Angela Merkel
Nuestra cohesión
de diciembre de 2015, transmisión a través de la cadena pública de televisión ZDF
Criticada dentro de su país por los sectores más nacion alistas representados por el movimiento Pegida (acrónimo de “Patriotas europeos contra la islamización de Occidente”) o por el partido Alternativa para Alemania, la canciller democristiana ha tomado una posición activa y protagonista en la crisis de los refugiados, enfrentándose incluso a su propio partido. La guerra civil en Siria reanimó una corriente migratoria de huidos, a la que se han sumado importantes contingentes procedentes de otros países como Afganistán o Irak. Alemania admitió en 2015 a casi un millón de refugiados, una cifra muy lejos de la intención de cualquier otro país europeo. Esta circunstancia altera sustancialmente la entidad nacional alemana y da lugar a una contradictoria reacción: la de quienes profundizan en unos valores nacionales estrictos y excluyen de la nacionalidad a los recién llegados —un asunto complejo si se tiene en cuenta el todavía reciente proceso de reunificación o absorción de la Alemania del Este, curiosamente la región más xenófoba en estos momentos—, y la de quienes proclaman una condición posnacional que habría arrancado del reconocimiento de la culpa por el Holocausto y que se intensificaría con esta novedad migratoria. Buscando un intermedio virtuoso, Angela Merkel centra su discurso navideño en este asunto y une con habilidad las referencias al origen de la crisis, la buena situación de la economía alemana, el aniversario de la Reunificación, la oportunidad de la migración para el país, el respeto a los valores de la sociedad germana, la necesidad tanto de la integración como de la cohesión y la apertura de horizontes que precisa cualquier idea nacional de futuro. La referencia a la selección de fútbol es casi su único guiño nacionalista.
Qu eridos conciudadanos: hace un año, en la noche de Fin de Año de 2014, hicimos balance de un año que fue testigo de demasiadas guerras y crisis. Tragedias como la catástrofe del ébola en África han desaparecido ya de los titulares. Otros hechos, que ya nos consternaron en 2014, no han perdido vigencia este año, por desgracia. Entre ellos están la guerra en Siria y los brutales asesinatos de los terroristas de Estado Islámico.
El día de Fin de Año de 2014 dije: “Una consecuencia de estas guerras y crisis es que hay tantos refugiados como nunca desde la segunda guerra mundial. Muchos de ellos han escapado a la muerte, literalmente. Es evidente que los ayudaremos y que acogeremos a aquellos que busquen refugio entre nosotros”. Esta noche reitero esos pensamientos, pues han sido pocos los años en que nos hayamos visto tan apremiados a pasar de las palabras a los hechos.
2015 ha sido uno de esos años. Por eso me dirijo a ustedes, en esta noche de Fin de Año, para decirles una cosa: “Gracias”. Gracias por la enorme, espontánea y conmovedora oleada de voluntarios de la que fuimos testigos este año ante el gran número de personas que emprendieron la marcha con el fin de buscar refugio entre nosotros, en muchas ocasiones con peligro para sus vidas. Agradezco a los incontables voluntarios su caridad y su vocación, virtudes que quedarán para siempre vinculadas a este año 2015. Extiendo mi agradecimiento a todo el personal de ayuda, a todos los policías y soldados por sus servicios, a los empleados de las agencias estatales, de los Estados federados, de los municipios. Su entrega va mucho más allá de su deber. Todos ellos, tanto voluntarios como personal oficial, han realizado una labor encomiable. Y la siguen realizando también en estos instantes .
No ca be duda de que la llegada de tantas personas nos exigirá aún más. Nos costará tiempo, esfuerzo y dinero. Especialmente la integración de aquellos que permanecerán en el país, una tarea de vital importancia. Queremos y debemos aprender de los errores del pasado. Nuestros valores, nuestras tradiciones, nuestra forma de entender la justicia, nuestra lengua, nuestras leyes y nuestras reglas son los cimientos de nuestra sociedad y también condiciones indispensables para una convivencia correcta y basada en el respeto mutuo de todos los habitantes de nuestro país. Esto concierne a todo el que quiera vivir entre nosotros.
Todo país se beneficia siempre de la inmigración bien gestionada, tanto en lo económico como en lo social. Del mismo modo, es incuestionable que nuestro país se ha enfrentado con éxito a grandes desafíos y que siempre ha sabido estar a la altura de las circunstancias.
El 3 de octubre celebraremos el 25º aniversario de la Reunificación de Alemania. ¿No es maravilloso lo que hemos alcanzado veinticinco años después? Nos hemos consolidado como nación. Tenemos la cuota de desempleo más baja y los niveles de actividad más altos desde la Reunificación. El Estado encadena ya dos años sin nuevo endeudamiento. Los salarios reales aumentan, la economía es sólida e innovadora.
Estoy convencida de que, bien gestionada, la llegada de refugiados y la integració n de tantas personas representan una oportunidad de cara al futuro, pues poseemos un maravilloso compromiso civil y un amplio plan de medidas políticas.
Estamos trabajando a nivel nacional e internacional para mejorar la protección de las fronteras exteriores de la Unión Europea, para transformar la inmigración ilegal en legal y para atajar las causas que obligan a las personas a huir. Todo esto reducirá el número de refugiados de manera perceptible y duradera.
Alemania también contribuye de manera importante a la lucha contra el terrorismo de Estado Islámico. Nuestros soldados defienden en cuerpo y alma nuestros valores, nuestra seguridad y nuestra libertad. Les doy las gracias de todo corazón.
También el año próximo habrá un elemento clave: nuestra unidad. Será preciso escuchar siempre los argumentos del prójimo, aunque nosotros valoremos los problemas y oportunidades de manera diferente. Será preciso evitar las divisiones, ya sea entre generaciones, entre grupos sociales o entre ciudadanos arraigados y recién llegados. Será preciso apartarnos de aquellos que, con frialdad o incluso odio, tratan de adueñarse del sentimiento de pertenencia a este país y quieren excluir al resto.
Será preciso mantener vivo el deseo de seguir siendo una nación en la que vivir como ciudadanos conscientes y libres, humanos y abiertos. Felices de alcanzar éxitos, felices de entregar lo mejor de nosotros mismos. En la economía, empleados y empresarios, para que las fuerzas de la economía social de mercado puedan seguir desarrollándose, así como también la ciencia, el arte y la cultura. En definitiva, cada uno en su día a día.
Y, por supuesto, también en el deporte, cuando en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos del año próximo nuestros atletas luchen por las medallas y por mejorar sus propias marcas, o cuando nuestra selección, campeona del mundo de fútbol, intente coronarse campeona de Europa en Francia.
Queridos conciudadanos, es cierto que vivimos una época de grandes retos. Pero no es menos cierto que los superaremos, pues Alemania es una nación fuerte. En este sentido, les deseo salud, fuerza y confianza para 2016. Que Dios los bendiga.
Fuente: Web Deutsche Welle (versión audiovisual subtitulada al español). (http://www.dw.com/es/merkel-pide-cohesi%C3%B3n-en-su-discurso-de-a%C3%B1o-nuevo/a-18952363).
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Antonio Rivera
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad del País Vasco. Autor y coautor de diversos libros sobre la historia social y política de España y el País Vasco, en concreto sobre nacionalismo, movimientos sociales e izquierda obrera. Entre sus últimas publicaciones se encuentran Profetas del pasado: las derechas en Álava (con Santi de Pablo; Ikusager, 2014) y Señas de identidad: el País Vasco visto por la izquierda histórica (Biblioteca Nueva, 2008). Asimismo, la edición de Movimientos sociales de la España contemporánea (Abada, 2008), Violencia política. Historia, memoria y víctimas (con C. Carnicero; Maia, 2010), El franquismo en Álava: dictadura y desarrollismo (2009) y Horacio Prieto, mi padre (de César M. Lorenzo; Ikusager, 2015).