creía que sí. Tenía algo de fe en mis habilidades como actriz y pensaba que podía fingir locura justo lo suficiente como para cumplir cualquier misión que me confiaran. ¿Podía pasar una semana en el centro de dementes de la isla de Blackwell? Dije que podría y que lo haría. Y lo hice.

Las instrucciones que me dieron se basaron en que hiciera el trabajo cuando sintiese que estaba lista. Debía escribir una crónica fiel de las experiencias que viviera, y una vez que estuviese dentro de las paredes del manicomio tenía que investigar y describir su funcionamiento interno. Un funcionamiento que siempre se oculta eficazmente de la opinión pública gracias a las enfermeras de cofias blancas y a los cerrojos y barrotes.

—No te pedimos que vayas allí con el propósito de hacer revelaciones sensacionalistas. Describe las cosas tal como las veas, sean buenas o malas; alaba o culpa como creas que es justo, y cuenta la verdad todo el tiempo. Tengo miedo de esa permanente sonrisa tuya —dijo el editor.

—Ya no sonreiré más —contesté, y me fui para ejecutar mi delicada y, como luego descubrí, difícil misión.

Si conseguía entrar en el sanatorio, algo que no esperaba que ocurriese, pensaba que mis experiencias no se basarían en otra cosa que en un simple relato de la vida en tal institución. Lo que ni me imaginaba era que esa institución pudiese estar gestionada de forma tan pésima y que existiesen tales crueldades bajo su techo. Siempre había deseado conocer la vida en los sanatorios mentales de manera más profunda. Tenía ganas de comprobar que las criaturas más indefensas de Dios, los dementes, eran cuidados de forma profesional y cariñosa. Consideraba que las abundantes historias que había leído sobre abusos en tales instituciones no eran otra cosa que exageraciones o incluso fantasías. Pero habitaba en mí el deseo latente de comprobarlo personalmente.

Temblaba sólo de pensar cómo los enfermos mentales se encontraban en manos de sus guardianes. Cómo podían llorar y rogar por su liberación de forma inútil si los encargados de su custodia se negaban a ello. Acepté la misión de buena gana, pues así podría conocer el funcionamiento interno del manicomio de la isla de Blackwell.

—¿Cómo me sacarán una vez que haya entrado? —pregunté a mi editor.

—No lo sé —contestó—, pero te sacaremos aunque tengamos que contar quién eres y que fingiste estar loca con el propósito de poder entrar.

No tenía mucha confianza en mi capacidad para engañar a los médicos, y creo que mi editor aún confiaba menos.

Dejaron que yo planeara todos los pasos previos a mi traumática experiencia. Sólo se decidió una cosa, a saber, que debía adoptar el pseudónimo de Nellie Brown, cuyas iniciales, bordadas en mi ropa interior, coincidían con las de mi nombre real, de modo que no fuese difícil seguir mis movimientos y ayudarme a escapar de cualquier dificultad o peligro con los que me pudiese topar. Había formas de entrar en el centro de dementes, pero no las conocía. Podía elegir entre dos estrategias: fingir locura en casa de algunos amigos y hacer que me encerrasen tras la decisión de dos competentes doctores, o bien alcanzar mi objetivo por medio de los juzgados de delitos menores.

Tras reflexionar sobre ello creí que era más sabio no hacer sufrir a mis amigos ni hacer que ningún buen doctor me asistiese en mi propósito. Además, para entrar en la isla de Blackwell mis amigos tendrían que simular ser pobres y, desafortunadamente, excepto yo misma, ninguna de las personas que conocía formaba parte de la clase más deprimida, esos que desesperan. De modo que decidí seguir el otro plan, y gracias a él pude completar con éxito mi misión. Conseguí que me internaran en el centro para enfermos mentales de la isla de Blackwell, donde pasé diez días y diez noches y experimenté cosas que nunca olvidaré. Me propuse interpretar el papel de una pobre y desafortunada chica que sufre de locura, y decidí no eludir ninguna de las desagradables consecuencias que aquello me acarrearía. Me convertí, durante diez días, en alumna de todos los locos de la ciudad. Viví muchas experiencias; pude ver y escuchar el trato que se les da a las personas más indefensas de nuestra sociedad. Cuando había visto y oído lo suficiente me liberaron de inmediato. Dejé el centro de dementes con placer y alivio culpables por poder volver a disfrutar del aire puro del cielo. Me sentía culpable porque no pude llevarme conmigo a algunas de aquellas desafortunadas mujeres que vivieron y sufrieron junio a mí, y que —estoy convencida— estaban tan cuerdas como yo.

Permítanme que diga una cosa: desde que entré en el centro para enfermos mentales de la isla no intenté seguir con el falso personaje de loca, sino que hablé y actué como lo hago en la vida real. Y, aunque suene extraño, cuanto más sensatamente hablaba y actuaba, más loca me consideraban todos, excepto uno de los médicos, cuya amabilidad y dulzura no olvidaré en mucho tiempo.

Capítulo II

Preparándome para la aventura

Pero volvamos a mi misión. Tras recibir las instrucciones, me marché a mi pensión, y al caer la tarde comencé a practicar el papel con el que debutaría al día siguiente. Pensé que era una tarea muy difícil presentarse ante un grupo de personas y convencerlas de que estaba loca. Nunca antes había estado cerca de enfermos mentales, y no tenía la más ligera idea de cómo se comportaban. Además tenía que ser examinada por una serie de doctores especializados en desórdenes mentales que diariamente están en contacto con dementes. ¿Cómo esperaba engañar a estos doctores y convencerlos de que estaba loca? Temía que no pudiesen ser engañados. Comencé a pensar que mi tarea era imposible; pero debía llevarla a cabo. De modo que me planté ante el espejo y examiné mi rostro. Recordé todo lo que había leído sobre la apariencia que tienen los lunáticos. En primer lugar, tienen la mirada muy fija, de modo que abrí los ojos y empecé a mirarme en el espejo sin pestañear. Les puedo asegurar que lo que vi no resultó muy alentador, ni siquiera para mí, especialmente en mitad de la noche. Subí la luz de gas con la esperanza de que me infundiera valor. Tuve éxito sólo en parte, pero me consolé pensando que en unas cuantas noches no estaría allí, sino encerrada en una celda con un montón de chifladas.

No hacía frío, pero cuando pensaba en lo que me esperaba me recorrían la espalda escalofríos invernales. Parodias del sudor que, lento pero seguro, me resbalaba por la curva de la frente. Cuando no practicaba ante el espejo o pensaba en mi vida futura en el manicomio, leía historias de fantasmas imposibles e improbables, de modo que cuando se extinguió la noche y llegó el amanecer me encontraba en estado óptimo para comenzar mi misión. A pesar de todo, no me faltó el apetito y me dispuse a desayunar. Lenta y penosamente tomé mi baño matinal y en silencio me despedí de algunos de los artículos más preciosos que ha conocido la civilización moderna. Con ternura aparté el cepillo de dientes y, con un último restregón de jabón, murmuré: «Puede que sea por unos días, puede que sea por más tiempo». Después me puse algunas ropas desgastadas que había seleccionado para la ocasión. Estaba determinada a pensar en todo muy seriamente. Pensé que merecía la pena echar una última «mirada cariñosa», porque ¿quién podía asegurarme que el esfuerzo de parecer loca, así como el estar encerrada con enfermos mentales, no iba a retorcer mi mente de tal modo que nunca más pudiese salir? Pero ni en un solo momento pensé en abandonar mi tarea. Con calma, externa al menos, comencé aquella extraña misión.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Diez días en un manicomio»

Mira libros similares a Diez días en un manicomio. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Diez días en un manicomio»

Discusión, reseñas del libro Diez días en un manicomio y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.