Ignacio Padilla nos entrega un libro de ensayos escrito a lo largo de los últimos 15 años con pasión, erudición y enorme sentido del humor. ¿Cuáles fueron las principales aportaciones de Shakespeare y Cervantes? ¿Qué pasaría si nos atreviéramos a comparar los alcances de cada uno? ¿Cómo construirían a sus personajes, por ejemplo, y cuántas de esas técnicas siguen vigentes en nuestros días, influenciando incluso a la cultura popular? Y sobre todo, ¿en qué medida hemos reducido a un cliché nuestro conocimiento de ambas obras, indispensables para comprender cabalmente lo humano? Haciendo hincapié en su devoción hacia Cervantes, Ignacio Padilla nos invita a examinar la obra de este autor español y cuánto perdemos si evitamos el contacto con ella.
Ignacio Padilla
Cervantes & compañía
ePub r1.1
Titivillus 13.04.16
Título original: Cervantes & compañía
Ignacio Padilla, 2016
Editor digital: Titivillus
Aporte original: Spleen
ePub base r1.2
IGNACIO PADILLA. (Ciudad de México, 1968) es Maestro en Letras Inglesas por la Universidad de Edimburgo y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca. Su obra narrativa y ensayística ha sido traducida a más de veinte idiomas y le ha granjeado otros tantos premios literarios nacionales e internacionales, entre ellos los ensayos: La isla de las tribus perdidas (Premio de Ensayo Debate-Casa de América): La vida íntima de los encendedores (Premio Málaga de Ensayo) y Arte y olvido del terremoto (Premio Luis Cardoza y Aragón). Ha publicado asimismo el díptico de ensayos sobre el miedo: La industria del fin del mundo y El legado de los monstruos. Además es autor de los dos primeros volúmenes de una trilogía cervantina: El diablo y Cervantes (Premio Guillermo Rousset Banda) y Cervantes en los infiernos (Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos). Es miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua y del Sistema Nacional de Creadores. Actualmente es catedrático en la Universidad Iberoamericana.
[1] En agosto de 2014 el Festival Internacional Cervantino estuvo dedicado a la vida y la obra de William Shakespeare. Me retaron entonces mis colegas del Museo Iconográfico Cervantino a que perpetrase una conferencia que contrastara a Cervantes y Shakespeare. De ahí nació un texto titulado Donde han muerto los dioses: versos de Shakespeare y desdichas de Cervantes, versión nodriza y prehistórica de este texto. Cabe añadir que a este mismo reto respondió también mi maestro Aurelio González, extremado cervantista que, más capaz y temerario que yo, elaboró una deliciosa nota sobre el controvertido Cardenio que Shakespeare y Fletcher habrían escrito inspirados en los pasajes centrales del Quijote de 1605.
[2] Si por mera curiosidad jugamos a creer en las estadísticas, veremos que el alcalaíno ocupa un honroso lugar en el palmarés de la riqueza léxica, si bien queda aún a una distancia estratosférica de William Shakespeare, cuyos usos y aportes lingüísticos son de plano inauditos. La contabilidad del vocabulario de los clásicos es una actividad antigua que, sin embargo, sólo en fechas recientes ha adquirido cierta fiabilidad gracias en buena medida a la asistencia de la cibernética. Bien es cierto que el desastre de Foster y su Shaxicon, que erraron en la atribución de la Elegía fúnebre, puso en entredicho la aplicación del método científico al estudio de las obras literarias; pero creo que eso no obsta para acudir de vez en cuando a la estadística, así sea por mera entretención. De Shakespeare se disputa todavía si su vocabulario comprendía 17 mil o 29 mil voces, ello deducido de un total de 884 421 palabras presentes en sus obras, más de una escrita en colaboración. Se reconoce que el dramaturgo inventó o incorporó a la lengua inglesa unas 1700 palabras. De la obra completa de Cervantes no conozco conteos similares, aunque puede calcularse que sus obras suman aproximadamente un millón de palabras. Sólo del Quijote, que cuenta oficialmente con 381 104 palabras, se deduce una riqueza léxica de 22 939, aunque sólo un centenar de términos habrían sido inventados o incorporados por Cervantes a la lengua española.
[3]So great an object: can this cockpit hold / The vasty fields of France? Or may we cram / Within this wooden O the very casques / That did affright the air at Agincourt?, The History of Henry V, acto I, prólogo.
[4] Mientras pergeñaba este ensayo con mis intuiciones e indignaciones sobre la perversa lectura que los románticos alemanes habrían hecho del Quijote de Cervantes, apareció por fortuna un texto, sin duda más autorizado que el mío, que señala y denuncia con atronadora claridad la suerte (o desgracia) que corrió la gran novela cervantina en manos de sus lectores germanos de los siglos XVIII y XIX . Me refiero al ensayo de Francisco Rico, «Tiempos del “Quijote”», en el libro del mismo nombre (Acantilado, Barcelona, 2015). Entre otras cosas, el gran cervantista afirma en la página 21: «Quien quiera comprobar a poca costa cómo se metamorfoseó el Quijote en los nuevos tiempos a la sombra alargada del romanticismo germánico no tiene más que leer la definición del primero y el último diccionario que recogen con su nombre común el apelativo del protagonista». Y más adelante: «Fueron, en efecto, los románticos alemanes quienes imaginaron la concepción desde entonces más pertinaz del Quijote, y fue Federico Guillermo Schelling, entre 1802 y 1805, quien le dio la versión más lacónica, decidida e influyente: el tema de la obra es la lucha de lo real con lo ideal».
[5] Desde la sentencia a la locura que hace Avellaneda a su don Quijote hasta su confirmación en las escenas finales de El Hombre de la Mancha, de Wassermann, mucho se ha polemizado sobre las implicaciones que tiene la muerte del hidalgo cuerdo o loco en nuestra lectura de la gran novela cervantina. Por lo general, defender la insania de don Quijote literalmente hasta la muerte canoniza la incómoda aunque muy próspera lectura de los románticos. Existen sin embargo, entre los grandes cervantistas contemporáneos, lúcidas defensas de la muerte del hidalgo en la locura que poco o nada afirman la prevaricación romántica. Tal es el excepcional ensayo Don Quijote ¿muere cuerdo? (Fondo de Cultura Económica, México, 2015), de la siempre atinada Margit Frenk.
Muchos años a que es grande
amigo mío ese Cervantes, y sé que es
más versado en desdichas que en versos.
Miguel de Cervantes, DQ I, 6
Wo keiner Götter sind, walten Gespenster.
Novalis , Die Christenheit oder Europa
I
Versos de Shakespeare y desdichas de Cervantes
Proemio
Elogio de la comparación
La víspera de su tercera salida, don Quijote reprocha a maese Nicolás que lo haya escarnecido con el cuento de los locos de Sevilla. Clama el hidalgo: «Y ¿es posible que vuestra merced no sabe que las comparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, de hermosura a hermosura y de linaje a linaje son siempre odiosas y mal recibidas?» (DQ II, 1). No obstante, quien así habla emprende enseguida un minucioso cotejo entre caballeros antiguos y modernos, comparación que ni parece odiosa ni es mal recibida por quienes la escuchan o la leen.