J.M. Mulet - La ciencia en la sombra
Aquí puedes leer online J.M. Mulet - La ciencia en la sombra texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2016, Editor: LIBRANDA PLANETA, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
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Para Paula, esperando que cuando
crezca encuentre un mundo más
justo que el que yo me encontré
Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día [...]
F RANCISCO DE Q UEVEDO
Here lay Duncan, his silver skin laced with his golden blood [...]
It will have blood, they say. Blood will have blood.
W ILLIAM S HAKESPEARE ,
Macbeth, II, 3 y III, 4
Seguro es morirse
P OPULAR DE D ENIA
(M ARINA A LTA )
Dedicarte a la ciencia supone vivir con la espada de Damocles del paro sobre tu cabeza. Hasta que ganas una oposición en la universidad o en el CSIC, o te vas fuera de España y no vuelves, te pasas muchos años dependiendo de la próxima beca o de la próxima convocatoria de contratos y proyectos... si existe. Sea como sea, van a valorar principalmente tu productividad científica de los últimos años. Un proyecto que no funciona, una mala relación con el director del laboratorio o un competidor que publica antes que tú y ya estás fuera de la carrera investigadora. En una de esas épocas de la vida en que no sabes si van a aceptar tu artículo de investigación ni si te darán el próximo contrato, decidí hacer un curso de capacitación en genética forense que organizaba la Universidad de Zaragoza, por si en algún momento tenía que buscar trabajo fuera de la investigación en ciencia básica. Al final no hizo falta y pude seguir investigando con plantas. Saqué la plaza de profesor asociado, luego la de contratado doctor y, finalmente, la de titular en el Departamento de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia. Y conseguí dirigir mi propia línea de investigación en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), a la que sigo dedicando la mayoría de mi tiempo y esfuerzo en estos años en que tanto cuesta conseguir financiación para investigar. Bueno, a eso, y al Máster de Biotecnología Molecular y Celular de Plantas, que es lo que más trabajo de papeleo exige. A pesar de todo, no quería desaprovechar mi formación adicional. En el último cambio de plan de estudios, fiel a esa costumbre tan española de que cada gobierno cambie todo el sistema educativo, se abrió la posibilidad de ofertar asignaturas optativas para el cuarto curso del Grado en Biotecnología. Se me ocurrió la idea de ofertar una asignatura llamada Biotecnología Criminal y Forense aprovechando lo que había aprendido en el curso y para facilitar la salida a los alumnos que quisieran encauzar su carrera profesional hacia la ciencia forense o la policía científica. Ya habíamos tenido varios en la licenciatura. Era fácil. Solo había que hacer una propuesta de programa de la asignatura, que una vez aprobada por la escuela se publicaría y los alumnos votarían. Solo se ofertarían aquellas asignaturas que fueran las más votadas por los alumnos. Mi propuesta quedó segunda, por detrás de Biología Molecular del Cáncer. El primer año tuve cuarenta y un alumnos y el segundo cincuenta, llegando al cupo máximo establecido para una optativa, así que parece que la asignatura está funcionando.
La docencia se divide en clases teóricas y prácticas. En las sesiones de teoría hablamos de los fundamentos de la ciencia forense y de cómo se hacen las diferentes pruebas y análisis. En las prácticas, visitamos instalaciones de la Ciudad de la Justicia de Valencia o de la jefatura de policía, y médicos forenses o policías científicos cuentan los aspectos pragmáticos de su trabajo a los alumnos. Además, los estudiantes tienen que hacer un trabajo académico que consiste en buscar toda la información posible sobre un caso real no resuelto, o cerrado de forma que quedan dudas razonables de que su resolución haya sido correcta. El trabajo se elige al azar entre los casos propuestos. Estos trabajos han sido uno de los aspectos más agradables de mi carrera como docente universitario y he disfrutado viendo las exposiciones y corrigiendo los pocos fallos que he encontrado. De hecho, en el primer año, las exposiciones fueron de cuarenta y cinco minutos y los propios alumnos me pidieron que fueran de una hora porque querían decir más cosas. Hay que tener en cuenta que la asignatura se imparte de forma intensiva durante un periodo de dos meses. A pesar del escaso tiempo que tienen para prepararlos (en grupos de tres o cuatro personas), los trabajos suelen ser exhaustivos, muy documentados y en ellos realmente aprendí detalles que me eran desconocidos de casos históricos como el asesinato de Kennedy, el crimen de los Galindos o el estrangulador de Boston... hasta que pillé el truco. Como en las películas, un alumno se fue de la lengua y confesó que, cuando contó en casa que tenía que hacer un trabajo sobre la muerte de Hitler, su padre, gran aficionado a la historia de la segunda guerra mundial, se había ofrecido a ayudarle. Así descubrí que los trabajos estaban tan bien hechos en tan poco tiempo porque contaban con la entusiasta colaboración de familiares, amigos y parejas de mis estudiantes. Tengo la sensación de que he hecho más por la unidad de las familias que el Vaticano. Curiosamente, cuando pido trabajos a mis alumnos de las asignaturas Ingeniería genética para el estrés ambiental o Proteómica de plantas, no despiertan el entusiasmo de su entorno y tienen que valerse por sus propios medios sin ayuda externa. Mi experiencia docente es la semilla de este libro, pero obviamente no basta. También me he valido de entrevistas y datos que me han pasado profesionales de este ámbito, y he leído muchos libros y artículos de investigación. Y alguna cosa más que descubriréis a medida que avancéis en la lectura. Todo por mis lectores.
Si has leído la lista de capítulos, quizá te hayas sorprendido. En un libro que trata de cómo la ciencia puede servir para solucionar crímenes, que va a hablar de sucesos terribles y de cómo se resolvieron, resulta que a alguien se le ocurre hacer chistes en el título de los capítulos. La idea se la tomé prestada a la gente con la que hablé en el proceso de documentación previo a su escritura. Conté con la inestimable ayuda de policías científicos, forenses, fiscales, abogados y científicos de laboratorios forenses. Cuando hablan de su trabajo y de sus experiencias, suelen utilizar ese tipo de tono y recurren con frecuencia al humor negro. Por ejemplo, una inspectora de la policía científica me contó que un día encontraron un cuerpo que llevaba varios años escondido entre dos colchones en una pensión de mala muerte en Tenerife. La descripción de la pensión venía a ser como la del Castillo del Terror de una feria cutre y la familia al cargo de ella no desentonaba con la ambientación. Contó que, a medida que revisaban la habitación, se dieron cuenta de que el cuerpo estaba entre los dos colchones porque oyeron el ruido de los «crispies» pisoteados. Los «crispies» a los que se refería con la naturalidad del que los consume en el desayuno eran las crisálidas secas de los insectos necrófagos que sirven para indicar la presencia de un cadáver y pueden ayudar a descifrar las circunstancias de la muerte. De hecho, cuando hablaba de algún caso, siempre se refería con un mote como «El motorista fantasma», «El niño del contenedor» o cualquier otro. «Es que así me acuerdo de cuál es cuál», se justificaba.
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