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Álvaro Lozano Cutanda - Stalin, el tirano rojo

Aquí puedes leer online Álvaro Lozano Cutanda - Stalin, el tirano rojo texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2012, Editor: Ediciones Nowtilus S.L., Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Álvaro Lozano Cutanda Stalin, el tirano rojo

Stalin, el tirano rojo: resumen, descripción y anotación

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Esta obra no tiene solamente el valor de ser una gran biografía equilibrada con respecto a las posturas ideológicas sino que también Álvaro Lozano sabe imprimirle una narración muy sabia y entretenida no ofreciéndonos datos y datos vitales de manera pasiva y esquemática sino una visión del estalinismo a través de sus amigos y políticos que estuvieron en su entorno, e incluso del mismo Stalin.?(Blog Historia con minúsculas) ?Stalin, El tirano rojo no es solo una biografía del personaje, es la historia de toda una época y de toda una nación, Rusia, un libro que no tiene desperdicio para todos aquellos a los que os guste la historia y la política.?(Blog los libros de Almu) ?La obra pretende aproximar al lector a la experiencia soviética a través de los detalles de las vidas de sus principales líderes, muy especialmente de Stalin. Pero también a través de las vidas de los ciudadanos soviéticos, de las creencias y temores que compartían y de aquello que les hacía soñar y reír.?(Blog Cultura y literatura)La historia del pueblo ruso y la historia del S. XX mundial no pueden comprenderse sin conocer la vida de Stalin, su férreo gobierno y su férrea personalidad corrieron paralelos y su voluntad sacudió los cimientos del mundo.Iosif Vissarionovich, Stalin, fue el hijo de un zapatero, un preso, un revolucionario, un líder militar y, entre 1928 y 1953 manejó a voluntad el destino del país más grande del mundo y la vida de sus ciudadanos. Esto es precisamente lo que intenta Stalin, el tirano rojo, comprender la figura del dictador georgiano y del pueblo ruso que le tocó gobernar para aclarar un poco la controversia entre aquellos que defienden que fue un magnífico estadista que cogió una Rusia rural, de campesinos oprimidos y latifunduistas tiranos, y dejó una Rusia industrializada, una potencia mundial, y aquellos que le consideran autor del mayor genocidio de la historia universal.Álvaro Lozano aborda la vida del dictador de un modo que difumina las fronteras entre la historia expuesta y la historia narrada, mezcla el dato con el estilo narrativo, y se estructura de modo que, en ningún momento se pierda la tensión. La obra parte de los momentos previos a la invasión alemana de Rusia y, tras relatarnos el momento álgido del gobierno de Stalin, la Operación Barbarroja, retrocede a los orígenes de Stalin. Alternará la industrialización del país, su modernización y el reparto de riquezas basado en la Nueva Política Económica, los planes quinquenales y la colectivización de la tierra, con una época de terror caracterizada por las terribles purgas que desembocaban en ejecuciones o encierros en los terribles gulags, una época donde la política económica provocó hambrunas en Ucrania y desastres medioambientales como el del mar de Aral. Razones para comprar la obra:- La obra sintetiza una visión de la vida del dictador con una perspectiva global del sistema económico, político y militar del stalinismo y un retrato general del pueblo ruso. - El tema de Stalin y del stalinismo es esencial para entender la historia del S. XX y aún la de nuestro S. XXI pues algunas políticas y muchos conflictos actuales son herencia de aquella época. - El autor pretende no sólo presentar los datos de la vida del dictador, sino también contarnos la vida del dictador, es por eso muy narrativo. - El autor elige entre los cientos de miles de libros sobre el dictador y entre los cientos de miles de fotografías aquellas que son realmente claves, como las fotos de su ficha policial. Una obra ecuánime que reconoce a Stalin su capacidad como regenerador del país y no oculta los terribles asesinatos del dictador. No obstante, también muestra el autor basándose en las pruebas más recientes que las purgas llegaron a ser incontrolables para Stalin y superaron todas sus expectativas.

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STALIN,
el tirano rojo

STALIN,
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Á LVARO L OZANO

Colección Historia Incógnita wwwnowtiluscom Título de la obra Stalin el - photo 1

Colección: Historia Incógnita
www.nowtilus.com

Título de la obra: Stalin, el tirano rojo
Autor: Álvaro Lozano

Copyright de la presente edición: © 2012 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla, 44, 3.° C, 28027 M ADRID
www.nowtilus.com

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece pena de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

ISBN: 978-84-9967-324-0
Fecha de edición: Marzo 2012

Impreso en España

A mi madre

Y veía subir de él siete vacas hermosas y muy gordas, que se pusieron a pacer la verdura de la orilla; pero he aquí que después subieron del río otras siete vacas feas y muy flacas y se pusieron junto a las siete que estaban en la orilla del río, y las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete hermosas y gordas; y el faraón se despertó.

Génesis, 41, 2-4

ÍNDICE
Capítulo 1.
La era de Stalin. Introducción

Este temor que millones de personas encuentran insuperable, este terror inscrito en letras rojas sobre el cielo plomizo de Moscú, este espantoso temor al Estado.

Vasili Grossman

La corta noche veraniega del 21 al 22 de junio de 1941, Iosif Stalin, líder de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), abandonó su oficina en el Kremlin antes de lo habitual. Normalmente trabajaba en la enorme mesa de conferencias de la sala del Gabinete del edificio del Presidium hasta las cinco de la mañana, bajo la impasible mirada de los retratos de Marx, Engels y Lenin que adornaban la pared de roble. Cuando los primeros rayos de sol iluminaban las cúpulas doradas de las catedrales frente a las ventanas de su oficina, Stalin solía encontrarse en su mesa de trabajo sumergido en una densa nube de humo de los cigarrillos Herzegovina Flor que tan sólo cambiaba, de vez en cuando, por su pipa inglesa Dunhill. Sin embargo, aquella noche de junio trabajó sólo hasta las dos de la mañana y, tras despachar algunos asuntos urgentes con su secretario, Alexander Poskrióbyshev, abandonó el edificio.

Sentado en la parte trasera de su limusina blindada negra, Stalin y la caravana de vehículos de seguridad abandonaron el Kremlin por la puerta Borovitsky recorriendo a toda velocidad las todavía desérticas calles de Moscú. Stalin apenas había dormido en el apartamento que tenía a su disposición en el Kremlin desde que su mujer se suicidara allí en 1932, y no parecía existir ningún motivo para hacer de aquella noche una excepción. Una vez que dejaron atrás la capital, la caravana, controlada por el enorme jefe de su seguridad personal, el general del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) Nikolai Vlasik, se desplazó como era habitual a toda velocidad por el centro de la carretera. Los vehículos cubrieron en menos de media hora el trayecto de treinta y dos kilómetros hasta Kuntsevo, una pequeña y tranquila localidad rodeada de frondosos bosques de pinos y abedules. Antes de llegar a Kuntsevo, la caravana de vehículos abandonó la carretera principal para girar a la izquierda, adentrándose en una carretera secundaria donde se detuvieron brevemente ante un control de seguridad con guardias fuertemente armados. Tras las revisiones rutinarias de seguridad, finalmente llegaron a una casa de una planta rodeada de jardines. Era la entrada a la dacha personal de Stalin, cuyo nombre era Blízhniaia («dacha cercana») para distinguirla de las otras casas que poseía y cuya existencia muy pocos moscovitas conocían.

Stalin y su adorada pipa En ella Stalin llevaba una vida - photo 2

Stalin y su adorada pipa.

En ella Stalin llevaba una vida solitaria sus únicos acompañantes eran - photo 3

En ella, Stalin llevaba una vida solitaria; sus únicos acompañantes eran oficiales de policía, que debían ser muy discretos para no molestar al irascible dueño, y algunos empleados domésticos. Se trataba de una vivienda sencilla que Stalin había reformado de forma constante y que su hija Svetlana recordaría siempre con afecto. Stalin vivía prácticamente todo el tiempo en el salón. Allí dormía en un sillón rodeado de teléfonos que le conectaban con el mundo exterior. El mobiliario era sobrio: un armario, varias sillas y una gran mesa en el centro de la sala que solía estar atestada de papeles, periódicos y documentos. Cuando cenaba solo hacía que le despejaran la mitad de la mesa, y las montañas de documentos eran retiradas completamente cuando recibía a alguien. Aquel día de junio no esperaba a nadie, por lo que se retiró a dormir temprano.
A pesar de que habitualmente sufría de insomnio, aquella noche se durmió plácidamente a las dos y media de la madrugada ajeno al hecho de que cientos de aviones alemanes se dirigían ya a bombardear las ciudades y los aeropuertos soviéticos.

Trabajando con su secretario Poskrióbyshev La mayor parte de la población - photo 4

Trabajando con su secretario Poskrióbyshev.

La mayor parte de la población soviética dormía también sin preocupaciones bélicas aquella noche cálida y tormentosa. A pesar de los rumores insistentes sobre la inminencia de una invasión alemana, poca gente estaba realmente preocupada, pues el propio Stalin había tranquilizado a la población señalando que eran rumores sin fundamento difundidos por provocadores occidentales que deseaban acabar con el Pacto Germano-Soviético. La tarde del 21 de junio fue una noche de sábado más, incluso en los distritos militares fronterizos. Las tropas en la frontera se encontraban relajadas y disfrutaban del incipiente clima veraniego. Los oficiales se encontraban en sus hogares con sus familias, en los clubes de oficiales o disfrutando en los teatros o cines de los cuarteles.

El jefe de su seguridad personal Nikolai Vasik con Yákov el hijo de Stalin - photo 5

El jefe de su seguridad personal, Nikolai Vasik, con Yákov, el hijo de Stalin.

El 19 de junio, el jefe del Partido de Leningrado, Andrei Zhdánov, había partido hacia su lugar habitual de vacaciones, la localidad de Sochi en el Mar Negro, donde Stalin poseía también una residencia. Para la población era un gran motivo de alivio, ya que si Zhdánov, al que algunos consideraban el posible heredero de Stalin, se marchaba de vacaciones, eso significaba que las amenazas de guerra eran tan sólo rumores infundados. Un día después, el comisario de Comercio Exterior, Anastas Mikoián, había alertado a Stalin de que en el puerto de Riga veinticinco mercantes alemanes habían recibido órdenes de partir el 21 de junio con independencia de si habían completado su carga. Mikoyan señaló que eso significaba la guerra. Stalin le contestó que Hitler consideraría la detención de esos mercantes como casus belli y ordenó que se les dejara partir. Ante las pruebas que se iban acumulando, el ministro de Asuntos Exteriores, Vyacheslav Mólotov, se limitó a declarar: «Ningún acontecimiento nos tomará por sorpresa». Los ingenieros navales alemanes que se encontraban en Leningrado reconstruyendo un acorazado para la flota soviética habían ido regresando a Alemania de forma progresiva y el agregado militar alemán se quejó de la absoluta falta de tacto en la forma en que habían sido llamados de vuelta.

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