“En la galería de lo que se podría llamar los «mártires del pensamiento», la imagen de Galileo retractándose ante la Inquisición despierta las mentes modernas, sólo después de la imagen de Sócrates bebiendo la cicuta. Esa imagen de Galileo está desenfocada… porque ha sido distorsionada a lo largo de tres siglos de prejuicios racionalistas y polémicas clericales. Para reenfocarlo claramente, dentro de la lógica de su propio tiempo, De Santillana ha escrito El Crimen de Galileo, un rompecabezas intelectual magistral que no traza sólo la vida sino los pasos mentales de Galileo en su camino a la tragedia personal”. —Time.
Giorgio de Santillana
El crimen de Galileo
Historia del proceso inquisitorial al genio
ePub r1.0
Titivillus 24.04.17
Título original: The Crime of Galileo
Giorgio de Santillana, 1954
Traducción: Juan Rodríguez Chicano
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
LUDOVICO Y ANNA
DIAZ DE SANTILLANA
XXVIII DIC. MCMLID
Q. B. F. S.
Notas
[1]Diálogo sobre los Grandes Sistemas del Mundo, de Galileo, traducción de Salusbury. Revisada,-anotada y con una Introducción de Giorgio de Santillana, Chicago; Imprenta de la Universidad de Chicago, 1963.
[1] Este era el titulo del folleto en su latín original.
[2] Esta carta, lo mismo que los demás textos cuya procedencia no se especifique, se hallarán en la edición nacional de Obras, de Galileo, por Antonio Favaro, en veinte volúmenes. La correspondencia se ha dispuesto en orden estrictamente cronológico, de tal modo que la fecha constituye suficiente referencia.
[3] La intimidad entre ambos hombres trasluce en su correspondencia, aun cambiada, como está, en severo tono oficial. En determinado punto, se cita el lenguaje directo de Vinta: Galileo, nelle cose tue tratta con me e non con altri, frase significativa tanto por su sentido como por la forma en que va dirigida.
[4] “Maese Roco Berlinzone” era el apodo de los jesuitas. La Sociedad había sido expulsada del territorio de Venecia a causa de intrigas políticas en el año 1606, por decreto del Senado. Anteriormente había sido desterrada de Francia en 1504, pero se le permitió regresar en tiempo de Enrique IV. Fue obligada a salir de Francia, y de España en 1767 y finalmente suprimida por el papa Clemente XIV en 1776. Tal supresión no fue revocada sino en 1814.
[5] Cf. Leonardo Olschki, Geschichte d. neusprachlichen wissenschaftlichen Litteratur, Vol. III; Galilei und seine Zeit (1927). Sobre el efecto en los círculos británicos, véase M. H. Nicholson, El Telescopio y la imaginación, en Filosofía Moderna, 1936, y Estudios de Filología (1935): y J. Jonhson, Pensamiento Astronómico en la Inglaterra del Renacimiento (1937).
[6] Esta cita y la siguiente son del Diálogo entre los Grandes Sistemas del Mundo (traducción inglesa; Chicago. Imprenta de la Universidad de Chicago —en adelante citada solamente como Diálogo)—, páginas 122 y 125; pero corresponden a secciones escritas mucho antes de 1630, con probabilidad en la época de su polémica con Magini. Por otra parte, sabemos que tales observaciones sarcásticas fueron proferidas con frecuencia por Galileo desde el comienzo de su polémica con las escuelas.
[7] Decimos incitado porque Magini estaba detrás de ello (véase la carta de Sertini, agosto 7, 1610, Ed. Naz. X, 411). Magini había alentado a su vez el panfleto cargado de odio de Martin Horky, que se volvió contra su autor. Puesto que el padre Müller, S. J., Galilei und die Katholische Kirche (1410) eligió citar sus observaciones personales, bien podría dar una idea de esta clase de polémica, dejándolo en latín, como hace Gibbons, con sus citas menos refinadas: Galileo, dice Horky, era impopular en Bolonia “quia capilli decidunt, tota cutis et cuticula flore Gallico scatet, cranium laesum, in cerebro delirium, optici nervi, quia nimis curiose et pompose scrupula circa Jovem observavit, rupti…”.
[8] El telescopio fue bautizado occhiale por Galileo, y en latín se convirtió en perspicillum, arundo optica, etc. El nombre griego de telescopio fue sugerido más tarde por Demisiano, miembro de la Academia de los Linces (cf. Rosen, “The Naming of the Telescope”, Isis, 1947).
[9] La poesía de Galileo, como la de Maxwell y Miukowski, casi no se encuentra en ninguna parte impresa, aunque las rimas de los dos últimos con partes del saber secreto de los físicos. Creemos nuestro deber reproducir aquí, en beneficio de quienes pueden leer italiano, el retrato del doctor a la manera de Bernesque:
Tu non lo vedi andar se non pe’ chiassi Perla vergogna, o ver lungo le mura, E in simili altri Inoghi da papnssi E par ch’ei fugga la mala ventura; Volgesi or da man manca or da man destra Come un che del bargello abbia paura Pare una gatta in una via maestra Che sbalordita fugga le persone Quando è caduia glu dalla finestra, Che se ne corre via carpon carpone | Tanto che la s’imbuchi e si difenda, Perchè le spiace la conversazione… Perchè la toga non ti lascia andare Ti s’attraversa t’impaccia t’intrica, Ch’ è uno stento a poter camminare: E però non par ch’ella si disdics A quel che fanno le lor cose adagio E non han troppo a grado la fatica. Anzi han per voto lo star sempre in agio Come a dir frati o qualche prete grasso, Nemiei capital d’ogni disagio. |
[10] Ver, e. g. Müller, op, cit. y la Enciclopedia Católica (New York: Appleton, 1910), art. "Galileo".
[11] "Liga de los Palomos" era la peripatética coalición encabezada por Lodovico delle Colombe, del que nos ocuparemos después. Puesto que Colombe significa "paloma", Galileo lo tildó con frecuencia de palomo.
[12] Un verso que habíase convertido en proverbio corriente: Gente a cui si fa notte innanzi sera.
[13] Carta a Galileo, agosto 11, 1611. La teoría prosiguió siendo presentada durante muchos años, y hasta Galileo tuvo que ocuparse de ella en su Diálogo, pp. 96 ss.
[14] La obra de Copérnico había sido anunciada antes de su publicación, en 1533, por Johannes Widmanstetter al papa Clemente VII, que había aprobado las ideas. También fueron favorecidas por el cardenal Schönberg, entonces presidente de la Comisión del Almanaque; y Tiedemann Glese, obispo de Kulm, ayudó a su publicación.
[15] Referencia mitológica a Linceo, uno de los argonautas, célebre por la agudeza de su vista.
[16] Carta a Gallanzoni, junio 16; a Cigoli, octubre 1 de 1611. Gallanzoni era secretario del cardenal Joyeuse, y la carta de catorce páginas es evidentemente destinada al mismo cardenal, así como a Bellarmino.
[1] Didacus à Stunica (Diego de Zúñiga), monje español, había escrito un comentario acerca del pasaje de Job: "El que ha detenido la tierra sobre el vacío". Galileo había pensado, a su vez, en este pasaje, como aparece en sus comentarios marginales a Colombe. El "erudito doctor" de la carta del cardenal es a todas luces Nicolás de Cusa.
[2] Las Congregaciones actuaban como equivalente de nuestras comisiones de Gabinete y de Senado, mas cada una de ellas encabezaba a su vez un departamento. Cuando no las presidia el papa celebraban sus reuniones en el domicilio de algún otro miembro. La Congregación del Santo Oficio era la más importante, y corresponde más o menos a nuestro Consejo de Seguridad Nacional. Sus miembros eran por entonces los cardenales Bellarmino, Veralli, Centino detto d’Ascoli, Taberna (di S. Eusebio), Mellini, Gallamino (d’Aracoeli), Bonsi (di S. Clemente), y Sfondrati (di S. Cecilia), “por la gracia de Dios, cardenales de la Santa Iglesia Romana, e Inquisidores Generales en toda la comunidad cristiana contra la depravación hereje.